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Las etiquetas a los lugares parecen decir mucho, pero en realidad dicen poco. Es lo que sucede con la ciudad de Aveiro, conocida como una de las “Venecias de Europa” cuando es mucho más. Lo suficiente como para ser uno de los destinos turísticos imprescindibles de Portugal.
Ahí está el barrio de Beira Mar, que concentra la esencia de la ciudad entre sus callejuelas, las viejas casas, el olor a sal y la universidad, que la dota de animación cultural. También las playas de Costa Nova y Da Barra, con esa belleza atlántica que atrae a tantos visitantes; y los mouliceiros, arriba y abajo por la ría poniendo todo el color.
Una ciudad pegada a la ría
En realidad lo que da personalidad a Aveiro, a muy poca distancia de Oporto y Coimbra, es la ría y sus salinas. Su historia va de la mano de la ría homónima, una de las más bellas de Portugal. El topónimo más antiguo que se conoce de Aveiro hacía mención a las salinas: “Suis terras in Alauario et Salinas”. Así se refería a Aveiro la condesa Muniadona Díaz en el año 959.
El retroceso del mar dejó una serie islas y de canales que dotaron a la ciudad de una belleza muy peculiar: la ría de Aveiro se extiende a lo largo de una amplia zona pantanosa de unos 50 kilómetros que es rica en la pesca de la anguila, por ejemplo.
Los moliceiros son uno de los símbolos de Aveiro. Se trata de unas naves tradicionales de singular decoración que se utilizaban para recoger el moliço, un alga que era usada para abonar los cultivos de la zona. Hoy, cuando las economías se han desarrollado, estas naves se han convertido en una atracción turística.
Diversas empresas ofrecen paseos en moliceiros en circuitos que nos ponen en contacto con el medioambiente y la historia. No hay que perder detalle en cómo están decoradas con pinturas artesanales con temas satíricos, incluso con tono picante y religioso. Auténtica historia popular de la ría.
¿Qué hacer en Aveiro?
Hay que olvidarse del coche porque lo más interesante de Aveiro se debe hacer paseando. Nos espera la ciudad tras las marismas y la ría. El barrio de Beira Mar, el antiguo barrio de los pescadores con sus casas de piedra pegadas al canal y la colada tendida al sol, está lleno de rincones con encanto.
La esencia de la ciudad está aquí. Está en la pintoresca Praça do Peixe, ejemplo de la arquitectura de hierro en Aveiro, que de día funciona como un mercado de pescado y de noche se anima con los estudiantes de la universidad. También está en la Catedral, con su imponente campanario, o en la fachada barroca de la iglesia de la Misericordia, en los azulejos y en los bellos edificios modernistas que salpican la ciudad, reconocida como ciudad-museo del modernismo en Portugal.
Conviene guardar tiempo para visitar la Fábrica da Vista Alegre, donde están las famosas porcelanas. Los amantes de la arquitectura también pueden acercarse hasta el Campus Universitario de Aveiro, un estupendo museo de arquitectura portuguesa contemporánea al aire libre. Aquí se ubican obras de firmas como la de Siza Vieira o Souto Moura, entre otros muchos. Además, cerca del campus está el museo de Aveiro, un convento de Jesús del siglo XVI con una de las mejores colecciones de arte sacro de Portugal.
Dicho todo esto, una vista a Aveiro nunca estará completa sin probar los ovos moles (huevos blandos). La confitería Peixinho, la más antigua de la ciudad, los fabrica desde 1923. Los ovos moles son dulces de yema de huevo, azúcar y agua con forma de peces o conchas que inventaron las monjas del convento de Jesús.
Playa en Aveiro
Una forma estupenda de acabar con nuestra visita a Aveiro es pasear por sus playas y ver el atardecer. A tan sólo doce kilómetros, Costa Nova fue un antiguo lugar de veraneo con bellas casas de madera (conocidas como palheiros), pintadas con franjas muy coloridas. En una de ellas se alojó el escritor Eça de Queiroz.
Muy cerca está la Reserva Natural das Dunas de São Jacinto, que se puede descubrir a través de senderos interiores entre dunas móviles, bosques de pinos silvestres, fina arena, matorrales, charcas de agua dulce y garzas.
Otra opción es la playa de Barra, un arenal larguísimo que no suele estar demasiado ocupado. Se llega siguiendo un camino de tablones de madera que terminan en la fina arena. A un lado, la playa está protegida por un cabo, por lo que es más tranquila para el baño. Por el contrario, la zona sur de la playa es más apta para los amantes de las olas. Hacia el norte, al fondo, se ve el faro de Aveiro, que con unos 60 metros es el más alto de Portugal y da al paisaje ese aire medio romántico de los faros.
José Alejandro Adamuz
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Vendríamos con nuestro coche.
2 matrimonios, 4 personas.
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Antonio Claramunt. 659499666
Precioso. Mucho color, calles acogedoras. El paseo en moliceiro por los canales es imprescindible, así como la propia visita.