Padrón: un paseo literario por la cuna de Cela y De Castro
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17.04.2023
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Son dos de las figuras más importantes de la cultura gallega y dos personajes históricos de gran trascendencia que han situado la localidad coruñesa de Padrón en el mapa literario español. Rosalía y Camilo José, Camilo José y Rosalía. Dos autores vinculados a Padrón -uno por nacimiento, otra por experiencias vitales- en los que esta pequeña ciudad “a las orillas del Sar” dejó una profunda impresión.
La huella de Rosalía de Castro en Padrón
El casco viejo de Padrón se extiende, como una retícula de calles y plazuelas, al alcance de quien lo contemple desde el compás del convento del Carmen. El edificio es un curioso baluarte sobre esta ciudad fluvial, con un amplio atrio o balconada que servía como mirador a los peregrinos del Camino portugués antes de recogerse en el refugio junto a la iglesia del convento.
El puente de Santiago, construido a mediados del s. XIX, une las dos orillas del río Sar. Próximo a él, en el paseo del Espolón, se encuentra el monumento a Rosalía, dedicado a la escritora gallega más universal, Rosalía de Castro, que pasó gran parte de su vida en Padrón. A sólo 400 metros de la estatua de Rosalía, en el número 4 de la Calle de Xoán Rodríguez, estaba la casa donde se crió la famosa escritora, aunque de ella sólo queda una discreta placa conmemorativa.
De Castro nació en Santiago de Compostela en 1837 y murió en Padrón en 1885. En ambas ciudades dejó una huella imborrable, como así lo atestiguan los monumentos, escenarios y paisajes relacionados con la escritora que nos encontramos tanto en la capital gallega como en Padrón.
Considerada por el New York Times como “La mejor poetisa nacida en la península ibérica desde la Edad de Oro hasta García Lorca”, Rosalía de Castro bebió de la corriente del Romanticismo europeo para crear algunas de sus mejores obras, ambientadas en Galicia: Cantares Gallegos y En las orillas del Sar.
Uno de sus lugares de residencia en la comarca del Sar fue el pazo de Hermida, en Dodro, ayuntamiento limítrofe a Padrón. Este pazo del s. XII fue el refugio de la autora cuando su madre falleció y en él nacieron sus hijos gemelos: Ovidio y Gala. Allí escribió algunas de sus obras inspiradas en la localidad, como Padrón y las inundaciones.
Paseando por Padrón nos acercamos a los espacios naturales preferidos de Rosalía de Castro: las orillas de su amado río Sar. Hay varias rutas que nos conectan con estos lugares tantas veces recorridos por la autora y mencionados en su obra, como Os Fondóns, en el ayuntamiento de Rois.
En Os Fondóns el río se vuelve protagonista durante un buen tramo del paseo y nos acompaña la sombra de su vegetación de ribera. Varias pasarelas de madera nos ayudan a salvar pequeños desniveles y nos acercan a elementos etnográficos típicos de estas zonas fluviales de Galicia, como el molino de Maquía devorado por la vegetación que todavía conserva su piedra de moler.
Los últimos pasos de De Castro en Padrón nos llevan hasta su vivienda, llamada Casa da Matanza. En ella vivió los años finales de su vida con sus hijos y su marido, el también escritor e historiador Manuel Murguía, creador de la Real Academia Gallega. Juntos fueron los adalides del Rexurdimento galego, un movimiento cultural que trataba de poner en valor la lengua gallega e impulsar el sentimiento de pertenencia a la tierra.
Tras la muerte de la escritora, la Casa da Matanza se restauró y en 1972 se convirtió en la Casa Museo Rosalía de Castro, de visita imprescindible en Padrón si se quiere comprender la vida y obra de la escritora y, al tiempo, ver una casa rural labriega de finales del s. XIX.
Rosalía de Castro fue enterrada en el cementerio de Adina, un singular camposanto con las tumbas bajo tierra. Pertenece a la iglesia de Santa María la Mayor de Iria Flavia, uno de los templos más antiguos de Galicia. Aquí reposaron los restos de la escritora desde 1885 hasta 1891, año en el que se trasladaron al panteón de Gallegos Ilustres de Santiago de Compostela, incumpliendo los deseos de Rosalía, que siempre quiso ser enterrada en Padrón.
Tras los pasos de Cela en Padrón
Aunque Rosalía de castro ya no yace en el cementerio de Adina, se conserva una lápida en su honor, muy cerca de la tumba de otro peso pesado de la literatura española ligado a Padrón desde su nacimiento: Camilo José Cela.
Autor controvertido, Cela no fue contemporáneo de De Castro, ya que nació en 1916, más de 30 años después de su fallecimiento. Sin embargo, ambos permanecen unidos a Padrón y, en esta tesitura, hasta parecen guiñarse un ojo desde la distancia. Como en el paseo del Espolón, en el que encontramos la rotunda figura de Cela sobre un gran pedestal en el que reza simplemente «Cela». De frente, 200 metros más adelante y cerrando el citado paseo está el Monumento a Rosalía, sobre un pequeño estanque en el que mana agua de una fuente.
El premio Nobel Camilo José Cela fue uno de los genios de la novela de posguerra. Creador multidisciplinar, fue periodista, editor y novelista. Escribió obras tan importantes como La Colmena, La familia de Pascual Duarte o Viaje a la Alcarria.
Gran parte de los retazos de su vida y obra se recogen en uno de los museos más completos sobre el escritor, la Fundación Camilo José Cela en Iria Flavia (Padrón). Además de ver objetos personales y profesionales de Cela, con la entrada podrás visitar el Museo do Ferrocarril John Trulock, que fue abuelo de Cela y está considerado como el primer ferrocarrilero, conocido por instalar la primera vía férrea entre Santiago y Padrón.
Enfrente del museo nos observa otro monumento más dedicado a «Don Camilo», un enorme busto que da la espalda al cementerio donde está enterrado y mira con orgullo hacia la Fundación donde se expone su obra.
Mucho más que ver en Padrón
Antiguo puerto de la ciudad de Santiago, dice la leyenda que hasta Padrón llegaron los restos del apóstol Santiago el Mayor desde Tierra Santa en el año 34 d.C. El barco que traía al apóstol se amarró en una gran piedra, conocida como “el pedrón”, término que se convertiría en el topónimo de la localidad: Padrón.
Desde el puerto, el apóstol fue llevado hasta el lugar donde posteriormente se construyó la catedral de Santiago de Compostela, acontecimiento que afianzó la tradición jacobea y su ruta estelar: el Camino de Santiago. Si tienes la curiosidad de ver ese pedrón con el que comenzó la leyenda lo hallarás bajo el altar mayor de la iglesia de Santiago en Padrón, de entrada gratuita.
Seguimos nuestro camino buscando más rincones de Padrón y, cruzando el puente de Santiago, vamos a dar a la fuente del Carmen y al convento del mismo nombre, con una espectacular portada del s. XVIII. Una de las estampas más típicas de Padrón es la del puente con el convento al fondo, enclave muy querido por los peregrinos que siguen su ruta hacia Compostela.
Como espacios de recreo destaca el Jardín Botánico-Artístico. Situado en el centro de Padrón y declarado Monumento Artístico Nacional en 1946, alberga más de 300 especies de flores y árboles singulares como las sequoias rojas o palmeras de Senegal.
Precisamente en el Jardín Botánico nos sorprende el monumento a una de las grandes figuras literarias del s. XIV, Macías O Namorado. Según dicen los padroneses, no hay ninguna prueba que el poeta fuera originario de Padrón, pero tampoco ninguna duda. El banco dos Namorados, instalado en su honor en los jardines, es el escenario ideal que buscan todas las parejas para inmortalizar su amor con una foto.
Si nos alejamos del casco urbano, entrando en Extramundi de Arriba y ascendiendo 132 escalones en un recorrido que simula un via crucis, llegaremos al monte de San Gregorio, popularmente conocido como Santiaguiño do Monte. Es un área recreativa donde cada 25 de julio se celebran las fiestas en honor a Santiago. Todo allí arriba alude al santo: la antigua ermita con su altar dedicado al apóstol y el singular promontorio rocoso donde se alza un crucifijo con la imagen de Santiago.
No podemos despedirnos de este paseo por Padrón sin acercarnos al producto estrella de su gastronomía. ¿Quien no ha comido alguna vez pimientos de Padrón? Se dice que “uns pican e outros non” pero en todo caso están deliciosos y, además de ser uno de los puntos fuertes de la cocina local, se han convertido en todo un reclamo turístico para visitar Padrón.
Los pimientos de Padrón también tienen su historia. En realidad, la denominación de origen es pimientos de Herbón y proceden del convento franciscano de San Antonio de Herbón, localidad situada a 4 kilómetros de Padrón. Fueron unos frailes franciscanos que regresaron de América en el s. XVI quienes trajeron de allende los mares esta variedad de pimientos verdes, pequeños y muy sabrosos, y empezaron a cultivarlos en su convento con gran éxito hasta que se popularizaron.
Decía Cela en su crónica de viaje Del Miño al Bidasoa que “el vagabundo y su primo se habían pasado por la coruñesa calle de los Olmos a comerse dos nécoras y un puñado de pimientos de Herbón”. Cuando el vagabundo pregunta “¿pican?”, el primo sentencia que puede ser, pero que “más pica la sarna y no alimenta”.
No puede haber mejor razonamiento que el de Cela para probar los pimientos de Herbón y, si finalmente pican, imaginar al ingenuo personaje de su novela regando con vino el gaznate de forma apresurada, mientras su pícaro acompañante ríe la gracia a mandíbula batiente.
Emma Sexto