El Sabinar de El Hierro, esculturas vegetales moldeadas por los vientos alisios canarios
Escrito por
31.07.2020
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La isla de El Hierro es la más pequeña de las Islas Canarias, pero también la que ofrece una mayor belleza natural, como el paisaje de El Sabinar. De hecho la Unesco la declaró Reserva de la Biosfera. Algo lógico si se tiene en cuenta que, en sus poco más de 268 km2 el visitante puede disfrutar de volcanes, acantilados de infarto, pozas naturales, bosques de laurisilva, manchas de pinos y zonas desérticas.
Un lienzo de contrastes en el que cobra especial protagonismo El Sabinar, un bosquete de sabinas donde cada ejemplar tiene la particularidad de haber sido moldeado y doblegado por los impetuosos vientos alisios que soplan en este lado del Atlántico.
El Sabinar se levanta cada mañana en el extremo occidental de El Hierro. Concretamente, en la meseta de La Dehesa, perteneciente al municipio herreño de La Frontera.
Lejos de lo que cabría imaginar, sus aproximadamente 300 hectáreas no forman un tapiz homogéneo, en su lugar, se presentan como una masa vegetal dispersa, con grandes claros, consecuencia directa de la tala y del pastoreo a los que fue sometido este espacio durante años. Afortunadamente, hoy día, El Sabinar es una zona protegida que forma parte del Parque Rural de Frontera.
Como mencionábamos anteriormente, todas y cada una de las sabinas de este espacio natural han crecido azotadas por fuertes y continuas ráfagas de viento. Sin embargo, hay un ejemplar en el que esta acción se aprecia de una manera incontestable. Una sabina con su tronco desnudo, gris y retorcido hasta tal punto que su follaje llega a besar el suelo. Por supuesto, es la que acapara toda la atención y la que más veces ha sido retratada.
¿Y cómo se llega hasta este conjunto de esculturas naturales? Con paciencia. Las carreteras de El Hierro son, en su mayoría, estrechas, con curvas bastantes cerradas y con pendientes que pronunciadas tan espectaculares como vertiginosas. De una de ellas, la HI-400, nace un desvío que lleva directamente a la HI-506 a la altura del Santuario Insular Virgen de los Reyes -patrona de los pastores primero y de toda la isla años después-, una ermita levantada en 1577 cuyas paredes, pintadas en un blanco impoluto, la hacen destacar en el paisaje de verdes, rojos y grises que la rodean. Como curiosidad, antes de que se levantara la templo religioso, la talla tuvo su hogar en la contigua Cueva del Caracol.
Tras dejar atrás el santuario, a pocos metros, el desvío, transformado ahora en una pista sin asfaltar y con algún que otro bache que obliga a aminorar la marcha, conduce directamente hasta el parking gratuito de El Sabinar, donde se haya, en primer plano, la bella sabina. Símbolo vegetal de la isla que, a fin de disuadir a los visitantes de que se acerquen demasiado, tiene su área vital acordonada.
A poca distancia de esta maravilla, en esta misma comarca, se localizan dos interesantes enclaves: De un lado, el estratégico Cabo de Orchilla, punto más occidental de la geografía española y lugar en el que los franceses establecieron el Meridiano 0 en 1634. Justo allí, en la línea imaginaria que un día representó al meridiano, se levantó el Faro de Punta Orchilla, el cual guió a los navegantes por primera vez en el año 1933. De otro, el Mirador de Bascos, constituye la otra parada obligatoria que permite seguir capturando la belleza salvaje que envuelve a la isla canaria de El Hierro.
Elísabet García
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