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La idea de ponerse a remojo es una fantasía de las mejores para muchas de las personas que viven en España durante la temporada veraniega, sobre todo desde los últimos años. Las sucesivas olas de calor hacen que el día a día sea una travesía por un horno que solo baja su temperatura por las noches y, en ocasiones, no demasiado. Quienes viven en el extremo norte del estado quizá no experimenten esa sensación de cocción –o al menos no de una forma tan constante– pero no es motivo para rechazar un baño, sobre todo en lugares tan espectaculares como la piscina de agua salada de la localidad asturiana Tapia de Casariego.
“Los orígenes de la piscina hay que buscarlos a finales del siglo XIX, cuando se construyó la cetárea que estuvo en funcionamiento durante una buena parte del siglo XX”, explica el alcalde Pedro Fernández García. Para quienes no estén familiarizados con el término, una cetárea es un vivero de mariscos y otros animales marinos destinados al consumo que está en comunicación con el mar.
Con el paso del tiempo, el uso original del espacio fue cambiando y se orientó a lo que es ahora de una forma orgánica, sin planificación en un principio. “Esta estructura que durante años estuvo abandonada, empezó a ser utilizada por los lugareños como zona de baños. Hacia el año 2010 se decidió reformarla, eliminando las ruinas que había y darle formalmente el uso que ya se le estaba dando por la población”, sostiene el regidor.
El arquitecto Jovino Martínez Sierra fue quien llevó a cabo el proyecto de remodelación del espacio, que se encuentra en el paseo de la Guardia. Su intervención respetó todo lo que pudo la estructura original para que no entrase en conflicto con el entorno natural. Para llegar a la zona de baño hay escaleras y rampas y, como explican en la web del Ayuntamiento: “su principal característica es la madera, que cubre la práctica totalidad de la instalación, y que en gran medida estará destinada a que la gente pueda tomar el sol”.
La piscina lleva el nombre de Antonio Alonso Bedia ‘Toño del Moderno’. Según cuenta el alcalde “Toño fue un tapiego que pasó la última etapa de su vida laboral como empleado municipal y fue el primero de los cuidadores de esta instalación”. “Se dedicaba en cuerpo y alma a ella, tanto como empleado municipal como en época estival cuando coordinaba el servicio de socorrismo. Un movimiento vecinal empezó a recoger firmas para que llevase su nombre y el Ayuntamiento decidió atender la propuesta”, sostiene.
Cómo funciona la piscina natural de Tapia de Casariego
Como todas las piscinas, esta también necesita ciertas acciones de mantenimiento para mantener su salubridad y su atractivo para los bañistas. En Tapia de Casariego han sabido aprovechar la estructura y el funcionamiento del Cantábrico para hacerlo: de esta manera se ahorra dinero y se aprovechan los recursos naturales. “El agua se renueva por una compuerta que conecta con el mar”, detalla Fernández García. “Para ello es necesario contemplar el estado de la marea (cuando es bajamar y cuando pleamar) y si las mareas son vivas o muertas. Todo esto influye para la renovación del agua y la limpieza del fondo de la piscina”, comenta.
La entrada es libre, aunque sí tiene aforo para que la comodidad y la seguridad de las personas que la utilicen esté garantizada. El edil dice que: “La zona para tomar el sol puede albergar unas 30 personas, en función de la separación que haya entre cada uno. La zona de baño puede llegar a una capacidad de 50 personas”.
En los días en los que el sol y la temperatura aumenten aún más el atractivo quizá haya colas para acceder a ella, porque se ha convertido en uno de los puntos preferidos de vecinos y visitantes del municipio. El propio alcalde indica que: “Resulta increíble el atractivo de esta instalación. Son cientos las personas que preguntan por ella y que incluso llaman al Ayuntamiento y a la Oficina de Turismo interesándose por su uso y funcionamiento”.
Qué más hay en Tapia de Casariego
Tapia de Casariego es una de las localidades más famosas de Asturias en cuestión de veraneo y un lugar de referencia para los aficionados al surf. Desde hace más de 20 años –se celebró por primera vez en 1971– este pueblo acoge un campeonato mundial de esta disciplina deportiva, declarado de Interés Turístico Regional. Está dedicado a la memoria del surfista australiano Peter Gulley y tiene lugar durante la Semana Santa (finales de marzo o principios de abril). Asimismo, también es conocido por el Festival Intercéltico d’Occidente que se celebra cada agosto y es uno de los eventos culturales más importantes de la zona.
Para conocer esta villa, los visitantes pueden dar un paseo por San Blas, la zona más antigua y por el barrio marinero de San Sebastián. En el centro del pueblo se pueden ver el edificio del ayuntamiento, construido en 1864 y la iglesia de San Esteban, curiosa por su arquitectura.
Pero de los ‘hits’ es, sin duda, la Isla del Faro, que está unida al puerto de Tapia de Casariego por un espigón de 100 metros. La luz de esta linterna gigante de tercer orden guía a los barcos desde hace más de siglo: se inauguró el 1 de septiembre de 1859 y se modificó en dos ocasiones: 1922 y 1962. Su electrificación data de 1944.
Además, el pueblo tiene diferentes miradores desde los que disfrutar de unas vistas envidiables. Uno de ellos es el mirador de La Guardia, que está ubicado sobre el puerto. Asimismo es remarcable el mirador de Os Cañóis, que se asienta sobre un fortín defensivo que se construyó en 1780 para protegerse de los piratas bajo el mandato de Carlos III. Desde este punto se observa parte de la costa asturiana y también de la de Lugo. También es interesante el mirador del Monte, situado cerca de un santuario homónimo en la parroquia de La Roda.
Carmen López
Soy periodista y escribo sobre cosas que importan en sitios que interesan desde hace más de una década.
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