Otoño en Galicia: planes en familia para disfrutar de sus paisajes y tradiciones
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06.10.2021
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El otoño gallego nunca defrauda. Su naturaleza desbordante comienza a mudar del tono verde al ocre, regalando a quien quiera apreciarla su estampa más bella y sus mejores frutos. Es momento de escapadas familiares al bosque o a la montaña para recorrer senderos de belleza casi irreal, de regresar a las aldeas y saborear con calma sus tradiciones más ancestrales.
Vivir el especial magosto de O Courel
Viajar a la serra do Courel, al sureste de la provincia de Lugo, en otoño es entrar en un cuento de hadas y “trasnos”, traviesos duendecillos que pueblan sus montañas y se ocultan de la mirada humana trepando a robles, hayas, castaños y avellanos. Con ellos convive lo mejor de la fauna salvaje de Galicia: cabras montesas, ciervos, corzos, jabalíes, zorros y hasta algún lobo solitario. Todo un regalo para un niño ávido de descubrir los encantos de la naturaleza.
Las poblaciones de esta sierra vivieron hasta hace poco en total aislamiento, pues su especial orografía dificultó la construcción de carreteras en la zona. Sin embargo, esto permitió que muchas de sus tradiciones se mantuvieran intactas, llegando hasta nuestros días tal como fueron creadas. Es el caso del magosto, una celebración que tiene como protagonista a la castaña, ese fruto del bosque que se recogía por toneladas y daba de comer a la gente de las montañas en época de escasez y que hoy se venera en muchas de sus aldeas.
Para vivirlo en todo su apogeo, nada mejor que acercarse a la Festa da Castaña, declarada de Interés Turístico de Galicia, que se celebra a principios de noviembre de forma alterna en dos de los núcleos de población más importantes de O Courel: Folgoso y Seoane.
¿Actividades para disfrutar en familia del magosto? Muchas. Desde observar cómo se asan las castañas al modo tradicional, hasta participar en talleres gastronómicos, bailar al son de la música popular que acompaña al festejo o llevarse de recuerdo algún objeto de artesanía local. Y, por supuesto, ¡comer castañas!
Tras hartarse de castañas hasta decir basta, quizá convenga emprender un paseo por los senderos de O Courel: los mismos que antaño utilizaban sus habitantes para cruzar bosques y valles hoy son rutas oficiales de senderismo. La más atractiva conduce a la Devesa da Rogueira, un bosque autóctono con más de ochocientas especies de árboles y plantas (¡como para contarlas todas!) y numerosos castaños centenarios. Es la Ruta PR-G 222, que permite descubrir su mágico entorno durante nueve asequibles kilómetros en sentido circular disfrutando en familia del paisaje, visitando el Aula da Natureza o contemplando la magnitud de la montaña en sus distintos miradores: Cabeza do Couto, Miradoiro de Pico Polín…
¿Más lugares para celebrar el magosto en Galicia? En Allariz tiene lugar la Feira de Outono y son famosos los magostos de Baños de Molgas o de Parada de Sil. En esta última localidad, además, se puede visitar la Casa-Museo Fábrica de Chocolate, el primer y único museo de Galicia sobre esta temática. No hay nada más dulce para un niño que mojarse los bigotes en un chocolate caliente.
Recorrer el bosque en busca de ricas setas
Seguimos en la Serra do Courel para proponer otro perfecto plan de otoño que permite acercarse a la naturaleza en familia: la recogida de setas, que tiene en sus Xornadas Micolóxicas do Courel una de sus principales celebraciones. En estas jornadas los niños son bienvenidos y disfrutarán de lo lindo buscando setas por los alrededores de la aldea de Seoane en compañía de expertos monitores que les ayudarán a diferenciar cuáles, entre los distintos hongos, son comestibles: los más comunes son los cantarelos, la seta del cardo, los níscalos o los boletus. Después viene lo mejor, porque hay que cocinar las setas y comérselas, claro está.
Es una de las actividades estrella del otoño micológico en Galicia, pero no es la única, pues en Monforte de Lemos, capital de la Ribeira Sacra, se celebran otras similares. Recogida y degustación de setas, charlas y exposiciones sobre estos deliciosos hongos.
Los montes de O Morrazo y gran parte de la comarca do Salnés, los bosques de Catasós en Lalín, la comarca de Sarria o el municipio de O Incio son otros de los lugares donde recoger setas forma parte de lo cotidiano de la estación otoñal y se prolonga hasta bien entrado el mes de noviembre.
Entrar en una antigua palloza en Os Ancares
El otoño gallego no está completo sin una ruta por una de las zonas de interior más bucólicas de la comunidad. La vecina provincia de León comparte con Lugo una cadena montañosa con paisajes dignos de figurar en cualquier cuento de Andersen. Son Os Ancares lucenses, tierra de “meigas”, de castillos encaramados en colinas, de pacíficas vacas paciendo en las laderas de las montañas y caballos disfrutando a trote lento en sus valles. De un silencio sólo interrumpido por el sonido de los riachuelos o el canto de los pájaros en libertad.
Llegado este punto seguro que ya estás soñando con Os Ancares y preparando la maleta para poner rumbo hacia estas tierras. Déjame decirte que la mejor puerta de entrada puede ser O Cebreiro, a caballo entre Os Ancares y O Courel, una aldea ligada al Camino de Santiago donde destacan sus pallozas, un elemento etnográfico que no falta en casi ninguna aldea ancaresa, pero que tiene mayor presencia en la aldea de Piornedo.
Eso sí, llegar a Piornedo requiere dejar las prisas en un cajón para recorrer con calma sinuosas carreteras de montaña. El premio es llegar a una de las aldeas gallegas que mejor conserva su autenticidad y sus tradiciones. Hasta la década de los 70, cuando llegó la carretera al pueblo, los habitantes de Piornedo aún vivían en pallozas, construcciones circulares de piedra con techo armado en madera y formado en su capa exterior por una cubierta vegetal seca, resistente a la lluvia y a la nieve. De ellas se conservan catorce y son de época prerromana, que no es poca cosa.
Estamos en alta montaña. Los niños podrán hacerse a la idea de la dureza de la vida en Os Ancares al entrar en la Palloza do Sesto, un interesante museo etnográfico en el que aprender qué es una palloza, cómo compartían su espacio personas y animales para darse calor, cómo se vivía, y aún se vive, en esta aislada comarca de Galicia.
Quedarse a dormir en un lugar tan apartado como Piornedo es una experiencia que sirve para medir la dimensión del mundo, al menos de este pedacito de mundo tan desconectado de todo. Desde el pueblo parten distintas rutas de senderismo, se puede disfrutar de su contundente gastronomía y, si hay suerte, de la nieve. Sí, ¡algún año ha llegado a nevar en pleno otoño!
Saborear la mejor miel de Galicia
La apicultura es una tradición rural muy antigua en Galicia, un oficio en el que muchas familias de las aldeas comenzaron a trabajar para autoconsumo y fueron, poco a poco, convirtiendo en su modo de subsistencia, aumentando el número de colmenas. Disfrutar de la miel recolectada a finales de verano es uno de los placeres gastronómicos del otoño, algo que se puede hacer en las muchas “ferias de la miel” que se reparten a lo largo y ancho de la geografía gallega.
Otra opción es visitar algún museo que nos hable de su elaboración, como el Centro de Divulgación do Queixo e do Mel de Arzúa, donde además de aprender sobre las abejas y las colmenas, hay muestras de quesos de la Denominación de Origen Arzúa-Ulloa. ¿Sabías que el queso acompañado de miel o membrillo es un postre típico del interior de Galicia?
Pero no abandonemos Arzúa todavía. Hay que dirigirse a las proximidades del embalse de Portodemouros para descubrir otro curioso museo relacionado con la miel, donde nos lo cuentan todo, absolutamente todo, sobre el arte de la apicultura: las abejas, la miel, las colmenas y su manejo. Es el Museo Viviente de la Miel, donde observar a las abejas en plena faena y hacer catas de este dulce manjar. Divertido y didáctico, ¿no crees?
Si quieres que tus hijos den un paso más –nivel experto– en su aprendizaje sobre la miel y su proceso de obtención, llévalos a una alvariza (o albariza, dependiendo de la zona). Son cercados altos de piedra situados en zonas altas que protegen las colmenas de los ataques de animales salvajes, principalmente de osos. La mayor parte están en Lugo y la Serra do Courel es un buen lugar para verlas.
Ruta de senderismo por las “fragas” gallegas
Posiblemente has oído hablar de las “fragas” gallegas, formaciones boscosas de árboles caducifolios autóctonos, típicas de Galicia pero también de otras zonas de la Europa atlántica. Son, en realidad, grandes extensiones de un bosque primario espeso y húmedo en el que se desarrolla un ecosistema muy rico y diverso. El mayor ejemplo de este tipo de bosques son las Fragas do Eume, uno de los mejores espacios naturales de la provincia de A Coruña para recorrer con niños por su mezcla de historia y naturaleza. Y uno de los seis parques naturales de Galicia.
Visitar las Fragas do Eume es entrar en otra dimensión, en una especie de Parque Jurásico poblado de helechos del Período Terciario en el que un gran río, el Eume, vertebra el parque natural y le insufla vida. Cruzando el río, varios puentes colgantes -¡esto es aventura!– y numerosos senderos que lo bordean y conducen a lugares tan increíbles como el mirador da Carbueira con vistas al cañón del río, o el monasterio de Caaveiro, un espectacular cenobio fundado en el s. X (según indican los primeros documentos que refieren vida monástica en las fragas) que se encuentra aislado en medio del bosque y representa una de las imágenes más características del parque.
La ruta hasta Caaveiro puede hacerse en bicicleta, algo muy recomendable con niños, aunque caminar por la ribera del Eume pisando el mismo sendero, el de Os Encomendeiros, que recorrían los monjes benedictinos en el Medievo no tiene punto de comparación. ¡La emoción –y también cierto grado de dificultad, para qué engañarnos- está servida!
Pasarlo «de miedo» en Samaín
Es una de las tradiciones gallegas más antiguas y no puede faltar en esa lista de planes otoñales. De origen celta, esta fiesta en la que vivos y muertos conviven y que en la actualidad se celebra la noche del 31 de octubre, conmemoraba el inicio del nuevo año y de la temporada de cosechas. En Samaín, para que los malos espíritus no se molestaran había que dejarles comida en la puerta de las casas. Una costumbre que fue evolucionando y derivó en otra más divertida para los niños: pedir caramelos por todo el pueblo.
Para celebrar Samaín puedes adornar tu casa con motivos tétricos y animar a los más pequeños a tallar su propia calabaza, que sirve como lámpara improvisada la noche de muertos. Escoge tu disfraz más terrorífico y sal a la calle. Encontrarás muchas localidades donde se vive la fiesta al máximo, como Quiroga en Lugo, Cedeira en A Coruña o Ribadavia en Ourense. Pero en general esta «noche meiga» se disfruta en toda la comunidad con desfiles que emulan a la Santa Compaña, bailes tradicionales y, como no puede faltar en Galicia, ¡mucha comida!
Emma Sexto
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