5 planes culturales en Castilla-La Mancha
Escrito por
31.03.2022
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11min. de lectura
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Castilla-La Mancha es tanto un paisaje natural como cultural. Multitud de autores han recorrido este territorio al que le acompaña una ingente bibliografía con autores de diversas épocas. Uno de los últimos en incorporarse es Sergio del Molino, quien dio con una definición acertada de esa España que se ha dado en llamar “vacía” o “vaciada”. En su ensayo dice que esa España es en realidad un “país dentro de un país”. Y eso es exactamente lo que se encuentra el viajero que se acerca Castilla-La Mancha, un país dentro de un país. Una región evocadora, auténtica y artística a la que encaminarse para acabar encontrando la esencia de uno mismo. Éste es un viaje por tierras castellanomanchegas, pero es sobre todo, un viaje a nuestro mundo interior.
Chinchilla de Montearagón (Albacete)
Desde la carretera, el castillo de Chinchilla aparece alzado sobre el cerro de San Blas casi como si fuera una luna orbitando junto a la villa, que permanece a sus pies. Es más que un monumento, todo un símbolo de Chinchilla de Montearagón. El municipio celebrará en 2022 tres hitos importantes que dan cuenta de la riqueza patrimonial y cultural que se concentra en él: el VI Centenario del título como ciudad concedido por el Rey Juan II de Castilla, el 24 de abril de 1422; el I Centenario de la Iglesia de Santa María del Salvador como Monumento Nacional; y el 40 Aniversario del Museo Nacional de Cerámica, toda una referencia para la alfarería española. Y es que durante mucho tiempo, Chinchilla de Montearagón fue capital de provincia y Albacete una de sus aldeas. Hoy está declarado como Conjunto Histórico Artístico y pasear por sus calles supone un verdadero viaje en el tiempo, muy adentro, al interior del corazón histórico de Castilla-La Mancha.
La Plaza de La Mancha funciona como un verdadero centro neurálgico de la ciudad. Hay ahí una buena cantidad de edificios interesantes que visitar. Está la Torre del Reloj, el Ayuntamiento, el Arco de la ciudad. También, la Iglesia de Santa María del Salvador, que mezcla elementos arquitectónicos y decorativos renacentistas, góticos, barrocos y neoclásicos. Su cabecera capta la atención de todos los visitantes. Es desde la plaza que se alcanza con facilidad cada uno de los rincones de la ciudad, transitando sus callejuelas estrechas y adoquinadas, perfectas para recorrer cual flanêurs rurales, disfrutando de la calma y el lento paso del tiempo. Alrededor, las terrazas se animan especialmente en verano.
Sigue el repertorio con otros muchos monumentos, el convento de Santo Domingo, el de Santa Ana, la ermita de San Antón, los baños árabes o las cuevas bajo la muralla, con sus chimeneas blancas excavadas en la roca como capirotes de nazarenos, los mismos que por otra parte protagonizan la Semana Santa de Chinchilla, fiesta de interés turístico regional.
Campo de Montiel (Ciudad Real)
Un equipo multidisciplinar formado por más de veinte expertos de la Universidad Complutense de Madrid trató de encontrar durante años la solución a uno de los enigmas más célebres de la literatura universal: averiguar cuál es ese “lugar de la Mancha de cuyo nombre no quiero acordarme…”. Estos científicos, expertos en Sociología, Matemáticas, Filología o Geografía concluyeron finalmente con su estudio que el lugar muy probablemente fuera Villanueva de los Infantes.
Emociona al viajero encontrarse en esta comarca, el Campo de Montiel, que se extiende al sur de Castilla-La Mancha, y por donde don Quijote transitó en busca de aventuras. Un espacio geográfico que en definitiva representa también un espacio interior, el de la búsqueda personal en la que todos estamos inmersos a lo largo de la vida. Pero no quedan ahí las referencias literarias; recorrer el Campo de Montiel es encontrarse también con Quevedo, cuyos restos parecen ser los de la cripta de Santo Tomás, situada en la iglesia parroquial de Villanueva de los Infantes. También aparecen por la comarca Jorge Manrique y hasta Santa Teresa de Jesús en lo que supone todo un viaje literario y gastronómico… Embutidos, queso manchego, el pimiento de Villanueva de los Infantes o el aceite de oliva Campo de Montiel (D.O.)… están siempre en la mesa en platos tradicionales o de vanguardia para que el viajero sacie el apetito.
Recorriendo el Campo de Montiel encontrarás otros interesantes lugares y localidades como Alhambra, la antigua Laminium ibero-romana que hoy presume de un museo y un recorrido tematizado por sus calles; Montiel con su castillo de La Estrella que cada campaña arqueológica arroja interesantes datos; Villahermosa con su imponente iglesia parroquial de la Asunción, y al sur Terrinches con los yacimientos arqueológicos de Castillejo del Bonete y La Ontavia. Y así se podría seguir… pudiendo el viajero marcar en el mapa más de una veintena de municipios que aglutinan la esencia rural y natural del Campo de Montiel, por el cual según Cervantes en El Quijote “y era la verdad que por él caminaba”.
Belmonte (Cuenca)
Dicen que es un pueblo con castillo; pero, en realidad es mucho más. De hecho la belleza de Belmonte ha servido como escenario para un buen número de películas. Su fortaleza del siglo XV y su centro histórico, donde predomina la monumentalidad y el color blanco de las fachadas encaladas, han vivido los rodajes de películas históricas como “El Cid” (1961), “El caballero Don Quijote” (2002) o “Los señores del acero” (1985). Pero antes, mucho antes de que los hermanos Lumière hicieran posible eso de soñar con el cine, Belmonte ya fue el escenario real por el que se pasearon los protagonistas de la historia de España, sobre todo desde el siglo XIV.
Uno de ellos fue el infante Don Juan Manuel, señor de Belmonte y primer duque de Villena, sobrino de Alfonso X El Sabio y autor de “El Conde Lucanor”. Él fue el encargado de amurallar Belmonte y levantar un alcázar en 1324, al que convertiría en su palacio. Aunque poco queda de los rigores medievales en el confortable palacio del Infante don Juan Manuel actual, que cuenta incluso con spa. Casi un siglo después, nació en el mismo palacio otro ilustre personaje, don Juan Pacheco, al que la historia lo convertiría en uno de los personajes más influyentes del reino de Castilla, capaz de hacer sombra al mismísimo rey Enrique IV.
Y de aquellos tiempos, estos monumentos. El viajero deberá señalar bien en su mapa los lugares de interés, comenzando claro está, por el poderoso castillo gótico-mudéjar, donde se celebra anualmente el Torneo Internacional de Combate Medieval. Siguen la monumental Colegiata de San Bartolomé, que presume de tener la primera sillería de coro historiada de España; y también el Convento de los Jesuitas, la Casa de Comedias, la Ermita de Nuestra Señora de Gracia, las puertas de la muralla y los diferentes rincones de calles y plazas. Por supuesto, conviene no olvidar los atardeceres, sencillamente inolvidables.
La Alcarria (Guadalajara)
La zona más literaria de Guadalajara es la Alcarria. Pero de las realidades que Cela descubriera hace más de medio siglo en “Viaje a la Alcarria” (1948) poco queda. En el prólogo del mismo decía que “la Alcarria es un hermoso país al que a la gente no le da la gana de ir”. Años más tarde en «Nuevo Viaje a la Alcarria» (1987), ya realizado cuando era un escritor famoso, dejó escrito: «La Alcarria es un hermoso país al que la gente ya le va dando la gana ir…». De seguir vivo y pudiera escribir una nueva versión, en la actualidad diría algo así como que la Alcarria es un hermoso país al que la gente ya suele ir con ganas. Sobre todo, si se tiene en cuenta el éxito de Brihuega en julio, con la Floración de la Lavanda, por ejemplo. Pero Brihuega además de su festival, posee un patrimonio histórico digno de descubrir. Conserva buena parte de su muralla, su castillo de piedra bermeja y tres iglesias imprescindibles (la de San Felipe, la de San Miguel y la de Santa María de la Peña), además de la Real Fábrica de Paños, un edificio muy singular.
A solo una hora de Madrid, los pueblos de la Alcarria en Guadalajara forman parte de una Castilla-La Mancha aún poco conocida. Fueron veintidós exactos los que visitó el premio Nobel de Literatura en su primer viaje por estas tierras, desde Guadalajara hasta Zorita de los Canes. Pueblos como Torija, Alocén, Córcoles, Cifuentes, Pastrana o Trillo…, todos pequeños y muy cerca los unos de los otros. En concreto, la Alcarria lo es todo menos un lugar vacío: hay iglesias con un románico espectacular, bosques de cipreses, casonas nobiliarias, castillos como el de Zorita de los Canes y su parque arqueológico de Recópolis, un monasterio cistercense en Santa María de Monsalud…, comida sabrosa y tiempo calmo. Quienes quieran adentrarse por ellos junto a Cela deberá comenzar su aventura en Torija, en cuyo castillo se encuentra el Museo de Viaje a la Alcarria y el Centro de Interpretación de la provincia de Guadalajara (CITUG).
Campana de Oropesa (Toledo)
La comarca más occidental de la provincia de Toledo es un universo por descubrir. Tierra fronteriza en las estribaciones de la Sierra de Gredos, salpicada por dieciocho pueblos hechos de granito, adobe y tapial. De todos ellos, Oropesa funciona como centro y otorga toponimia.
Entre sus monumentos están Nuestra Señora de la Asunción, la Iglesia de San Bernardo, el convento de la Misericordia o de Los Franciscanos, la casa natal del Beato de Orozco, el Palacio de doña Elvira… Un ingente patrimonio que no hace más que revelar la importancia política y civil que ostentó en el pasado la villa. Pero sobre todo destaca en el paisaje el Castillo de los Álvarez de Toledo (siglo XII).
Este conjunto defensivo consta de tres edificios: el Castillo Viejo, de origen árabe y compuesto por cuatro torreones circulares; el Castillo Nuevo, de 1402 y declarado monumento histórico artístico en 1923; y el Palacio de los Álvarez de Toledo, o Palacio Nuevo, un Parador Nacional que ha llegado a albergar a Frank Sinatra entre sus paredes. En todo caso, el majestuoso castillo que domina en lo alto desde Oropesa es el punto de partida de una ruta monumental, plagada de vestigios romanos, árabes y medievales. El escenario perfecto para celebrar las Jornadas Medievales, Fiesta de Interés Turístico Regional, que cada año por primavera concentra a un buen número de visitantes.
Desde Oropesa se puede hacer una inmersión por estas tierras de mucha historia y de municipios donde es fácil imaginar el pasado, como Calzada de Oropesa, donde destacan el convento de Agustinas Recoletas (siglo XVII) y la iglesia Nuestra Señora de la Asunción (siglo XVI) que se divisan imponentes nada más acercarse al lugar. No hay que olvidar el retablo plateresco de Caleruela, el verraco celta de Alcolea de Tajo, el rollo de Torrico (siglo XV) y muchos más emocionantes secretos.
Son muchos los pueblos de calles sinuosas y colores cálidos, de casas bajas, rodeados de olivos y encinas, en los que ir haciendo un alto en el viaje. Son lugares todos ellos de tradición y artesanía, especialmente de los bordados y de la cerámica. Lagartera con sus exquisitos bordados, y Puente del Arzobispo con su cerámica declarada Patrimonio de la Humanidad por la Unesco (declaración compartida con la de Talavera de la Reina) son pues dos paradas imprescindibles para conocer la artesanía que se produce desde hace siglos, generación tras generación, en la provincia de Toledo.
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José Alejandro Adamuz
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