Cádiz es la provincia más meridional de la península ibérica. Si el día está despejado, desde Tarifa y muchas de las playas de la conocida como Costa de la Luz, se puede divisar África. Antiguamente, Cádiz fue tierra de fronteras, de ahí a que muchos de sus pueblos lleven “de la Frontera” como apellido.
Pero además de su historia de conquistas y derrotas como la popular batalla de Trafalgar, Cádiz también es rica en yacimientos, como la antigua ciudad romana de Baelo Claudia. Su cultura sureña, donde destaca el patrimonio y el folclore, va siempre acompañada de una deliciosa gastronomía en la que abundan los pescados y el moscatel. Es la seña de identidad de sus pueblos.
Pueblos que salpican esta parte de la costa atlántica, con playas doradas y aguas cristalinas; pero que también se refugian del calor en la sierra, entre frondosos bosques, ríos y manantiales. Escoger solo 8 entre los pueblos más bonitos de Cádiz no ha sido fácil, y es que hay muchos más.
Los pueblos más bonitos de Cádiz
Setenil de las Bodegas
Viajar a Setenil de las Bodegas es como adentrarse en la época troglodita. Parte de su entramado urbano fue levantado al abrigo de las rocas ofreciendo una peculiar imagen. Esto es así porque está incrustada en un tajo que creó el río Guadalporcún a lo largo de los años. Lo podremos ver recorriendo las calles de Cabrerizas, Jabonerías, Herrería, Mina, Cuevas del Sol y Cuevas de la Sombra.
De su época como pueblo almohade aún conserva su fortaleza medieval de los siglos XIV y XV, con su muralla y torreón. Bajo este último, además, encontramos el aljibe árabe, donde se recogía el agua para abastecer la fortaleza. Otros monumentos de interés son la ermita de San Sebastián, que es la primera edificación de Setenil; y la de Nuestra Señora del Carmen.
Desde mediados de los 80, Setenil de las Bodegas está declarado Conjunto Histórico-Artístico y, debido a su belleza y al color de sus casas, forma parte de la Ruta de los Pueblos Blancos de Cádiz. En 2019, además, fue proclamado Capital del Turismo Rural.
Arcos de la Frontera
Es la puerta de entrada a la Ruta de los Pueblos Blancos y está considerado como uno de los pueblos más bonitos de Cádiz. Sus calles angostas y empedradas, en las que destacan las casas blancas y los balcones floridos hacen que Arcos de la Frontera esté declarado Conjunto Histórico-Artístico.
Entre sus monumentos medievales podemos visitar el castillo de los Duques, que data del siglo XV; los restos del recinto amurallado y la puerta de Matrera, de los siglos XI-XIV. También merecen una visita la basílica de Santa María y la iglesia de San Pedro. Hay que destacar que la Semana Santa de Arcos de la Frontera es de Interés Turístico Nacional.
Gracias a su situación, en la sierra de Cádiz, en sus alrededores podemos realizar numerosas rutas y acercarnos hasta el lago de Arcos, donde además de playa fluvial, hay una amplia oferta de deportes náuticos.
Zahara de la Sierra
Con su castillo del siglo XIII situado en lo alto de un cerro, vigilando la sierra de Grazalema y el embalse de Zahara- El Gastor, no es de extrañar que Zahara de la Sierra se haya colado entre los pueblos más bonitos de Cádiz.
Su casco urbano, con calles estrechas y viviendas encaladas, son un reflejo de la arquitectura tradicional andaluza. En él destacan la iglesia de Santa María de la Mesa, la torre del Reloj, la capilla de San Juan de Letrán y el puente de los Palominos.
Un paseo en descenso, por la ladera en la que se sitúa nos permitirá llegar hasta el embalse, un oasis en plena sierra donde poder refrescarnos cuando aprieta el calor y donde podemos practicar deportes acuáticos.
La mejor época para visitarlo es en el Corpus Christi, declarado de Interés Turístico Nacional.
Olvera
También incrustada en la sierra de Cádiz, siguiendo su orografía, encontramos la que fue Capital del Turismo Rural en 2021: Olvera. Un pueblo que se extiende desde su imponente iglesia de Nuestra Señora de la Encarnación y el castillo como un manto blanco y deshilachado sobre el lienzo verde de la sierra.
La fortaleza musulmana, que data del siglo XII aún conserva la torre del Homenaje, los muros y torreones. Y es que, aunque Olvera no lleve detrás “de la Frontera”, al igual que muchos pueblos gaditanos sirvió de frontera en el reino nazarí.
En sus inmediaciones encontramos la reserva natural del Peñón de Zaframagón, una de las mayores colonias de buitres leonados de Europa. Así como la vía verde de la sierra, una antigua línea de ferrocarril reconvertida en ruta para ciclistas y senderistas.
Conil de la Frontera
Un pueblo blanco impoluto cuyas fachadas están repletas de macetas con flores. Conil de la Frontera es una alegría para la vista; aunque también para el olfato y el gusto, pues huele a salitre y sabe a atún. Cómo no va a ser uno de los pueblos más bonitos de Cádiz.
Como recoge en su nombre, igual que otros pueblos gaditanos, aquí estaba una de las fronteras entre los pueblos árabes y cristianos. Por ello, la torre Guzmán, que ofrece las mejores vistas del pueblo, fue levantada en el siglo XIV para proteger a la población de los posibles ataques por mar. De la muralla quedan pocos vestigios, pero aún podemos ver el baluarte, así como la puerta de la villa y dos torres vigía más.
No hay que perderse un paseo por el barrio de los pescadores, ni a la Chanca de Conil, que antiguamente fue el centro de su economía y hoy se puede conocer cómo era la pesca, sobre todo la del atún. Conil cuenta con 14 kilómetros de playas, algunas tan populares como la de Castilnovo.
Los Caños de Meca
Los Caños de Meca forma parte del municipio de Barbate y está situado junto al emblemático faro de Trafalgar, donde tuvo lugar la batalla contra Napoleón. Para acceder hasta el faro hay que atravesar el tómbolo de Trafalgar, declarado Monumento Natural.
Los aires desenfadados de este pueblo lo han dado a conocer como el rincón hippie de Cádiz. No es de extrañar, ya que además de tenderetes de artesanía, cuando el sol comienza a caer Los Caños de Meca se llena de gente que acude a algunos de sus bares de playa, como La Jaima, a ver el atardecer con música relajada. La playa de los Castillejos también tiene ese rollo. Situada junto acantilados de Barbate, esta playa nudista que permite perros suele tener de fondo el sonido de los timbales. Estos acantilados son dignos de una visita, ya que algunas de las paredes alcanzan los 100 metros de altura.
Desde allí podemos acercarnos a Barbate o a Zahara de los Atunes. Algunas de las visitas interesantes son el palomar de la Breña, donde se aprovechaba el estiércol de las palomas para crear pólvora que transportaban hacía América; la torre del Tajo; o senderismo en la sierra del Retín.
El Bosque
Volvemos al interior, a la sierra de Grazalema y a la Ruta de los Pueblos Blancos a conocer una de las localidades más bonitas de Cádiz: El Bosque. Un pueblo de estilo árabe que hace honor a su ubicación, pues está situado entre bosques y manantiales, a los pies del monte Albarracín y junto al río Majaceite.
Fue la segunda residencia de los duques de Arcos y entre su laberinto de calles con casas encaladas podemos encontrar el callejón de la Fragua, una de las más características; el palacio Ducal, su singular plaza de toros, la ermita del Calvario y la iglesia de Nuestra Señora de Guadalupe.
La sierra de Grazalema fue el primer parque natural de Andalucía. Desde El Bosque podemos adentrarnos en él y realizar algunas rutas como la de la Garganta verde, un cañón creado por el río Arroyo del Pinar. O visitar la Reserva del Pinsapar, repleta de bosques de pinsapo. Otra de las rutas muy populares es la que llega hasta Benamahoma.
Chipiona
Cuando pensamos en Chipiona es inevitable no acordarse de Rocío Jurado, su vecina más ilustre. Su recuerdo aún permanece vivo en los habitantes, ya que cuenta hasta con su propia ruta con la que se puede ver su estrella de la fama, la casa donde vivía, la estatua y su mausoleo, entre otras paradas.
Pero, además de seguir los pasos de la Jurado, hay mucho más por ver. Por ejemplo, el faro de Chipiona, que está considerado como el más alto de España; el santuario de la Virgen de Regla, situado junto al mar y que en sus orígenes fue una fortaleza; el castillo de Chipiona, que sirvió como defensa; o la Bodega Museo del Moscatel donde conocer todo sobre este vino milenario.
Debido a su situación junto al mar, después de un paseo por su casco antiguo podemos relajarnos en alguna de sus playas que se extienden en sus más de 14 kilómetros de costa. El agua, que tiene gran contenido en yodo, es como un balneario natural.
Redacción ER
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