5 pueblos de España donde «vivieron» las brujas
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14.10.2022
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Mujeres lúgubres, amigas de los sapos, vestidas de negro, con sombrero de pico y que se mueven volando en una escoba. Son las malas en los cuentos infantiles, que envenenan manzanas para que la princesa se duerma hasta que aparezca el príncipe, que hechizan a las personas para que actúen a su antojo y maldicen a aquellos que se atreven a enfrentarse a ellas. Seres a los que ahuyentar. Su figura viene muy bien para mantener a los niños a raya: si no te portas bien, aparecerá la bruja.
Pero, más allá de la literatura, en la Historia (sí, con mayúscula) se ha señalado como brujas a mujeres que transgredían las convenciones sociales. Especialmente durante los siglos de la Inquisición: no fue una buena época para las adúlteras, las solteras, las curanderas y, en general, para cualquiera que no siguiera los preceptos de la religión católica. Por supuesto, también hubo brujos, pero en el imaginario colectivo la que destaca es la señora vestida de negro, que lleva sombrero de pico y es amiga de los sapos.
Con el tiempo, la percepción del personaje ha cambiado y, por ejemplo, por parte del feminismo –la pensadora Silvia Federici (autora de Calibán y la bruja) o el colectivo de acción directa W.I.T.CH. – se las ha reivindicado como ejemplo de mujer empoderada: usaban sus escobas para escapar de su casa y dejar de barrer, se reunían con sus amigas alrededor de la hoguera por la noche para sus aquelarres y tenían relaciones libertinas con demonios en forma de machos cabríos. Entre otras cosas.
España estuvo llena de brujas o, al menos, eso se refleja en libros y documentos que, sobre todo, recogen las condenas y castigos a los que se las sometió. Puede que a escala mundial los más famosos sean los juicios de Salem (en Estados Unidos), pero los de Zugarramurdi (Navarra) tampoco se quedan atrás. Los primeros inspiraron una obra de teatro firmada por Arthur Miller, Las brujas de Salem y los segundos una película dirigida por Álex de la Iglesia, Las brujas de Zugarramurdi.
Muchos de esos pueblos han hecho de ese pasado brujeril su seña de identidad, con esculturas, espacios típicos de aquelarre, museos o rutas. Lo que en su momento fue vergüenza ahora es orgullo y, de alguna manera, redención para aquellas a las que se las denigró por ser amigas de los sapos.
Dónde vivían las brujas
Zugarramurdi
Situado al norte de Navarra, en el siglo XVII el pueblo vivió un suceso terrible en el que falleció un número importante de personas. La iniciadora fue María de Jureteguía, vecina del pueblo, quien confesó que participaba en aquelarres y que junto a ella había más habitantes del lugar.
Así empezó una caza que acabó con Estevanía de Navarcorena, Juana de Telechea, María de Jureteguía y María Pérez de Barrenechea, detenidas primero, y con Miguel de Goiburu, Juanes de Sansín, Graciana de Barrenechea, Juanes de Goiburu y María y Estevanía de Yriarte después. Así hasta llegar a 29 acusados. Fueron juzgados por el tribunal de la Inquisición de Logroño. Algunos murieron en la hoguera, otros en la cárcel y otros fueron condenados a cadena perpetua.
Actualmente, el pueblo cuenta con un Museo de las Brujas, ubicado en un típico caserío navarro y en el que se puede conocer a fondo la historia de aquel triste suceso que ha hecho famosa a la localidad. Pero también tiene otros atractivos como la imponente cueva natural de dos galerías creada por “la insistencia” del arroyo Orabidea y que se llama, precisamente, Sorginen Leizea (cueva de las brujas en castellano). Asimismo, se pueden hacer rutas de senderismo por los alrededores o admirar la arquitectura de los caserones del pueblo.
San Salvador de Coiro
Según se decía, las brujas se reunían después de medianoche en la playa de Áreas Gordas para recibir al diablo, que se presentaba en forma de macho cabrío y las poseía. El hecho más extraño es que la campana de la iglesia de San Salvador de Coiro tañía sola para convocar a las participantes de aquellos encuentros. La noche de San Juan era la más especial para aquel oscuro colectivo y, de hecho, aún se conoce como la ‘noite meiga’ (noche de brujas) en Galicia.
La mencionada torre de la iglesia es obra de los los maestros Novás de Tui y fue construida en el siglo XVIII. Se sitúa en un punto alto desde el que se puede ver la ría de Vigo y todo el pueblo de Coiro, que pertenece al municipio de Cangas do Morrazo, en Pontevedra. Y, aunque la costa supone un gran aliciente para su visita, no se puede olvidar el Espacio Natural Protegido Carballeira de Coiro, poblado de robles, abedules y alisos.
Montilla
El mismísimo Miguel de Cervantes contó la historia de Leonor Rodríguez, una de las brujas ajusticiadas en este pueblo de Córdoba, en su libro El Coloquio de los perros. Era la más famosa de Las Camachas, el sobrenombre con el que se conocía al grupo de cinco brujas condenadas por el tribunal de la Inquisición de Córdoba en el siglo XVI.
Leonor se había formado para su labor e incluso había viajado a Granada para aprender de otra hechicera. En su pueblo impartía clases particulares a las que querían iniciarse en el oficio y gracias a ellas tenía una especie de pequeña empresa, ya que algunos de los encargos de sus clientes los derivaba a sus socias. Pero la orden de los Jesuítas la denunció ante las autoridades y 22 vecinos del pueblo declararon como testigos del caso confirmando su condición de bruja. Junto a ella se juzgó a otras cuatro brujas, que pertenecían a su clan.
Fue condenada a recibir cien azotes mientras circulaba subida en un burro por Córdoba y después por su propio pueblo, del que fue desterrada durante diez años. Además, le impusieron una multa de 56.250 maravedís, una suma más que considerable para la época. Volvió al pueblo cuando terminó su condena.
Los interesados en la historia de este grupo de hechiceras se pueden encontrar la casa en la que se supone que vivían paseando por las calles del pueblo. Montilla también es conocido por la calidad de sus vinos, el aceite de oliva y una pastelería llamada Manuel Aguilar, a la que cada año la Casa Real hace un pedido de sus excelentes dulces.
Trasmoz
Ubicada en Zaragoza, en esta aldea se celebra un concurso para elegir la bruja del año, tiene un Museo de la Brujería, cada verano acoge la Feria de Brujería, Magia y Plantas Medicinales del Moncayo y es el único lugar excomulgado por la Iglesia Católica de España.
Por si fuera poco, Gustavo Adolfo Becquer se recluyó una temporada en el monasterio de Veruela (situado en Vera del Moncayo, cerca de Trasmoz) y desde allí escribió Rimas y leyendas, donde cuenta algunas de las historias brujeriles del pueblo, alguna relacionada con su castillo, del que aún se conserva la Torre del Homenaje.
Soportújar
Olvidar este pueblo de la Alpujarra si se trata el tema de las brujas no sería de recibo. En su barranco se encuentra la cueva del Ojo de la Bruja, a la que se accede a través del puente de las Brujas. En su interior se puede ver una figura de una bruja con su escoba, rodeada de objetos propios de su condición como un caldero, un jabalí o una mesa en la que depositar los ingredientes para sus pócimas. El visitante le puede pedir un deseo si lanza una moneda a la cueva. Las brujas no trabajan gratis.
Cerca del puente también hay una escultura de una de estas hechiceras y en el mirador Embrujado hay una fuente con forma de brujas removiendo un caldero, recipiente que también se encuentra reproducido por otros rincones de la localidad. Un buen enclave, sin duda, para celebrar la Feria del Embrujo como se hace cada agosto en el pueblo.
Pero no todo son pócimas y escobas: Soportújar –que recibe dicho nombre por sus soportales– acoge también el centro budista Osel Ling, que lleva en funcionamiento desde 1980 gracias a Lama Yeshe y Lama Zopa Rimpoché. El propio Dalai Lama lo visitó en 1982 y le dio el nombre que tiene ahora, que significa ‘Lugar de luz clara’. Sirve como alojamiento para el retiro pero también como centro de acercamiento al budismo. No todo van a ser sapos y escobas voladoras.
Carmen López
Soy periodista y escribo sobre cosas que importan en sitios que interesan desde hace más de una década.
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Infórmense sobre el pueblo de la Cernégula en Burgos, lugar de reunión de Castilla
Les recuerdo q Zugarramurdi pertenece a la Comunidad Foral de Navarra, y no al País Vasco como lo indican en la introducción del artículo. Un poquito más de rigor. Gracias.
¡Gracias por tu comentario, Mikel! Ya hemos corregido 🙂
Increíble la forma de hacer referencia a las mujeres que quemó la iglesia católica por medio de la Inquisición por hacer ritos ancestrales anteriores, que tienen que ver con la creencia en la madre tuerra.
Qué habléis de «brujas» directamente y las vistais con gorro negro de pico y escoba, es poco menos que denigrante.
Las » ajusticiaron» entre comillas y asesinaron por no seguir las normas de la iglesia.
Por favor, un poco de neutralidad.
Ya os vale
No confundas País Vasco con la comunidad autónoma y con Euskadi. El País Vasco tiene 7 herrialdes y uno de ellos es la Nabarra del sur donde están las cuevas de Zugsrramundi. Eso es rigor, nos guste o no nos guste
En Veruela Bécquer escribió «Cartas desde mi celda», no «Rimas y Leyendas», si bien muchas de las Leyendas discurren o están inspiradas en Tierras del Moncayo, tanto de Zaragoza como de Soria
Daimiel en Ciudad Real también es pueblo de brujas y con mucho que ver, además de las tablas.
Viladrau también es pueblo de brujas y cada año se hace una representación de cómo las quemaban en la noche de todos Los Santos