¿Necesito un fotógrafo profesional para conseguir más reservas?

Vivimos en un mundo inundado de imágenes, en el que casi todo el mundo tiene una cámara en su smartphone y, por lo tanto, la capacidad de captar y compartir su vida.

Desde algunos recodos del mundo de la fotografía se percibió este cambio histórico como algo que acabaría con la “fotografía”, pero nada más lejos de la realidad. Ahora más que nunca comunicamos con imágenes y vídeos y los adolescentes quieren ser Youtubers e Instagramers, para viajar, ser guapos y felices eternamente.

No sólo es una revolución comunicativa, es también tecnológica. Tenemos cámaras voladoras: los drones nos ofrecen unos puntos de vista que hace sólo 5 años eran muy complejos de conseguir, los móviles graban vídeo en resolución 4K, tienen capacidad para grabar en cámara lenta, con una GoPro podemos fotografiar a 30 metros de profundidad y los filtros de Instagram hacen maravillas.

Pero no es tan fácil. Tenemos millones de cámaras con patas fotografiando el mundo, pero la fotografía no es sólo cuestión de tecnología, también hace falta arte. Vivimos en un mundo en el que todos nos sentimos fotógrafos en potencia, pero tener un pincel y un lienzo no te hace pintor.

Después de 10 años fotografiando profesionalmente, he aprendido que una fotografía es una receta compleja, en la que se mezcla luz, composición y momento. Si funciona, se genera una sensación que hace que cuando alguien vea una imagen piense: “quiero estar allí”. La capacidad de crear una fotografía que te transportarte a un lugar o momento no es tarea fácil. Todo el mundo tiene la capacidad de conseguirlo, pero no es sólo cuestión de tecnología.

Si hay algo claro con las redes sociales, es que requieren constancia, es decir, producir imágenes y vídeos sin parar. ¡Necesitamos imágenes! O mejor dicho: un flujo de imágenes, coger el ritmo e ir publicando, la cuestión es: ¿quién genera este flujo?

Y aquí es cuando viene el desastre y pensamos que sólo es cuestión de cantidad… Mmmm, ahora pensaréis “la calidad”, por supuesto, pero también es un tema de sensación. Me explico.

Lo que debemos conseguir es un aroma, un estilo, una manera creativa y constante de vender nuestros alojamientos rurales. Existen varias cosas a tener en cuenta, como la homogeneidad y estilo de las imágenes, la luz, la luminosidad. Os lo dice uno que hace 10 años que enseña fotografía a novatos y una cosa es dominar la cámara y otra hacer las fotos que necesitamos para vender más reservas.

Y aquí ya tenéis un lío y no sabéis si es que hay que contratar un fotógrafo o hacer un taller de fotografía para mejorar vuestras capacidades fotográficas.

He tenido clientes muy conscientes de la necesidad de un buen contenido audiovisual para su negocio, también los he tenido muy escrupulosos con el color de las cortinas, pero no tanto con las imágenes que hacen que los clientes vengan, y eso siempre me ha sorprendido. Me sorprende cómo aún cuesta visualizar lo de la buena imagen, de ser conscientes de que si nuestra web está desordenada y nuestras fotos están oscuras, esa es la sensación que transmitimos. Punto.

En una clase de marketing escuché: “somos lo que dicen que somos”. Hoy en día estamos sujetos a las primeras impresiones, el impacto que puede tener una imagen es brutal. La primera valoración y la toma de decisión se va engendrando a medida que el cliente potencial se adentra en nuestro mundo virtual, imágenes, web, comentarios, valoraciones, etc., y todos esperamos que no deje de renovarse y actualizarse.

Tenemos la tecnología para crear el contenido y las apps para compartirlo, pero tener buenos ingredientes no significa conseguir una buena receta.

Más información | Joan Vendrell