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Aunque tiene aspecto de delicada bolsa transparente, la medusa cofre (Chironex fleckeri) tiene unos sesenta tentáculos que pueden crecer hasta tres metros de largo. Cada tentáculo tiene millones de ganchos microscópicos llenos de veneno. Cada medusa alberga suficiente veneno como para matar a más de 60 seres humanos. Una picadura puede llegar a matar en cuestión de minutos.
En las costas de Queensland y otras playas del trópico puede sorprendernos una de estas medusas, también llamadas «aguijones marinos», y originarlos un dolor y un padecimiento difícilmente imaginable. Algunos señalan que es un dolor incluso superior al de una puñalada. El escritor norteamericano Bill Bryson intenta describirlo así en su libro En las antípodas al hablar del caso de una víctima en Hollow Beach, en 1992:
El joven se arrastró fuera del agua, cubierto de rayas como latigazos donde los tentáculos de la medusa lo habían rozado, y sufrió un ataque de temblores. Poco después llegó la ambulancia, lo llenaron de morfina y se lo llevaron para atenderlo. Y esto es lo peor: incluso inconsciente y sedado no paraba de gritar.
Afortunadamente, hace poco, investigadores de la Universidad de Sydney, han descubierto un antídoto gracias a las nuevas técnicas de edición genética CRISPR.
Medusas en el Mediterráneo
En el Mediterráneo no hay esta clase de medusas, y de hecho las que hay no suelen ser letales. Las más comunes en aguas mediterráneas son las Aurelia Aurita, transparentes con tonos azulados o rosas. En los machos, las gónadas son blancas o amarillas, y en las hembras, rosas o moradas. También conocida como medusa sombrilla, medusa luna, medusa platillo o medusa de cuatro ojos, pican, pero no de manera muy dolorosa.
Además, si vemos una medusa no debemos temer que venga a por nosotros, porque no les interesamos en absoluto. Simplemente, se dedican a cazar otra clase de presas y si estamos por el medio nos rozarán. De hecho, las medusas ni siquiera tienen cerebro. Y son casi todo agua, hasta el 95%. Solo poseen, como sistema nervioso, un conjunto de células especializadas.
Así que suelen viajar a la deriva con el plancton, dejándose arrastrar por la corriente. En general, se dejan llevar, como las bolsas de plástico. Son cazadores pasivos y no les interesan los humanos en ningún sentido: se alimentan principalmente de plancton y otros pequeños invertebrados como poliquetos, protozoos, diatomeas y ctenóforos.
Es verdad que tienen cierta locomoción: una suerte de motor que funciona originando ondas con contracciones de su umbrela (la cabeza), pero solo les sirve para desplazarse en distancias cortas y no les permite resistir a las corrientes. Así que las medusas llegan hasta las costas sencillamente si hay plancton y las corrientes son favorables. La razón de que las veamos más en verano es simple: nos bañamos con más frecuencia. También influye que las altas temperaturas pueden favorecer corrientes que las arrastren hacia el litoral desde mar adentro, ya que el agua del fondo tiende a calentarse y ascender.
Otro factor relevante que propicia la llegada de las medusas es la salinidad del agua: en años secos, los ríos bajan poco cargados, así que el agua marina es más salada. En verano, con la evaporación, estas zonas se salinizan mucho y las medusas tienden a ir hacia ellas como si fueran partículas de hierro siendo atraídas por un imán.
Si últimamente nos da la impresión de que cada vez hay más medusas precisamente se debe al hecho de que las temperaturas del mar están elevándose debido al cambio climático. Un estudio liderado por investigadores del Instituto Español de Oceanografía (IEO) sugiere de hecho que el ritmo al que aumentan la temperatura y la salinidad de las aguas del Mediterráneo occidental se ha acelerado desde mediados de los años noventa, y apunta a que la temperatura de la superficie sube hasta dos grados por siglo.
La temperatura óptima para estos animales oscila entre los 9 y 19 °C, sin embargo se pueden encontrar también en aguas cálidas. Las medusas suelen llegar a las playas arrastradas por los temporales de levante, pero viven en bancos unos kilómetros mar adentro (cuidado si te bañas en alta mar). Algunas de las zonas del Mediterráneo donde las encontramos con más frecuencia y en mayor proporción son el Mar Menor, las playas de Cádiz y Málaga, y en parte de la Costa Brava.
¿Qué hacer si te pica una medusa?
Si una medusa nos pica, lo principal es no salir del agua inmediatamente porque el agua salada del mar permite que la infección no se extienda. Acto seguido, sin rascarnos ni tocarnos la picada, hay que acudir a un puesto de socorro.
No hay que hacer nada más. Ni usar arena (que puede infectar la herida) ni orinarse encima (que también puede empeorar el pronóstico). Puesto a elegir, sin embargo, es más recomendable la orina antes que la arena: un ácido, como el de la orina, podría neutralizarlas, aunque no es la mejor de las soluciones. En el caso de que algún tentáculo de la medusa haya quedado adherido a la piel, es preciso quitarlo, pero siempre empleando para ello guantes para evitar entrar en contacto o utilizar unas simples pinzas. Echar un poco de vinagre puede ayudar a desprenderlo de la piel con más facilidad.
El dolor intenso por la picadura suele durar entre treinta minutos y una hora, y los síntomas de la picadura remiten en un plazo corto, generalmente de no más de tres días.
Al menos, no todo es malo en las medusas. En Asia, particularmente en China e Indonesia, se emplea para consumo humano. El modo más común de consumirla es después de haberla hervido y macerado con aceite de sésamo. Si alguien ha sido picado recientemente por una, quizá hasta sienta cierto placer vengativo en ese momento.
Sergio Parra
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Quería comentar el artículo sobre el motivo de que ahora haya más medusas en el mar Mediterráneo. Soy biólogo y puedo afirmar que el motivo principal de la proliferación de las medusas es la falta de depredadores que las consumen.
Desde hace décadas el ser humano ha invadido (casi) todas las playas para hacer edificios y ese espacio es el que utilizaban las tortugas para reproducirse. La consecuencia es que cada vez hay menos tortugas que se coman las medusas. Además, muchas tortugas mueren por ingerir plásticos que flotan en el agua (y parecen que sean medusas). Sin tortugas que se comían ingentes cantidades de medusas, éstas proliferan y nunca ha habido tantas.