Hondarribia, el pueblo medieval de colores del País Vasco
Escrito por
01.10.2024
|
6min. de lectura
Índice
Antes de que Hondarribia se convirtiese en uno de los puntos turísticos más atractivos del País Vasco, en este rincón de Guipúzcoa pasaron un montón de cosas. Ese pasado se puede intuir, como poco, en un paseo por su casco antiguo hasta llegar a las orillas del mar, con esas casas de pescadores pintadas de colores que quedan ideales en las fotos. A 20 kilómetros de San Sebastián, a orillas del río Bidasoa, hace frontera natural con Francia y, en tiempos medievales, fue un lugar estratégico de paso.
Qué ver en Hondarribia
Los vestigios de la Edad Media en Hondarribia, cuyo nombre en castellano es Fuenterrabía, son parte protagonista de su arquitectura actual. De hecho, el lugar aún conserva porciones de las murallas que lo rodearon. Así, se recuerda su importancia estratégica a lo largo de los siglos como villa fortificada, especialmente durante las guerras con Francia y los enfrentamientos con corsarios.
A su casco histórico, declarado Monumento Histórico Artístico, se puede acceder a través de la puerta de Santa María –una de las dos entradas que funcionaron en su momento– de la que aún queda un arco que todavía tiene los goznes de la puerta en su interior. Sobre él hay un escudo de la ciudad de 1694 y, a la izquierda, el Cubo de Santa María, que data del siglo XVI. El soldado que trabajaba en las fortificaciones recibía el nombre de ‘hatxero’ y ahora, una figura que le representa da la bienvenida a aquellos que acceden a la villa por ese camino.
Una vez dentro, empieza el laberinto de calles empedradas que transcurren entre los edificios tradicionales y van a dar a rincones como la plaza de Armas, cerca de donde está el castillo de Carlos V, uno de los personajes ilustres que dejó su impronta en el pueblo. Si se recorre la calle Mayor (Kale Nagusia) se pueden ver algunas de las edificaciones más emblemáticas de Hondarribia como la casa consistorial, de estilo barroco; la casa de Casadevante; la casa Zuloaga o la casa Iriarte, que llama la atención por sus vigas y modillones de madera.
Otra construcción de interés es la iglesia de Santa María de la Asunción y del Manzano. Dicho templo comenzó a construirse en el siglo XV y en su estilo se aprecian rasgos renacentistas, gótico-tardíos e incluso barrocos. Los diferentes acontecimientos históricos que marcaron la villa y las decisiones de los respectivos responsables de la obra, que se fueron renovando con el paso del tiempo, hicieron que el edificio se reformase periódicamente. La última modificación se realizó en 1910, de mano del arquitecto Fernández de Casadevante.
La marina, el color de Hondarribia
El barrio de La Marina, en el que tradicionalmente vivían los pescadores por su cercanía al puerto, destaca por sus casas de fachadas de colores y balcones decorados. Esta zona, que también tiene el título de Monumento Histórico, da a la bahía de Txingudi, donde el río Bidasoa se encuentra con el mar Cantábrico y el paisaje que ofrece es espectacular.
Este es el epicentro gastronómico de la villa. Los visitantes que quieran llenarse el estómago con los famosos pintxos vascos deben dirigirse a la calle San Pedro, donde se concentran gran parte de los bares en los que se ofrecen estos manjares. Si no hay sitio, otra opción más que válida es la calle Santiago, que comparte actividad con la anteriormente mencionada.
Quienes prefieran platos más contundentes también encontrarán sin mucho problema en las cartas recetas tradicionales como marmitako, bacalao al pil pil o chipirones en su tinta. Y para maridar, txakoli, por supuesto.
Una curiosidad: en la desembocadura del Bidasoa se encuentra la isla de los Faisanes, un territorio que gestionan a medias –y de forma amistosa– España y Francia, que se alternan la soberanía cada medio año: del 1 de febrero al 31 de julio es responsabilidad de España y del 1 de agosto al 31 de enero, de Francia. Fue el escenario de la firma del Tratado de los Pirineos en 1659, que terminó con la guerra entre ambos bandos y delimitó las fronteras que siguen vigentes en la actualidad.
Los encantos del monte Jaizkibel
Desde el puerto se puede llegar caminando a la playa de Hondarribia, en donde se pueden practicar deportes como el windsurf. Para quienes deseen disfrutar de la naturaleza que rodea el pueblo también hay oferta: la mejor es visitar el monte Jaizkibel, que se eleva más de 500 metros sobre el nivel del mar y cuyos acantilados tienen la capacidad de obnubilar a quienes se acerquen.
En las estribaciones de esta montaña, que forma parte de la Red Natura, se encuentra el santuario de la virgen de Guadalupe, patrona de Hondarribia. Su construcción original data del siglo XV, pero se ha reconstruido varias veces debido a los daños que ha sufrido a lo largo de su existencia. La última se llevó a cabo en el siglo XIX y es la que se puede ver ahora.
Este es el punto donde termina la famosa celebración del alarde de Hondarribia, que conmemora la victoria sobre las tropas francesas en el año 1638 y desde el que se atisba la bahía de Txingudi y la ciudad de Hondarribia. Asimismo, en ese monte todavía se conservan cinco torres de la última guerra Carlista y otros restos de antiguas fortificaciones militares.
Además, los aficionados al senderismo y al ciclismo también pueden conocer más en profundidad la zona, con caminos como el que conecta Hondarribia con Pasaia (GR-121), entre otros. Tampoco hay que olvidar que el Camino de Santiago pasa por la localidad. Con tantos encantos ¿A quién no le puede gustar Hondarribia?
Carmen López