Hay alrededor de 100.000 millones de galaxias en el universo, cada una de ellas compuestas aproximadamente por 200.000 millones de estrellas. Si multiplicamos ambas cifras, resulta un número inabarcable. Es un uno seguido de veintidós ceros: diez sextillones de estrellas. Carl Sagan decía que hay más estrellas en el universo que granos de arena, y tenía razón (hay unos cuatro sextillones de granos de arena).
Sin embargo, esas estrellas que vemos surcar el cielo, que en determinados días del año aumentan espectacularmente su número, no son estrellas caídas, sino otra cosa más prosaica. En vez de gigantescas masas de hidrógeno ardiendo, lo que estamos contemplando son pequeños trozos de materia, a veces, de hecho, del tamaño de un grano de arena, que se incendian en la reentrada en la atmósfera terrestre.
Las estrellas fugaces, pues, tienen lugar todo el tiempo, aunque no siempre las veamos. Estamos hablando de partículas de unas pocas décimas o centésimas de milímetro que han atravesado la atmósfera. Básicamente polvo interplanetario de cometas y asteroides que se encienden como si fuera una bengala durante una fracción de segundo. Con suerte, puede que dure un poco más.
Según un nuevo cálculo realizado por investigadores del Centre national de la recherche scientifique (CNRS) y la Universidad de Paris-Saclay, y que se publica en la revista Earth & Planetary Science Letters, cada año aparecen 5.200 toneladas de estas partículas o micrometeoritos. La mayoría de los micrometeoritos probablemente provienen de cometas (80%) y el resto de asteroides. Todo ello se desintegran antes de llegar a la superficie de la Tierra.
El 99 % de esos granos tienen un tamaño aproximado de entre 0,05 y 0,5 milímetros. Algunos, sin embargo, son más grandes. Y proceden de la luna, o de Marte. Algunos pedazos de materia que llegan a la Tierra, eventualmente, son tan grandes que sí que alcanzan la superficie. Si en vez de desintegrarse en el cielo, llegan a la superficie, pasan de llamarse meteoros a meteoritos. La altura a la que el meteoro se hace visible es del orden de 100 kilómetros, aunque depende un poco de la velocidad de penetración.
El 22 de agosto de 1888 en Sulaymaniyah, Iraq, cayó un meteorito que golpeó y mató a un hombre y dejó paralítico a otro. Es lo que documentaron recientemente investigadores de la Ege University (Turquía), lo que sería la prueba de la primera víctima por meteorito. Otros pedazos son tan grandes que han originado cataclismos, e incluso es probable que extinguieran a los dinosaurios. El meteorito conocido más grande conocido tiene 2,7 metros de largo por 2,4 metros de ancho y un peso estimado de 59 toneladas. Fue encontrado en Hoba Oeste, en Namibia.
Los momentos propicios para las lluvias de estrellas
El Meteor Data Center enumera más de 900 posibles lluvias de meteoros, de las cuales unas 100 están bien establecidas. La primera gran tormenta de meteoros en la era moderna fueron las Leónidas de noviembre de 1833. Una estimación de la tasa máxima fue de más de 100.000 meteoros por hora.
Las lluvias de meteoros reciben el nombre de la constelación o estrella brillante más cercana con una letra griega o romana asignada que está cerca de la posición radiante en la cima de la lluvia. La lluvia de meteoros más visible en la mayoría de los años son las Perseidas, que alcanzan su punto máximo el 12 de agosto de cada año a más de un meteoro por minuto. La lluvia de meteoros de las Leónidas alcanza su pico alrededor del 17 de noviembre de cada año. Aproximadamente cada 33 años, la lluvia de Leónidas produce una tormenta de meteoros, alcanzando un máximo de miles de meteoros por hora.
Las más importantes lluvias de meteoros observadas a lo largo del año, así como sus fechas y otros datos técnicos, las podéis contemplar en la siguiente tabla. Cada sección significa lo siguiente:
- El máximo indica la fecha aproximada en que se da el máximo ritmo de lluvia de meteoros. Puede variar en un día de un año a otro.
- La visibilidad es el periodo en que se suele observar la lluvia de meteoros con un ritmo significativamente superior al ritmo medio habitual.
- El radiante es el punto del cielo del cual parecen salir los meteoros de una lluvia.
- La velocidad es la velocidad de choque de los meteoros con la parte alta de la atmósfera.
- El ritmo es el ritmo máximo de caida de meteoros (expresado en meteoros por hora) que se observaría a simple vista en un lugar en el que el radiante se encontrara en el cénit y las condiciones de visibilidad fuesen óptimas.
Para quienes prefieren contemplar las lluvias de estrellas desde la comodidad de casa, Thomas O’Brien se ha pasado siete años fotografiando diversas lluvias de estrellas, como las Perseidas, las Gemínidas y las Leónidas. Y finalmente lo ha comprimido todo en un vídeo de dos minutos que ha titulado Meteor.
Y para los que no les importe contemplar una lluvia artificial, ya hay los primeros intentos de hacerlo. Pruebas de laboratorio sugieren que los meteoros artificiales deben ser visibles desde unos 200 kilómetros de distancia. Por ello, en 2019, un cohete japonés puso en órbita el pasado viernes un microsatélite concebido para crear la primera lluvia de estrellas artificiales del mundo.
La misión, diseñada por la startup nipona Astro Live Experiences (ALE), aspira a rociar pequeñas bolas metálicas de aproximadamente 1 cm de diámetro fuera de la atmósfera. A medida que estas bolas metálicas de los satélites de ALE vuelven a entrar en la atmósfera, brillarán intensamente de 60 a 80 km sobre el suelo como estrellas fugaces naturales. Ignoramos si también se puede pedir un deseo a su paso.
Sergio Parra
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Una precisión: si multiplicamos 100.000 millones por 200.000 millones, es decir 10 elevado a 11 por 2×10 elevado a 11, da 2×10 elevado a 22, o sea un 2 seguido de veintidós ceros.