Paisajes de la Costa Daurada para desconectar
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21.09.2018
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Tal vez lo primero que te venga a la mente al pensar en la Costa Daurada sean imágenes de extensas playas de arena dorada o alguna que otra cala entre acantilados. Y no te equivocarás. Pero si un planeta no representa todos los misterios del universo, solo el litoral no puede explicar todo lo que hay en la Costa Daurada.
Cierto que la Costa Daurada se ha labrado una gran reputación como destino de playa, pero si algo define a esta zona de la provincia de Tarragona, son los contrastes, capaces de llevarnos desde las kilométricas playas de la costa a los sorprendentes paisajes montañosos del interior, a los rincones con historia, a los pueblos medievales, a los paisajes escarpados y a las tierras del vino.
Los paisajes del vino en el Priorat-Montsant
Desde Reus, capital del Modernisme, todas las rutas miran al interior de la Costa Daurada. Las carreteras hasta el Parque Natural de la Serra de Montsant son estrechas y serpenteantes, suben y bajan, pasan cerca de pequeños pueblos con casas que se apiñan alrededor de altas torres de iglesias. A medida que avanzamos, aparece en nuestra ventanilla un paisaje vinícola en el que las viñas parecen escalar casi hasta tocar el cielo.
El origen de la DO Priorat está en la Cartoixa de Escala Dei, el lugar donde en el siglo XII, los monjes decidieron asentarse siguiendo el mandato de Alfonso II de repoblar la zona. Con ellos llegó el vino. En 1853, tras la Desamortización de Mendizábal, el monasterio quedó abandonado, pero las ruinas que se pueden visitar gracias al trabajo de acondicionamiento realizado nos muestran el esplendor de antaño. Aquí, con la silueta compacta de la Sierra del Montsant de fondo, es fácil hacerse a la idea de cómo fue vivir en el monasterio con el voto de silencio que regía la vida de los cartujos y del prior.
Para comprender el paisaje del Priorat no basta con observarlo, también hay que catarlo. Para ello bastará con ir a cualquiera de las bodegas o a las cooperativas de la zona para probar vinos de los que ya cuelgan añadas míticas. Y, por supuesto, hay que seguir algunas de las rutas que nos llevan hasta los paisajes más emblemáticos del parque, como son El Toll de l’Ou (‘poza del huevo’) o el Clot del Cirerer («poza del cerezo»), subir hasta el pueblo medieval de Siurana, o llegar al espléndido Balcón del Priorat del Montsant, en la Morera de Montsant. Los más atrevidos alcanzarán las mejores vistas del entorno siguiendo la vía ferrata habilitada.
Cultura y paisaje en la montañas de Prades-Poblet
Una vez que llegas al centro de Montblanc, capital de la Conca de Barberà, parece que viajas a la Edad Media. No es para menos cuando se traspasa uno de los recintos amurallados medievales más hermosos de Cataluña. Una vez en Montblanc, podemos aprovechar para visitar el Centre d’Interpretació de l’Art Rupestre de les Muntanyes de Prades con el que nos acercaremos al contexto histórico de estas montañas que albergan un espléndido grupo de cuevas y abrigos rocosos con muestras de extraordinarias pinturas rupestres. Un conjunto que fue declarado, junto con otras zonas mediterráneas, Patrimonio Mundial por la Unesco en 1998.
Para profundizar en el paisaje hay que desplazarse hasta Prades. Poco queda de la antigua muralla que protegía a la villa, pero sí se conserva aquel tono que la llevó a ser conocida como la “vila vermella” (la villa roja). Todos los pasos llevan al mismo lugar, a la Plaça Major, donde destaca la espléndida iglesia gótica de Santa María y donde el sonido del agua que vierte la icónica fuente esférica marca el paso del tiempo.
Muy cerca, en la calle de la Muralla, sigue nuestra visita hasta el Centre d’Interpretació de les Muntanyes de Prades, donde nos revelarán algunas pistas interesantes para descubrir este mágico entorno, como la Roca Foradada, un gran arco natural al que se llega tras 2 km de ascensión desde el propio municipio, o las ermitas de Sant Roc y de la Mare de Déu de l’Abellera.
Sin duda, la mejor época llega con el otoño, porque las montañas de Prades son tierra de setas. Hay diferentes rutas micológicas: si queremos encontrar níscalos y negrillas, lo mejor son los bosques próximos a la Mussara y los Motllats. El bosque de Castellfollit, con el bosque pintado de Poblet y una gran diversidad micológica, es una buena opción para ir a “cazar” setas en familia.
Desde Prades, nuestro viaje puede continuar hasta el imponente Monasterio de Poblet, el conjunto cisterciense habitado más grande de Europa, Patrimonio de la Humanidad desde 1991, y el Paraje Natural de Interés Nacional de Poblet, enclave que coincide con la interesante Ruta del Císter.
Espacio de Interés Natural de la Albereda de Santes Creus
Precisamente siguiendo la Ruta del Císter, que enlaza los tres monasterios de Poblet, Vallbona de les Monges y Santes Creus, llegaremos a nuestro siguiente paisaje natural, en la Vall del Gaià.
Ya en la Comarca de l’Alt Camp y junto al río, encontraremos el Espacio de Interés Natural de la Albereda de Santes Creus, un enclave fluvial de gran belleza que fue incluido en la red Europea Natura 2000 y que, dada la presencia de sus múltiples fuentes naturales, posibilitó que se fundara en 1158 el real monasterio de Santes Creus, el único de los tres monasterios de la ruta que hoy ya no alberga vida monástica. Lo cual, por otro lado, posibilita recorrerlo sin ninguna limitación.
Uno de sus elementos arquitectónicos más emblemáticos es el fantástico rosetón que domina el muro exterior del presbiterio. En el interior, y flanqueando el altar mayor, descansan las tumbas de Pere II el Gran, de Jaume II y Blanca d’Anjou con una riqueza de detalles suntuosa.
La silueta del conjunto monástico de Santes Creus destaca por encima de la vegetación, a muy pocos metros del Espacio de Interés Natural de la Albereda de Santes Creus. La importancia de este bello lugar, que atrae a miles de viajeros durante todo el año, está en ser uno de los pocos bosques de ribera y en la gran concentración de ejemplares de olmos (la mayor del sur de Cataluña). La riqueza del enclave hizo que los monjes del monasterio de Santes Creus usaran el margen izquierdo del río Gaià como huerto de plantas medicinales y zona de meditación para los monjes.
Hoy, junto a la alameda, la meditación ha dejado paso a un área de picnic con bancos y mesas. Pero el silencio acompaña del mismo modo. Tan solo el correr del agua, el roce de las hojas y el canto de las aves serán los sonidos que nos envolverán en las caminatas que hagamos por la zona. Hay un recorrido de una hora mínima de duración que nos lleva por los alrededores del monasterio para conocer el pont de pedra, la Font del Camp o la Creu de Terme.
Espacios de mar en la Costa Daurada
Siguiendo el curso del río Gaià llegamos a su desembocadura junto a la playa de Tamarit, con su espectacular castillo medieval dominando el espacio. Pocos kilómetros más allá se encuentra la población de Torredembarra. Sus playas son un aperitivo perfecto al litoral de Tarragona de arenas finas y aguas templadas. Desde la misma población y hacia el sur, la Costa Daurada abre un amplio abanico de paisajes de esencia marinera hasta llegar a l’Ametlla de Mar y el Cap de Santes Creus.
Sin embargo, lo más divertido será conocer el litoral desde el mar. En El Vendrell hallaremos uno de los paisajes marinos más sorprendentes de Cataluña: la Reserva marina de la Masia Blanca. Poca gente lo sabe, pero aquí se encuentra la barrera de coral de la Costa Daurada. La Reserva se extiende en una circunferencia de 0,2 millas de diámetro y es un tesoro medioambiental para los amantes del buceo y del snorkel. La mejor forma de disfrutar de esta experiencia es acudiendo al Aula Acuática del Vendrell.
Ya de camino al sur, podemos detenernos en Cambrils. La Torre del Puerto, símbolo del municipio, nos habla de un territorio que ha mirado siempre al mar. En Cambrils podremos conocer el oficio de pescador de primera mano, enrolándonos en un barco pesquero por un día.
Siguiendo más al sur, hacia el límite de la Costa Daurada, llegaremos a Mont-roig, lugar donde Joan Miró halló la inspiración y que por ello forma parte de la interesante ruta de los genios que recorre algunos de los paisajes culturales más importantes de la Costa Daurada. Mont-roig, junto a Miami Platja, forma parte de la Estación náutica de la Costa Daurada.
Entre los diversos planes que podemos hacer, nada mejor que las rutas en kayak para entrar en contacto con este bello litoral. A los amantes de la comodidad les esperan cómodas excursiones en barco por la costa de l’Atmella de Mar. Otras alternativas van desde ver el atardecer en un velero a una cena con la luna llena mientras las olas nos mecen en una fantástica velada romántica, pasando por conocer el Golfo de Sant Jordi y bañándonos de cala en cala.
Más información | Agència Catalana de Turisme
Escapada Rural
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