Conocida como la villa de los puentes, de ahí su nombre (que no tiene nada que ver con como se llaman ollas en esta zona), Potes también es la villa de las torres de los Picos de Europa.
Destacan de manera especial la torre del Infantado, hoy actual sede de exposiciones y fantástico mirador al pueblo y sus alrededores, y la torre del Orejón de la Lama, también del siglo XV. Ambas torres se encuentran a orillas del río Quiviesa, antes de conocerse como río Deva y adentrarse en el impactante Desfiladero de la Hermida.
Que un pueblo enclavado entre las altas montañas de los Picos de Europa tenga tantas y tan buenas construcciones medievales es extraño. Sobre todo teniendo en cuenta que apenas llega a los 1.500 habitantes. Pero la capital del valle del Liébana, Potes, siempre fue un lugar muy atractivo.
Hoy es el punto de partida de cualquiera que desee aventurarse en el Parque Nacional de los Picos de Europa, ya sea para hacer rutas en mountain bike, para recorrer alguno de los senderos de largo recorrido que serpentean por las montañas o, simplemente, para subir en el funicular de Fuente Dé hasta alguna de las cumbres del valle de Áliva, en la zona este del parque nacional.
Potes, el pueblo de familias nobles
En tiempos medievales, el llano terreno de Potes era donde tenían lugar las luchas entre las poderosas casas de los Mendoza y los Manrique, familias nobles que se disputaban estos cotizados terrenos repletos de verdes pastos, buenas lluvias y profuso en lugares de culto cristiano, como el monasterio de Santo Toribio de Liébana o la coqueta iglesia de Santa María de Lebeña, cuya historia merece ser escuchada de la propia guía del templo, de tanto cariño que transmite al contarla.
El monasterio de Santo Toribio de Liébana merece una mención especial, pues en su interior se conserva el mayor trozo conocido del Lignum Crucis, la cruz en la que supuestamente se crucificó a Jesucristo, originando el camino de peregrinación de la ruta Lebaniega, que empieza en la villa marítima de San Vicente de la Barquera para terminar en el monasterio, a escasos kilómetros de Potes.
Y a parte de paisajes, historia y religión, en esta villa declarada conjunto histórico artístico también hay lugar para el buen comer y el buen beber, siendo el orujo la bebida tradicional de la zona, aunque en los últimos años también están surgiendo buenos vinos.
Fecha importante para recordar es principios de noviembre, cuando se celebra la fiesta en honor a tan preciada bebida espirituosa, cuyos productores locales se esmeran en hacer mejor año tras año para conseguir la Alquitara de Oro, el reconocimiento al mejor productor del año.
El valle del Liébana es una de las zonas más bonitas de Cantabria, con su escarpado paisaje y suave clima mediterráneo, pudiéndose visitar fácilmente en un fin de semana, aunque como siempre, es mejor disponer de un poco más de tiempo para disfrutar plenamente del valle.
Potes es un buen punto de partida para establecernos, ya que tiene una variada oferta de alojamientos y restaurantes de muy buena calidad.
En una visita de fin de semana al valle del Liébana, recomiendo visitar en pintorescos pueblos, donde reina la calma, como Tudes, elegido pueblo más bonito de Cantabria en 2010; Cahecho, el mejor mirador que hay a los Picos de Europa (en días despejados); o el regio Mogrovejo, fácilmente reconocible por su torreón.
Hay muchos más pueblos y rincones con encanto en el valle de Liébana, pero prefiero que los descubras en tu propio viaje, para que así los disfrutes más. Lo que está claro es que Potes nunca decepciona.
Víctor Gómez
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