Cómo fue la Península en el tiempo de los dinosaurios

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20.04.2021

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Por mrganso

Los fósiles, una vez expuestos en el viril del museo, recuerdan a obras concebidas por un orfebre. Como si el hueso natural hubiera sido podado de carne, abrillantado incluso, al igual que un ebanista repasa la madera con su garlopa y su guillame.

Pero los fósiles, en su estado natural, no son tan evidentes. A veces se confunden con piedras, otras veces están fundidos en el paisaje de tal modo que parecen como un insecto palo camuflado con el entorno. Sin embargo, los paleontólogos, con paciencia y esmero, extraen cada pieza como si siguieran un hilo de Ariadna que orienta hacia el pasado.

Si las magdalenas retrotrajeron a Proust a su infancia vía pituitaria, los fósiles hacen lo propio con la historia natural por sus formas, piezas de un inmenso puzzle biológico. En ese sentido, la Península ibérica es uno de los lugares más excepcionales del mundo.

Mioceno madrileño

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Por DariuszSankowski

Hace 14 millones de años, cuando Península se encontraba en el Mioceno medio, es decir, cuando los dinosaurios se habían extinguido pero los humanos aún no habían nacido, Madrid era una sabana muy árida (apenas caían aquí 200 milímetros de precipitaciones al año, con períodos de sequía de 10 meses), como sugiere este estudio.

Ello nos facilita el imaginar la Península Ibérica repleta de animales muy diferentes a los actuales, como nos muestra el yacimiento paleontológico de Somosaguas (donde cada año se desentierran unos 400 fragmentos de huesos fosilizados). Porque en nada se parecía el ecosistema de la Península al que ahora conocemos. Por ello, aquí se han hallado, por ejemplo, restos de mastodonte juvenil, de Anchiterium (caballo de baja estatura), una especie de jabalí primitivo (Retroporcus complutensis), etc.

Fontanars dels Alforins. Por Pepe Gandía

En Valencia, en una sima de Fontanars dels Alforins conocida como el Avenc de Joan Guitón, también se recuperó no hace mucho un esqueleto casi completo de leopardo europeo prehistórico (Panthera pardus), el esqueleto más completo de un leopardo prehistórico que se conoce.

No solo hay pruebas directas de ello, sino indirectas. En 22 sitios asturianos, 31 de Cantabria, 6 del País Vasco Peninsular, 12 de la Meseta (incluyendo aquí por un lado a Cáceres y por otro a Albacete), 4 de Portugal, 1 de Huesca, 7 de Cataluña y Levante y 16 de Andalucía también han aflorado extraordinarias muestras de animales ya extinguidos representados en arte rupestre paleolítico que  abarcan una decena de especies de ungulados en sentido amplio (incluyendo entre ellos el mamut), 5 de carnívoros (oso, zorro, mustélidos, felinos y focas) 1 cetáceo y 3 clases más de los restantes vertebrados.

Dinosaurios peninsulares

Tras asimilar hasta qué punto estas tierras albergaron animales inimaginables, un clima impropio y, en general, un ecosistema que podría confundirse con el de otro continente alejado varios husos horarios de nosotros, resulta más sencillo dar un salto más atrás en el tiempo para toparnos con las innumerables muestras de fósiles de dinosaurios.

El descubrimiento del sauropoda, un nuevo tipo de dinosaurio con una masa que oscila entre las 40 y 48 toneladas, es un buen ejemplo de ello: fue el animal más grande que haya existido en Europa. Y los restos fueron encontrados por el equipo liderado por Rafael Royo-Torres de la Fundación Conjunto Paleontológico de Teruel-Dinópolis.

El Aragosaurus ischiaticus fue el primer dinosaurio saurópodo descrito en España 1987 en Galve (Teruel). Es muy antiguo, hasta el punto de que es el único dinosaurio del Hauteriviense (entre 136 y 130 millones de años) que se encuentra en España. También es el ejemplar más completo de Europa. Desde entonces, en la provincia se han localizado numerosos restos, muchos pertenecientes al Jurásico Superior, de hace entre 160 y 145 millones de años.

Cuenca es, junto a Teruel, la provincia donde se han realizado los descubrimientos de mayor importancia internacional. Básicamente, todo procede de dos yacimientos de la zona: Las Hoyas y Lo Hueco. El dinosaurio más famoso de los encontrados en la provincia es el llamado ‘Pepito’ o Concavenator corcovatus (cazador jorobado de Cuenca), por el peculiar bulto que sobresale de su espalda.

En Salas de los Infantes, Burgos, además de muchos dinosaurios (vivían cerca de los ríos, y en el Cretácico Inferior varios de estos ríos se dirigían al mar atravesando la provincia), también se halló una tortuga prehistórica muy cinematográfica (y literaria): la tortuga terrestre y ‘chepuda’ Larechelus Morla (bautizada así en honor de Vetusta Morla de La Historia Interminable).

En 2014, en el yacimiento de Orcau (Lleida), también fue extraido un cuello de un titanosaurio de más de cinco metros de longitud localizado por investigadores del Instituto Catalán de Paleontología Miquel Crusafont (ICP) y de la Universidad de Zaragoza.

Durante gran parte del Mesozoico, Cataluña estuvo cubierta por el mar. A pesar de ello, los fósiles terrestres también son importantes, particularmente en el Prepirineo, donde se han encontrado huesos, huellas y hasta huevos de dinosaurio. Con todo, uno de los hallazgos más trascendentales del terciario catalán fue el Pierolapithecus catalaunicus, un simio encontrado en Hostalets de Pierola, provincia de Barcelona.

Más al noroeste, en una franja de 60 kilómetros de litoral en el que se ha encontrado un gran número de huellas y huesos de especies marinas y terrestres del Jurásico, desde Gijón y hasta Ribadesella se extiende la costa de los dinosaurios de España. Entre las más de 500 pisadas halladas en esta zona destacan las de los pterosaurios (reptiles voladores) y los estegosaurios.

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Por DariuszSankowski

También en Asturias se han encontrado numerosos fósiles de almejas coexistieron con los dinosaurios en los mismos hábitats y fueron pisoteadas por estos grandes reptiles. Los nombres elegidos para estas nuevas especies, que vivieron en Asturias hace 152 millones de años, rinden homenaje a localidades costeras asturianas (Colunga, Lastres, Abeu o Playa de La Griega) y al Museo Jurásico de Asturias (MUJA). Así se han bautizado, por ejemplo, como Asturianaia colunghensis, Asturianaia lastrensis y Mujanaia abeuensis.

Los dinosaurios, y los monstruos en general, resultan fascinantes. Por un lado por su tamaño, propios de una película de kaijus, pero también porque nos retrotraen a una época tan distinta a la nuestra que resulta a todas luces alienígena. Son magdalenas fosilizadas de Proust. Fuente de inspiración de películas como Jurassic World. Una forma de contemplar, a través del viril del museo, cómo podría ser el pasado remoto de la tierra (asfalto mediante) que ahora pisamos.

Sergio Parra

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