Cualquier lugar del mundo querría contar con un prescriptor de lujo como Don Quijote de La Mancha. Y es que la novela de Cervantes es sin lugar a dudas una de las obras de literatura más importantes y universales de la historia de la humanidad.
Desde entonces han sido muchos los que se han querido acercar a sus paisajes infinitos, llenos de silencio con sus trigales y castillos de fondo. Pero más allá de sus tópicos, Castilla-La Mancha es un universo por descubrir, ya sea en coche, caminando, en bicicleta o, por qué no, en un sidecar como el de los personajes de Amanece que no es poco, la mítica película que José Luis Cuerda rodó en escenarios albaceteños. Además, la amplia oferta de alojamientos pone la guinda a una región que cuenta con extraordinarios alojamientos rurales en ubicaciones privilegiadas de cada una de sus cinco provincias.
Albacete: epicentro del surrealismo español
En el sur de Castilla-La Mancha podemos encontrar las abruptas serranías de Alcaraz y del Segura, con escenarios naturales espectaculares. La ciudad de Albacete, considerada la puerta de este maravilloso mundo natural, es una pequeña urbe bulliciosa y dinámica con una gran oferta comercial, gastronómica y de entretenimiento.
El Parque Natural de las Lagunas de Ruidera es el más excepcional y extenso humedal de la región, una colección de 15 lagunas que se reparten Albacete y Ciudad Real. El segundo de los parques naturales que se encuentra en tierras albaceteñas es el Parque Natural de los Calares del Mundo y de la Sima, donde se encuentra el espectacular nacimiento del río Mundo.
En Albacete también aguardan interesantes encuentros con la historia. No en vano, fue en Bazalote donde se descubrió uno de los iconos más bellos de la cultura íbera, la Bicha, que se puede ver en el Museo Arqueológico Nacional de Madrid. Para ver un interesante vestigio de la edad antigua, hay que dirigirse al yacimiento de Libisosa, donde coincidieron íberos y romanos.
O aún más remoto, en Nerpio encontramos pinturas rupestres que son Patrimonio de la Humanidad. Y un encuentro sonado con la historia espera también en Tobarra y Hellín, famosas por las tamboradas. Los coleccionistas de pueblos pintorescos lo tendrán fácil con Alcalá del Júcar, con su espectacular hoz abriéndose camino entre robledales, o en Aýna, la “Suiza manchega” o Alcaraz, con sus dos torres gemelas –la de la Trinidad y la del Tardón– compitiendo en alcanzar el cielo azul casi pegadas, son localidades que no pueden faltar en un road trip por tierras albaceteñas.
Ciudad Real: Aventuras quijotescas
La comarca que se extiende al sur de los Montes de Toledo es el escenario de algunas de las aventuras más célebres de Don Quijote. Bastará llegar hasta los molinos de Campo de Criptana para pensar en aquel episodio en el que Sancho no logró convencer a su señor de que aquello que veía no eran gigantes, sino molinos. Pero además, Ciudad Real guarda más de una sorpresa.
Ahí están los Parques Nacionales de Cabañeros –el ‘Serengueti español’– y el de las Tablas de Daimiel –Reserva de la Biosfera desde 1981– como hitos naturales que atraen a muchísimos viajeros. Pero tal vez sea menos conocido el hecho de que el Campo de Calatrava, tierra fronteriza durante la Reconquista, alberga una asombrosa concentración de cerros volcánicos: se contabilizan 330, y uno de ellos, el cerro Gordo, es el primer volcán musealizado de la Península ibérica.
Muy cerca de semejante espectáculo, aparece Almagro, uno de los polos culturales de Castilla-La Mancha con la celebración anual del Festival Internacional de Teatro Clásico, que tiene lugar en su Corral de Comedias, el único teatro con estructura original del siglo XVII que se conserva en España.
El campo de Montiel, con evidentes reminiscencias quijotescas, y el espectacular Valle de Alcudia y Sierra Madrona, son otros de los destinos que no hay que perderse en tierras de Ciudad Real.
Toledo: con la presencia eterna de El Greco
En el noroeste de Castilla-La Mancha, la provincia posee atractivos que van más allá de la apoteosis monumental de su capital, producto de la convivencia de la cultura judía, cristiana y musulmana. Así que tras rendir honores en el entierro del Conde de Orgaz –el cuadro de El Greco está en la parroquia de Santo Tomé– y pasear por la Ciudad Histórica, Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO,el viajero inquieto debería aventurarse por el resto del territorio provincial. Y para ello el mejor guía es el Tajo.
Precisamente el río regala uno de los escenarios más bellos en las Barrancas del Burujón, donde sus rojos cortados recuerdan a los del Cañón del Colorado. Se contempla en todo su esplendor en el mirador de los Enebros y en el del Cambrón.
Otro lugar de interés natural que no hay que dejar pasar es el Parque Nacional de Cabañeros, auténtica arca con algunas de las especies más características de la fauna ibérica, como el águila imperial o el buitre negro, además del espectáculo de la berrea cada otoño.
Es el otoño momento cumbre para la provincia de Toledo, con los campos de azafrán en todo su esplendor, tiñendo de púrpura el horizonte. La región concentra el 90% de la producción nacional de este “oro rojo” y lo celebra con la Fiesta de la Rosa del Azafrán de Consuegra. Es este buen lugar donde retomar los aires cervantinos. Justo en el cerro Calderico, se divisan doce molinos en fila que transportan directamente al popular pasaje de la novela de Cervantes. A poco menos de 30 km sale al encuentro Tembleque, con su pintoresca Plaza Mayor.
Cuenca: entre ríos
La ciudad abstracta, cubista y medieval de Cuenca, como la describió Camilo José Cela, da la bienvenida al viajero. A buen seguro, la visión de las Casas Colgadas al cruzar el puente de San Pablo acompañarán durante las jornadas que se dedique a conocer todos los secretos de la provincia. A pocos kilómetros de la capital, aguarda la Serranía de Cuenca, lejos de los tópicos de la llanura dorada manchega. El
parque es todo un universo de planes por descubrir.
Beteta sale al paso con la vista del impresionante cañón formado por el río Guadiela, y el Real Balneario de Solán de Cabras, cuyas aguas minerales ya fueron declaradas de utilidad pública por Carlos IV en 1790.
Uno de los lugares más espectaculares es el nacimiento del río Cuervo, que brota entre tobas y helechos, en el término municipal de Vega del Codorno. Los ríos serán los mejores guías para proseguir el viaje. Así, en Tragacete surge la poderosa imagen del Molino de la Chorrera, junto al inicio del río Júcar, una de las cascadas más bellas de Castilla-La Mancha. En las cercanías del nacimiento de otro río, el Escabas, el Parque Cinegético de El Hosquillo y sus osos se antojan como un excelente plan familiar protagonizado por la naturaleza y la fauna. Y siguiendo el curso del río hacia el sur, aparece Alarcón, defensa natural sobre el peñasco tallado por una pronunciada hoz del Júcar.
La Manchuela aparece a modo de transición hacia La Mancha. Con el buen tiempo, los embalses de Alarcón y Contreras se convierten en el espacio ideal para practicar deportes náuticos. Junto al embalse de Contreras y Minglanilla, hay que detenerse en la Reserva Natural de las Hoces del Cabriel, donde el vuelo de algún halcón peregrino pondrá la rúbrica de la belleza en el cielo. Siguiendo con los ríos, el curso del Záncara nos lleva hacia La Mancha conquense, donde destaca la majestuosidad de San Clemente, localidad declarada conjunto histórico artístico.
Guadalajara: esencial de lo medieval en la Toscana española
La zona más literaria de Guadalajara es la Alcarria. Pero de las humildes realidades que Cela descubriera hace medio siglo en su famoso libro queda poco. Ahora gracias a su oferta en alojamientos rurales se disfruta con comodidad de páramos, valles y de las campiñas pobladas de plantas aromáticas. Uno de los símbolos de los nuevos tiempos es Brihuega. Más si se visita en julio, cuando la naturaleza despliega toda su magia colorida en los campos de lavanda y los visitantes acuden a celebrar el
Festival de la Lavanda.
De la Alcarria hacia el norte, a Wad-al-Hayara, que así conocieron los musulmanes a la antigua ciudad romana de Arriaca. Su topónimo actual es mucho más sonoro: Guadalajara. Tan sonoro como la decoración renacentista del Palacio del Infantado. Aquí se reviven los épicos recuerdos en el Torreón de Alvar Fáñez, que alberga un centro interpretativo de los tiempos del Romance del Mío Cid.
Todavía más al norte, hacia el Parque Natural del Barranco del Río Dulce, aparece la monumental Sigüenza, capital del turismo rural en 2017 y una de las ciudades medievales mejor conservadas de España. La esencia medieval ya no se abandonará en toda la provincia, plagada de hitos románicos como el castillo de Atienza.
Peñalén es un buen destino para recorrer el Parque Natural del Alto Tajo. A finales de agosto o principios de septiembre se celebra la Fiesta de los Gancheros, en recuerdo de un trabajo de otros tiempos, de cuando el río servía para llevar la madera de la sierra hasta Aranjuez o Toledo. El viaje tiene su final culminante en otro destacado punto natural: el Hayedo de Tejera Negra. Muy buscado en otoño por el festival de colores que regala de rojos, naranjas y amarillos.
José Alejandro Adamuz
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