El pueblo medieval que vio nacer a El Quijote de Cervantes
Escrito por
22.04.2024
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Rascafría es un pueblo de origen medieval, situado a una hora de Madrid, con un entorno natural que encanta a los viajeros. Con la sierra de Guadarrama como telón de fondo y el río Lozoya serpenteando por el valle, el lugar se ha convertido en un destino turístico de éxito asegurado.
En sus 150 kilómetros cuadrados, el municipio ofrece un gran abanico de posibilidades al visitante, desde excursiones por la nieve con raqueta, hasta rutas en bici o visitas a una iglesia y un convento de imponente arquitectura. Es más, por si esto fuera poco, la localidad ofrece incluso la posibilidad de ver cascadas o viajar a Finlandia sin salir de Madrid haciendo senderismo por su frondoso bosque Finlandés.
Cuna del Quijote
Sin embargo, son pocos los que saben que en este pintoresco pueblo tuvo lugar un acontecimiento crucial que marcó el inicio de El Quijote, la obra inmortal de Miguel de Cervantes Saavedra (1547-1616).
La primera edición de la novela salió a la venta el 16 de enero de 1605, y la localidad madrileña tuvo mucho que ver en ello, ya que el papel utilizado para los 1.700 ejemplares que se imprimieron se fabricó en el molino de los Batanes. Así, podría decirse que Rascafría es la cuna de El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha, uno de los hitos más importantes de la literatura mundial.
A cargo de los monjes
Los monjes de la Orden de la Cartuja fueron los encargados de gestionar durante años este molino de papel que abasteció a la villa hasta la desamortización de los bienes del clero en el año 1835.
Hasta ese momento, los cartujos iban y venían desde el monasterio del Paular hasta los Batanes a través del Puente del Perdón, utilizado en la época para la celebración de juicios populares en los que se indultaba o mandaba a la horca a aquellos que hubiesen cometido algún delito.
Las primeras páginas sobre las aventuras y desventuras del que quiso ser caballero andante por tierras manchegas se elaboraron a partir de pulpa de trapos de lino y algodón, ya que el de celulosa todavía no se utilizaba.
Después, fue la imprenta de Juan de la Cuesta, en la calle Atocha de Madrid, donde se imprimió esa primera edición, compuesta por 664 páginas y 52 capítulos. En el lugar se encuentra actualmente la Sociedad Cervantina, donde el visitante puede observar una réplica exacta de la imprenta que se utilizó.
Según la oficina de cultura y patrimonio de la Comunidad de Madrid, ya en algunos documentos del siglo XV “se atestigua la existencia de oficiales encargados del funcionamiento de un molino de papel o molino batanero, del que salió el papel para la editio princeps de El Quijote de Cervantes”.
Más tarde, “tras la desamortización y, sobre todo, con la administración y control de las aguas del Lozoya por parte del canal de Isabel II, a finales del siglo XIX y principios del XX, tanto los molinos como el resto de estructuras hidráulicas de la finca quedaron en desuso o se arruinaron”.
El Quijote cautiva a los indígenas mexicanos
Este hito de la literatura se ha traducido a más de 140 idiomas, siendo así una de las más traducidas en el mundo, además de estar en el top cinco de las obras más leídas del planeta con más de 500 millones de ejemplares impresos.
Muestra de la popularidad de la obra de Cervantes es que hasta “dos artistas indígenas tradujeron a su idioma un compendio de la famosa novela y lo ilustraron en pencas de maguey como una forma de fomentar la lectura en los niños y fortalecer la lengua hñahñu, hablada por los pueblos otomíes”, explica la Asociación de Cervantistas.
Las segundas partes ¿fueron buenas?
Seguramente os suene aquella frase de “nunca las segundas partes fueron buenas”. Muchas fuentes apuntan al Quijote como la primera obra que la incluyó y aunque no se ha podido demostrar que el dicho provenga del mismísimo Cervantes, nadie mejor que él para desmontarlo de pies a cabeza.
Muchos se preguntarán por qué decimos esto, y es que, hasta este hito de la literatura tuvo sus horas bajas, nada más nacer en 1605. ¿El motivo? Pues recurrimos a ese otro dicho de “vísteme despacio que tengo prisa”, y es que la primera edición se publicó a todo gas para adelantarse a la segunda parte de Guzmán de Alfarache, una novela picaresca escrita por Mateo Alemán. El resultado fue que la obra de Cervantes se imprimió por primera vez con más de 1.000 erratas.
A pesar del incuestionable éxito de la obra del Quijote, este no llegó al alcanzado por la de Mateo Alemán, según afirman desde la Biblioteca Nacional de España. Eso sí, para Cervantes, las segundas partes fueron mejores.
Así, en vísperas del Día del libro, que se celebra este martes, se antoja oportuno explicar la intrahistoria de uno de las obras más mundialmente conocida de nuestra literatura y cómo la primera andanza del ingenioso hidalgo de Don Quijote de la Mancha tuvo lugar en Rascafría, un tesoro histórico en la sierra de Guadarrama.
Verónica Gómez
Periodista, madre de Hugo y Enzo a tiempo completo e investigadora incansable, diría que hasta cuando duermo. Antes en Crónica Global, El Liberal y El Mundo Catalunya
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saludos a todos los viajeros como yo en mi visita a Guadarrama