El Patrimomio de la Humanidad que protege la provincia de Málaga
Escrito por
15.10.2020
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7min. de lectura
Málaga forma parte del selecto grupo de lugares Patrimonio de la Humanidad de España. Lo es desde el año 2016, cuando la UNESCO reconoció el valor del conjunto de los dólmenes, la Peña de los Enamorados y El Torcal de Antequera con la famosa designación. Tres monumentos culturales y dos parajes naturales de importancia excepcional que ya capturaron poderosamente la atención de cronistas y viajeros desde el S. XVI.
Siglos después, en 1847, el arquitecto Rafael Mitjana y Ardison describió el dolmen de Menga como un templo druida y la viajera Louisa Tenison lo hizo famoso en el mundo anglosajón con su libro Castile and Andalucia. Desde entonces, el Sitio de los Dólmenes de Antequera no deja de atraer a los curiosos. Con su Alcazaba, sus colegiatas, conventos, palacios y su singular gastronomía -con mención especial a su repostería-, Antequera se convierte en la base ideal para aproximarse a este vibrante conjunto declarado Patrimonio de la Humanidad. Su proximidad al aeropuerto de Málaga, la estación de AVE y las estupendas infraestructuras de carreteras convierte a la localidad en todo un centro geográfico de Andalucía.
Los dólmenes de Menga y de Viera
Precisamente, fue la visita al dolmen de Menga la que suscitó en Louisa Tenison un asombro mayúsculo y un sinfín de interrogantes que, en parte, hoy siguen sin respuesta. Esa es la clave de la fascinación que siguen despertando los dólmenes. ¿Por qué y para qué se construyeron hace más de 6.000 años?
Estos megalitos constituyen una de las primeras formas de arquitectura monumental de la prehistoria europea. La visita comienza en el centro de interpretación del Conjunto Arqueológico Dólmenes de Antequera para acto seguido seguir el recorrido marcado. El primer dolmen en aparecer a la vista es el de Viera, el mediano de los tres y el único en tener una orientación astronómica como ocurre usualmente en estos tipos de construcciones.
Acto seguido, en el mismo emplazamiento, llega la estrella del lugar: el dolmen de Menga, el más antiguo del conjunto. Con una longitud total de casi 28 metros, es uno de los más grandes de Europa. El tamaño de sus losas y cobijas son realmente espectaculares. Pero su excepcionalidad no radica solo en sus dimensiones. Según los estudios del arqueoastrónomo Michael Hoskin, el de Menga presenta una orientación singular que va a dar a la Peña de los Enamorados, cuya silueta domina los contornos de la provincia.
El tholos de El Romeral
El Conjunto Arqueológico Dólmenes de Antequera, uno de los ejemplos de megalitismo europeo mejor conservado, no solo lo conforman los dólmenes de Menga y Viera. Hay que contar también con visitar el dolmen del Romeral. Éste último se encuentra a una distancia muy próxima en coche de los dos primeros, sobre un pequeño cerro rodeado de cipreses. Con 95 metros de diámetro, se trata del túmulo más grande de la Península ibérica. Es el más moderno de los tres, construido en el 3.000-2.200 a. C., aproximadamente.
Este salto temporal permite comprobar en el lugar cómo la arquitectura megalítica fue evolucionando. Su modo de construcción es muy peculiar, con pequeñas hileras de piedras apiladas por filas que se van aproximando a la cúpula. Su orientación, al igual que la de Menga, está dirigida a un hito geográfico, en este caso a la Sierra del Torcal, y en concreto al punto de mayor elevación, el Camorro de las Siete Mesas.
El Torcal de Antequera
Tras la experiencia casi mística de acceder a tales espacios gigantescos creados a base de piedras y de ingeniería prehistórica, toca recorrer uno de los paisajes más espectaculares de Málaga. El Torcal se encuentra a unos 16 kilómetros de Antequera, siguiendo la orientación del Tholos del Romeral.
A más de 1.200 metros de altitud sobre el nivel del mar, la contemplación del paraje natural del Torcal de Antequera es de las que no se olvidan nunca. Es inconfundible ese conjunto de rocas calizas erosionadas a lo largo de millones de años que han ido adquiriendo formas caprichosas y que, en muchas ocasiones, desafían a la propia gravedad. Ahí está el Tornillo -declarado Monumento Natural- o la Maceta, la Esfinge o el Indio. En las capas calcáreas se han encontrado gran cantidad de fósiles incrustados. Son el recuerdo de que estas tierras una vez estuvieron cubiertas por el mar. Hoy, el Mediterráneo queda algo más lejos, aunque no tanto, que las playas de la Costa del Sol están a menos de 60 kilómetros.
Desde el corazón del paraje natural, parten tres rutas de senderismo señalizadas que permiten una inmersión total por los principales escenarios que muestran la singularidad del torcal y su morfología particular. Se puede optar por la ruta verde de un kilómetro y medio de recorrido circular como la más asequible para todos los públicos; la amarilla de 3 kilómetros; o la naranja, con 3,6 kilómetros de distancia total. Se escoja la que se escoja, no debería faltar ver el atardecer prehistórico desde el Mirador de las Ventanillas, con vistas privilegiadas hacia la Sierra de las Nieves.
Para vistas privilegiadas, también las nocturnas. La altitud del paraje natural de El Torcal de Antequera permite disfrutar del cielo nocturno sin problemas de contaminación. Además, las formaciones rocosas se convierten en un anfiteatro excepcional. Para los más interesados, el Observatorio Astronómico del Torcal programa sesiones con charlas y exposiciones variopintas. En agosto, se convierte en un lugar ideal para disfrutar del espectáculo de las Perseidas.
La Peña de los Enamorados
La cuarta de las coordenadas protegidas bajo la denominación de Patrimonio de la Humanidad es la Peña de los Enamorados. Su nombre se debe a una trágica leyenda sobre dos enamorados. Él cristiano y ella musulmana; pero eso no fue suficiente impedimento para que ambos se enamoraran. Desafortunadamente, como sus religiones les impedía unirse en matrimonio decidieron huir, con la mala fortuna de que fueron alcanzados en la cima del peñón. Antes de dejarse capturar y que los separaran de nuevo, decidieron lanzarse al vacío.
Más allá de las leyendas, esta formación geológica es un peñón de curiosa silueta que se observa en gran parte de la vega antequerana. Son muchos los que se sienten atraídos por ascender sus cerca de 900 metros de altura. El esfuerzo, sin duda, bien vale la pena, ya que desde arriba se tienen vistas excepcionales de toda la comarca. Aunque para disfrutar de la peña no hace falta calzarse las botas, también se puede contemplar desde la alcazaba árabe de Antequera. Desde allí, es fácil vislumbrar cómo la forma del peñón se asemeja a la de una persona tumbada que mira al cielo. Dicen que cuando el sol pinta de destellos rojizos la peña es para recordar para siempre la sangre de aquellos dos jóvenes enamorados.
José Alejandro Adamuz
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