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La orografía puede cambiar en cuestión de segundos y en cualquier momento. Un claro ejemplo es la erupción volcánica que vivimos hace escasos años en La Palma, originada por el volcán Tajogaite y que creó alrededor de 47 nuevas hectáreas, cambiando la fisonomía, la orografía y ganando terreno al océano. Otro fascinante ejemplo son las montañas que pueden o bien crecer gracias a la colisión de las placas continentales, o incluso ir perdiendo altura a causa del cambio climático, terremotos, erosiones, entre otros muchos factores.
Resulta increíble ver cómo nuestro planeta cambia cada día y descubrir cómo varios fenómenos y estructuras geológicas han influido en ese cambio. Hoy nos centramos en los diapiros, los cuales están más cerca de casa de lo que pensamos. En Cataluña encontramos la llamada Montaña de sal de Cardona que crece cada año y se acentúa con el agua de la lluvia (favorece la erosión del suelo y las rocas). Sin irnos muy lejos también está el diapiro de Poza de la Sal (Burgos), Cabezón de la Sal (Cantabria) o el de Pinoso (Alicante). Hablamos de formaciones poco frecuentes y que suelen llamar mucho la atención ya sea por sus colores o relevantes valores a nivel científico, educativo y cultural.
Qué es un diapiro y sus curiosos orígenes:
El término diapiro proviene del griego y significa “atravesar”. Se trata de una masa móvil que intrusiona y se va abriendo paso poco a poco a través de las rocas. Son estructuras formadas por materiales de baja densidad y con mucha plasticidad y, como es el caso de las sales, con las presiones generan una ascensión hasta la superficie. Estos curiosos fenómenos suelen tener un estrato de sal o yeso que se encuentra en las profundidades y están recubiertos por otros sedimentos.
Este proceso dura millones de años y, como es el caso de la famosa Montaña de sal de Cardona, sigue creciendo gracias a la erosión de las precipitaciones aunque a ojo humano no pueda percibirse. Su crecimiento es real y tal y como establece la Agència Catalana de Turisme: “Se trata de una cavidad de la que se tiene acceso a 120 metros, aunque en realidad es un diapiro de casi dos kilómetros de longitud”.
Suelen desarrollarse en fallas profundas y sus componentes acostumbran a ser sales, yeso y anhidrita. Gracias a las presiones que reciben van avanzando poco a poco hacia el exterior creando estas curiosas formaciones (suelen tener forma cilíndrica) y proceso conocido con el nombre de diapirismo.
Así es el diapiro más grande de Europa está en España
Así es, el diapiro más grande y uno de los más “perfectos” que existen se encuentra en Poza de la Sal, Burgos. Se trata de un afloramiento de masas salinas con forma de cráter y que está ubicado en lo que hace millones de años era una entrada de agua salada. Esta sal se fue evaporando y con el paso del tiempo, la deposición de varios sedimentos y varios fenómenos geológicos, la sal ha ido ganando terreno y ha podido ir avanzando hasta crear este fascinante “volcán”. Llama la atención ya que justo en medio sobresale un pico que por el momento no se ha visto afectado por la erosión.
Tal y como se informa desde el Ayuntamiento de Poza de la Sal: “Morfológicamente presenta la disposición de un gran circo o depresión elíptica en los materiales mesozoicos del Cretácico, con un diámetro de 2,5 x 2 km aproximadamente. En su fondo destaca un importante afloramiento de ofitas (pico) además de los materiales evaporíticos del Keuper”.
Gracias a los suelos ricos en sal, se crearon las salinas y toda la explotación minera que más tarde acabaría posicionando a la pequeña población en los mapas. Como curiosidad, el ayuntamiento de Poza de la Sal establece que: “ la Corona siempre tuvo propiedades en la salinas” y que fue hogar de Félix Rodríguez de la Fuente, zoólogo, biólogo autodidacta, expedicionario, escritor, presentador de documentales y colaborador en RNE (El hombre y la Tierra, entre los principales).
Montaña de Sal de Cardona, Cabezón de la Sal y el diapiro de Pinoso:
Los diapiros son muy distintos los unos de los otros, mientras que la Montaña de sal de Cardona forma parte del Plan de Espacios de Interés Natural y es Parque Cultural, anteriormente fue una de las minas de sal potásica más importantes del mundo. Tiene 120 metros de punta pero su estructura nos recuerda a la de un iceberg ya que en total suma unos casi 2km de profundidad. Llama la atención ya que tan solo está a escasos 100 km Barcelona y sus colores son una mezcla entre tonos grises, blancos y rosados.
Otro fenómeno único es el que encontramos en el diapiro salino de Cabezón de la Sal, en Cantabria. Este diapiro ha sido explotado durante siglos y su nombre viene dado por la cantidad de años de extracción de sal y por ser una de las principales fuentes de riqueza. Tal y como se informa desde el ayuntamiento de la población: “Cabezón de la Sal es un pueblo antiguo en cuyo origen está el negocio de la sal. Hay noticias de su explotación desde el siglo IX”.
Por último, el domo salino de Pinoso es otro de esos fenómenos fascinantes que tenemos en la península, en Alicante. El Cerro de la sal tiene un relieve circular de unos 4km, se eleva unos 300 metros y se dice que es uno de los mejores ejemplos de diapiro Triásico clásico. Ofrece un recorrido de aproximadamente 8 km y los asistentes pueden conocer cómo y cuándo se depositó la sal, cuándo se formó y qué minerales podemos encontrar en ella.
Alba Feliz
Redactora, productora audiovisual y graduada en turismo y dirección hotelera. Creo firmemente que viajar abre la mente y permite conocer otras realidades que quizás desconocemos. Me apasiona la fotografía analógica (la de toda la vida) y darle una oportunidad a los destinos menos conocidos.
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