Índice
El mundo rural nos ofrece una gran cantidad de remedios naturales o tradicionales contra todo tipo de enfermedades y dolencias. Una de las más comunes, que nos azota cuando termina el verano y las temperaturas comienzan a bajar, es la tos. Así que en los diferentes pueblos y regiones de España existe un variado catálogo de tratamientos alternativos que podemos utilizar para combatir y evitar los molestos tosidos.
Estos remedios varían a lo largo y ancho de España, en función de la disponibilidad de plantas medicinales y de la evolución histórica de sus usos. La sabiduría popular sobre remedios naturales recibe el nombre de etnobotánica. El término se acuñó en 1895 para definir una disciplina utilizada desde tiempos inmemoriales: el uso y aprovechamiento de las plantas por parte de los seres humanos.
Tradicionalmente, este conocimiento se transmitía de forma oral, aunque algunos estudiosos se propusieron el reto de recogerlo en libros. El primero de ellos fue el griego Dioscórides, quien en el siglo I publicó el De Materia Medica, considerado como el primer tratado de farmacología. Este volumen sirvió como referencia durante toda la Edad Media y el Renacimiento. Posteriormente, otras obras han tratado de seguir este camino.
Casi veinte siglos después, el Ministerio de Medio Ambiente español se propuso algo similar y publicó el Inventario Español de Conocimientos Tradicionales Relativos a la Biodiversidad, en el que se trata de catalogar toda la sabiduría tradicional española en torno a las plantas. La obra incluye fichas detalladas de las especies vegetales ibéricas e insulares, con las propiedades y aplicaciones que tradicionalmente se les han otorgado en las distintas zonas de España.
Tomando como referencia el inventario, en EscapadaRural hemos elaborado esta guía de remedios naturales contra la tos provenientes de la sabiduría tradicional del mundo rural.
Las 13 plantas más usadas como remedios naturales contra la tos
En el Inventario Español de Conocimientos Tradicionales Relativos a la Biodiversidad aparecen cerca de 70 especies vegetales citadas como remedios contra la tos. Árboles y arbustos, plantas herbáceas y aromáticas, helechos y pastos se han usado tradicionalmente en España para combatir la tos, la mayoría de las veces en forma de infusión o jarabe, combinando varias de ellas, aunque también por otros métodos. Las más relevantes son las siguientes:
El regaliz
El regaliz es una planta herbácea que crece dispersa por el centro y sur de la península ibérica, e incluso se cultiva en algunas zonas del sureste de España. Su raíz se utiliza en diversos ámbitos, entre ellos el de la lucha contra los molestos tosidos. Para tratar la tos “se mastica la raíz”, o bien se prepara en infusión o jarabe, sola o mezclada con otras plantas. El regaliz tiene un componente llamado glicirricina, que posee un poder edulcorante 50 veces mayor al del azúcar y es el responsable de su acción expectorante y antitusígena. Griegos, egipcios y romanos ya conocían el regaliz por su efecto beneficioso sobre la tos y los resfriados.
La decocción de la raíz del regaliz se ingiere también como remedio para la tos. A veces, se le añade miel, un ingrediente que, como veremos a lo largo del artículo, aparece en muchos de los preparados naturales antitusivos. Otras recetas, según el documento, “combinan el regaliz con higos secos y flor de malva, como elementos comunes, y otras plantas como eucalipto, grama y “pelos” de maíz, agerato o té de roca, una naranja y un limón, cominos y zanahorias”. Incluso se cita como ingrediente la carne seca de culebra.
La variedad trifolium alpinum, que crece en las cordilleras del norte peninsular, también se emplea con este fin. “En muchos valles pirenaicos, desde Ansó hasta Broto, Bielsa, Gistaín y Benasque (Huesca), la recolectaban los pastores”, dice el inventario, que añade que en la comarca del Pallars “se tomaba el cocimiento, debidamente edulcorado con miel o azúcar, tres o cuatro veces al día para resfriados broncopulmonares, como descongestivo pulmonar y para calmar la tos”.
«Si claro quieres cantar, regaliz me tienes que dar»
Refrán popular
De hecho, en esta región se usa un refrán que reza así: “Si vols cantar clar, regalíssia m’has de dar (si claro quieres cantar, regaliz me tienes que dar)”. Por su parte, haciendo referencia a sus propiedades beneficiosas y sin contraindicaciones, en Jaén suelen decir que “si te ven los médicos en un hospital así (chupando regaliz), no te dicen nada”.
La doradilla
La doradilla es un helecho muy común en todo el territorio español. Se ha usado tanto en medicina tradicional como en herboristería y, aunque no es una de las plantas más utilizadas en contra de la tos, sí que se elaboran con ella diversos preparados con acción anticatarral y antitusígena. Generalmente se utiliza el cocimiento o la infusión de las frondes (las hojas). De hecho, en Andalucía se la conoce como hierba de la tos.
Precisamente el compendio ministerial cita un pueblo de Córdoba, Carcabuey, en el que, según dice, “se prepara sola o mezclada con colicosa o con la raíz de sietenrama (potentilla reptans)”. “Se toma por las noches y se prepara con un número impar de frondes y, en caso de mezclarlas, un número impar de las partes de las otras plantas”, añade. También se puede preparar en forma de jarabe, “hirviendo la planta y añadiendo azúcar moreno”, por lo que “el agua toma un color rojo”. Puede sustituirse por limón en caso de no tener doradilla. En las comarcas centrales valencianas, se utiliza en ocasiones mezclada con hojas de níspero para el resfriado.
Otro tipo de helecho utilizado contra la tos es la falguera. Esta especie está incluida en el Catálogo de Plantas Medicinales elaborada por el Consejo General de Colegios de Farmacéuticos como expectorante, donde se recomienda su uso “para el tratamiento sintomático de la tos y de resfriados”. En algunas zonas de Murcia como Alhama y Jumilla dicen que es buena para calmar la tos, según el inventario.
El culantrillo
Otro helecho que se utiliza contra la tos es el culantrillo, una especie muy frecuente en toda España y que se utiliza o se ha utilizado como antitusígeno en diversos puntos de nuestra geografía, tomando la infusión o decocción de las frondes, o en forma de jarabe. Por ejemplo, en Gran Canaria se elaboraba “un jarabe con el líquido resultante de la decocción del helecho entero, vino dulce y miel”. También hay referencias a su uso en Valencia y Castellón donde se recomienda tomar “entre dos y cuatro tazones al día de la infusión”, mientras que en Mallorca “se hacían gargarismos con ella”.
Pero no vale preparar las infusiones de cualquier manera. Según el inventario, en Cazorla disponían de un jarabe muy popular para calmar la tos, que se elaboraba con un proceso muy minucioso: «Hervir dos litros de agua de siete manantiales distintos con siete ramas de tomillo, romero, poleo y orégano, y un kilo de azúcar o miel. Por la noche «te la tomas y te acuestas a sudar», se decía en el Parque Natural de las sierras de Cazorla, Segura y Las Villas (Jaén).
También hay referencias a su uso en las obras clásicas. En su obra Plantas medicinales: Dioscórides renovado, el reconocido botánico Font Quer recuerda que “en Medicina se ha usado para combatir la tos y los catarros de las vías respiratorias según las antiguas farmacopeas hispanas”. Y añade: “El jarabe de culantrillo se prepara con un cocimiento concentrado de toda la planta, 100 gramos en 1 litro de agua. En Pediatría se usa el jarabe de culantrillo: se propina a cucharadas, calma la tos de los infantes y les procura un sueño tranquilo y reparador”.
“Hervir dos litros de agua de siete manantiales distintos con siete ramas de tomillo, romero, poleo y orégano, y un kilo de azúcar o miel»
Receta de un jarabe contra la tos de Cazorla
En el valle de Camprodon, Gerona, el Alto Aragón y en algunas zonas del País Vasco se usaba la subespecie asplenium trichomanes (conocida como culantrillo menor) “para tratar los síntomas de la gripe, así como en casos de constipación, dolor de garganta, tos, mucosidad y afecciones bronquiales”. Se empleaba la infusión de la fronde.
La oreja de oso
La oreja de oso es una especie herbácea exclusiva de los Pirineos, el Prepirineo y los puertos de Tortosa. Su uso, por tanto está muy localizado en estas zonas, donde hay referencias a sus propiedades antitusivas por ejemplo en el Vallès Oriental, donde es uno de los ingredientes de una mezcla para combatir la tos que incluye higos, chumbera, saúco, malvavisco, zarza, ortiga blanca, regaliz y el liquen cetraria islandica.
También se usaba para mitigar la tos en el Montseny y en la comarca del Ripollès, donde se tomaba el jarabe de las hojas. Con el mismo objetivo, en el valle del Tenes se toma la decocción de las hojas.
Así, en el refranero popular catalán hay un dicho de la comarca del Pallars que hace referencia a las propiedades medicinales de esta planta: “A la casa que hi ha setge, no s’hi atansa el metge (en la casa que hay oreja de oso, no se acerca el médico). El botánico Font Quer cita en su obra un extracto de la Historia Generalis Plantarum de Dalechamps, de 1587, que dice lo siguiente: “Los españoles emplean esta misma agua para combatir la tos, por lo cual llaman a la planta yerba tussera”.
La manzanilla
Una especie muy utilizada en toda España con fines medicinales es la manzanilla, una planta básica en cualquier botiquín vegetal de nuestros hogares y que es muy fácil de conseguir, ya que se puede comprar en los supermercados. En muchas regiones de la península y en la isla de Tenerife se ha utilizado “la infusión de los capítulos florales para tratar resfriados, gripe, tos y dolor de garganta”, según refleja el Inventario Español de Conocimientos Tradicionales Relativos a la Biodiversidad.
Por su parte, en el Pallars se mezcla la infusión con jarabe de piñas verdes de abeto o distintas especies de pino, y también se prepara un jarabe anticatarral con manzanilla, anís y orégano, al que se añade zumo de limón antes de tomarlo. Como antiasmático se prepara en esta comarca una decocción de manzanilla con romero, eucalipto, melisa y saúco, y se toma tres veces al día.
Para las toses asmáticas, en el Poniente Granadino se prepara la infusión de manzanilla con tomillo y zumo de limón. También hay referencias en Mendigorría (Navarra), donde “se hacían con ella gargarismos”, y en Terra Chá (Lugo), donde se tomaba el cocimiento, que servía además como descongestionante nasal. En Vizcaya se usaba la variedad chamaemelum nobile “para la tos perruna”: tomaban “infusiones de manzanilla y miel”, o inhalaban “vahos descongestivos de mezcla de manzanilla y malvavisco”. Sus vecinos de Guipúzcoa, por su lado, “tomaban infusiones mezcla de malvavisco, cebada y manzanilla”.
El gordolobo
Otra planta herbácea con un uso documentado como antitusivo es el gordolobo, en sus distintas variedades. Es una especie que crece en toda España, salvo en las provincias litorales de Andalucía y en las islas. El primer profesor del Real Jardín Botánico de Madrid, José Quer, aseguró ya en el siglo XVIII en su obra Historia de las plantas que se crían en España que se trataba de una planta medicinal eficaz contra la tos. También Dioscórides (siglo I) hizo referencia a su uso contra la tos.
En general se ha utilizado como remedio antitusivo tomando “la infusión de sus flores secas, generalmente dos veces al día”, según el inventario. “Para las toses persistentes, en los Montes de Toledo se elaboraba un jarabe cociendo las flores y añadiendo abundante miel”. También se usaba en Valencia, para tratar la tos ferina un jarabe compuesto por “tres hojas de gordolobo, tres cogollos de romero, tres cogollos de pino, tres hojas de níspero y tres cogollos de tomillo”. “Se hervía todo a fuego lento en un litro de agua junto con un kilo de miel o de azúcar, y se tomaba una cucharada sopera en ayunas y otra de noche”, recoge el compendio.
Asimismo, en Andalucía tomaban “una tacita, dos o tres veces al día”, del cocimiento de la raíz endulzado con azúcar, formando una “especie de jarabe”. En Mallorca tomaban la infusión de sus flores y en Gátova (Valencia), “el líquido resultante de macerar en mistela durante diez días un puñado de flores secas por cada medio litro de licor”. La administración del remedio también estaba detallada: “Una cucharada sopera después de las tres comidas principales durante una semana”.
Advertencia de la Agencia Europea del Medicamento: por sus posibles efectos tóxicos, no tomar durante más de una semana y no dar a menores de 12 años
En este sentido, la Agencia Europea del Medicamento aprueba el uso de esta especie exclusivamente “para calmar el dolor de garganta que acompaña a resfriados y tos irritativa”. Debido a sus posibles efectos tóxicos, advierte de que no se use durante más de una semana y que no se dé a menores de 12 años.
La hiedra
La hiedra es una planta presente por toda España que también se ha utilizado tradicionalmente para tratar la tos, ya desde la antigüedad. Se ha empleado en muchas zonas, habiendo referencias al menos en La Coruña, Picos de Europa, Navarra, Huesca, Cataluña, Castellón, Mallorca y Jaén. “Generalmente se tomaba la tisana de las hojas, a veces en combinación con otras plantas, aunque en algunas zonas utilizaban también el fruto o la raíz”, señala el documento ministerial.
Por ejemplo, en el Pallars, para la tos persistente recomiendan “la decocción de nueve hojas de hiedra y nueve cáscaras de almendra”. En Huesca se tomaba “la infusión en ayunas durante una novena para tratar afecciones respiratorias en general”. Otras veces se aplicaba la tisana de las hojas mediante vahos, en forma de jarabe, o bien se usaba el macerado de las hojas. En el Pirineo aragonés o en Jaén, para tratar la tos ferina, “se aplicaban en el pecho cataplasmas elaborados a base de hojas frescas con manteca”.
La genciana
La genciana es una planta muy apreciada en la medicina casera, que se ha utilizado para suavizar la garganta y tratar diversas afecciones respiratorias. Incluso se usaba en veterinaria para calmar las tos de las vacas. La parte aprovechable de esta planta, que en España vive en las montañas del norte y el centro y en Sierra Nevada, es el rizoma. Solo en el Pirineo aragonés se han recogido más de cien citas de esta famosa planta medicinal y, de hecho, algunos autores la consideran “una especie de panacea”.
En Picos de Europa, la planta “se maceraba en vino blanco durante quince días y se tomaba una copa por las mañanas endulzada con azúcar para quitarle el amargor”. En las comarcas de O Courel (Lugo) y El Bierzo (León) “se tomaba macerada o cocida en agua”. En el Pallars catalán, “se dejaba macerar en agua toda la noche y se tomaba a la mañana siguiente en ayunas”. Otras veces, para calmar la tos, directamente “se chupaba” la genciana.
El marrubio
El marrubio es otra de esas especies vegetales con numerosas aplicaciones en el campo de la herboristería, entre ellas la de combatir la tos. El mítico Dioscórides ya la citaba en su obra en el siglo I, glosando entre sus virtudes “la de servir a la tos”. También la medicina hispano-musulmana la ha considerado tradicionalmente como un antitusivo. El botánico Ibn al-Baytar, en el siglo XIII, la recomendaba contra “la tos húmeda”.
Más recientemente, la infusión de las flores del marrubio se ha citado como expectorante en Guadalajara, Alicante, Castellón, Palencia, Teruel y Canarias. En ocasiones, es acompañada de poleo. En la sierra de Mariola (Alicante), “se toma contra las afecciones de garganta”, según señala el inventario.
La ajedrea
La ajedrea, en sus diferentes variantes, es una planta herbácea propia del sureste de la península, que se ha empleado frecuentemente para tratar la tos y otras afecciones respiratorias. Lo más común era utilizar su parte aérea florida en infusión, muchas veces en combinación con otras plantas.
Por ejemplo, según recoge el ministerio, “en la sierra de Segura y Alcaraz (Albacete) se mezclaba con tomillo, espliego y cañamillo”. En ocasiones “se inhalaban los vahos de cocer ajedrea con romero, espliego y tomillo”. En Guadalajara, servía para curar “el pecho cargado”; para ello se aplicaban los vahos de cocer la planta con acículas de pino, eucalipto, tomillo y romero. En otras zonas, como el Pallars, se utilizaba el humo como descongestivo al inhalarlo en un preparado con diversos ingredientes vegetales como el espliego, la manzanilla, el eucalipto o el tomillo.
El laurel
Otra planta, en este caso arbustiva, que se ha usado frecuentemente como antitusígeno en todo el territorio español es el laurel. Esta especie tiene aplicaciones muy variadas, destacando las alimentarias, como condimento. También se ha hecho un uso simbólico del laurel, como signo de la victoria y en el ámbito religioso.
A la hora de utilizarlo como antitusivo, “la forma de administración más extendida es de nuevo la infusión de sus hojas”, según señala el documento ministerial. Este uso se ha registrado en Gerona, Lérida, Salamanca, Zamora, Albacete, Granada, Jaén y Murcia. Específicamente, “en Albacete para la tos se cocían siete hojas con siete piñas verdes” y en la comarca catalana de la Cerdanya “se preparaba una infusión que llevaba además eucalipto, zamarrilla, granada, raíz de malvavisco y miel”.
Otra receta antitusígena reflejada en el inventario procede de Siles (Jaén), donde “se preparaba cociendo sus hojas con higos y manzanas, edulcorándolo con miel o azúcar”. En la sierra de O Courel (Lugo) y en Gallecs (Barcelona), “para quitar la tos los cocían o picaban en agua y bebían el líquido resultante”. Para mejorar el sueño y reducir los ronquidos, “en Albacete se colgaba una rama en el dormitorio, en Murcia se tomaban los vahos y en Asturias se hacían gargarismos con el cocimiento de la hoja”.
La adormidera
Una especie que a lo largo de la historia ha tenido una relevancia trascendental es la adormidera. Se ha utilizado como medicina sobre todo en Asia y Europa, ya que algunos de sus componentes, como la codeína y la morfina, poseen una reconocida acción antitusiva y analgésica, respectivamente. Es bien conocido también su uso como droga, ya que de ella sale la heroína, sintetizada a partir de la morfina. Se dice que debido a estos usos y la importancia de controlarlos, la adormidera ha llegado a propiciar grandes conflictos bélicos como las Guerras del opio.
Sobre su uso como antitusivo, las infusiones de flores y frutos de adormidera han sido mencionadas en Jaén y Granada. Asimismo, en Alicante «preparaban decocciones de media cucharada de fruto y semilla en polvo con este mismo fin». Andrés Laguna, humanista y médico español del siglo XVI que estudió en profundidad la obra de Dioscórides, cita la propiedad antitusiva de la adormidera “si se toma la lechecica bebida con un poco de azúcar”. Laguna dice que “es tan grande la frialdad del opio que quita el sentido a las partes y adormece y oscurece el dolor, pero debilita las fuerzas y pone la vida en balanza”.
El hinojo
Otra planta herbácea utilizada desde antiguo en la medicina tradicional y que se considera un remedio eficaz contra la tos es el hinojo. Se trata de una especie que podemos encontrar tanto en toda la península ibérica como en las islas, a la que se considera “una panacea”, según recoge el inventario. El documento agrega que “su consumo habitual contribuye a mantener la salud general”.
Entre las referencias a su uso como antitusígeno, se señala que “en Granada y Huesca se empleaba para curar la tos ferina infantil”. También aparecen detallados sus métodos de administración: “Generalmente en forma de infusión, utilizándose para ello tanto hojas como frutos y raíces; otras veces se cocía en leche, se hacía un jarabe, se aspiraban los vapores, se hacían gargarismos, o bien se chupaba la hoja directamente”.
Como decíamos, el hinojo tiene aplicaciones medicinales desde hace milenios. En la época romana ya se elaboraba un vino medicinal con hinojo, al que se daba el nombre de gleconites, en el que se usaban también otras hierbas como el ajenjo, el abrótano, el poleo, el hisopo o el tomillo. Los romanos consideraban que este vino “era útil para darlo en invierno a los que tienen tos”.
Otras especies usadas como remedios naturales contra la tos
Además de las descritas anteriormente, hay muchas otras especies vegetales que aparecen citadas en el Inventario Español de Conocimientos Tradicionales Relativos a la Biodiversidad como remedios naturales contra la tos. La mayoría de las veces, estos remedios se preparan en forma de infusiones, tisanas o jarabes.
Así, se mencionan las propiedades antitusivas de la mejorana, la malva, la zarzamora, la ortiga, la amapola, el quebrado, la siempreviva, la centaura, el junco, el pepinillo del diablo, la melisa, el cantueso, el diente de león, la coqueta, la sanguinaria, la mata turmera, el poleo, o el narciso, que se utilizaba en Ansó (Huesca) para tratar “la tos seca de los niños”, y en Ayora (Valencia), contra la tos ferina.
En el Ripollès (Pirineo catalán) se tomaba el macerado de las flores de árnica en aguardiente, como antitusígeno, con la advertencia de que se debía limitar la dosis “a una cucharadita, a causa de su toxicidad”. En Castellterçol (Barcelona), se consumen tostadas de aceite con brotes de alfalfa “para combatir episodios de tos con sangre”.
El romero, otra de las especies vegetales considerada como una panacea por la sabiduría tradicional, se utilizaba en tisana como antitusivo, o se consumía la infusión de sus flores con el mismo propósito. También se le podía añadir miel para tomarlo en forma de jarabe. Este último ingrediente es una constante en varios remedios antitusígenos reflejados en el inventario, con diferentes preparaciones e ingredientes como el ajenjo, el cardo, el ombligo de Venus, el orégano o la grama.
Con esta última especie, la grama, se elaboraba en la comarca de Cabo de Gata-Níjar (Almería) un remedio que incluía otros ingredientes como “la parte basal del junco, la cáscara de una naranja, higos secos, orégano, algarrobas, “camisa de culebra” (muda) y miel o azúcar. Asimismo, en El Barranquete (Almería) se elaboraba un curioso cocimiento con carbón de fragua quemado, raíz de granado, una “camisa de culebra” y raíz de grama, del cual “se tomaban dos o tres tazas al día”.
Con la raíz del malvavisco se elaboraban antiguamente una especie de caramelos que se tomaban para la tos. También resulta curioso el uso que se le daba a la caña en la comarca de Elche de la Sierra (Albacete), donde “los niños con tos ferina llevaban colgado del cuello un canuto de caña con una lagartija viva dentro para curarse”. En la Comunidad Valenciana, para esta misma enfermedad, “se llenaban de azúcar cañas jóvenes recién cortadas y se dejaban toda la noche; el líquido resultante se tomaba por la mañana a cucharadas”.
Árboles y arbustos con propiedades antitusivas
Entre el grupo de los árboles y plantas arbustivas, también hay numerosas especies a las que tradicionalmente se les ha dado un uso medicinal, cuyas propiedades antitusígenas están recogidas en el inventario. Así, se mencionan árboles y arbustos como el madroño, el espino, la zarzamora, la zarzaparrilla, el matagallo, el lentisco, el rusco o el boj, que se toman normalmente formando parte de infusiones o jarabes.
El pino piñonero se usaba en el Montseny catalán como remedio para la tos y el pecho congestionado: “Preparaban un jarabe macerando los brotes tiernos con azúcar y dejándolo reposar unos días”. En La Manchuela, los piñones se emplean como antitusígenos. También se emplea la flor de pino en Albacete y en la comarca del Montseny.
Un caso curioso es el de la encina, ya que el componente que se utiliza en diversas preparaciones antitusivas es su ceniza. Por ejemplo, en Albacete se preparaban cataplasmas mezclando la ceniza con aceite caliente y se colocaban con un paño sobre el pecho para ablandar la tos. En la Hoya de Huesca y la Ribagorza, se usaban contra la tos baños de pies, unidos a friegas en ambas piernas, de un preparado con ceniza de encina.
Otro arbusto utilizado contra la tos es el saúco, a través de una decocción de sus flores, con azúcar quemada y leche. Se consideraban asimismo útiles “la esencia, los vahos, los perfumes aplicados directamente o recogidos en un trapo, el jarabe o los frutos machacados”. Por su parte, la madreselva se ha utilizado contra la tos en Terra Chá (Lugo), Yecla (Murcia), o Jaén. En el caso de esta planta, el documento del ministerio advierte de que “la aplicación siempre debería ser vía tópica ya que el fruto vía oral es tóxico, de hecho se conocen casos de intoxicación mortal en niños”.
Las flores, hojas o toda la parte aérea florecida de los diferentes tipos de jara, una planta muy presente en toda España, eran los ingredientes básicos de una infusión preparada para combatir los ataques de tos. En la Plana Baixa (Castellón), contra la tos ferina, daban a tomar a los niños enfermos el cocimiento de las hojas, por la noche y endulzado con miel. En la sierra de San Pedro (Extremadura), el ládano que produce esta planta era utilizado contra la tos ferina: “La parte aérea de la planta se cortaba y se colgaba boca abajo en el dormitorio del enfermo”.
Las infusiones de tila, que se obtiene a partir de las flores del tilo, han sido utilizadas con frecuencia para combatir la tos en distintos puntos del país. Se recomienda tomarla “lo más caliente que se pueda” y, en muchos casos, se mezcla con otras plantas como el romero, el tomillo o el saúco. También el famoso muérdago que colgamos en casa por Navidad cuenta con propiedades antitusivas. Una mezcla de la parte aérea del muérdago con saúco, agrimonia y pino se cita como “especialmente indicada para la tos”, y se especifica que tenía que tomarse “antes de ir a dormir o por la mañana en ayunas”.
El último árbol de nuestra lista es el abeto, que además de decorar nuestros hogares en época navideña también se ha usado tradicionalmente en botánica. Con él se elaboraba un jarabe contra la tos “a partir de piñas maduras cortadas en rodajas e introducidas en un bote con azúcar, mosto o miel, que disuelve la resina de las piñas”. Este ingrediente no faltaba en el zurrón de las famosas trementinaires, mujeres que recorrían Catalunya ofreciendo sus remedios naturales a la población tanto rural como urbana de la época. Hoy en día, esta figura ya ha desaparecido.
Remedios tradicionales contra la tos de las Islas Canarias
En las Islas Canarias, debido a sus especiales condiciones climáticas, existen una serie de plantas endémicas que también se han utilizado tradicionalmente para diversos fines. Entre las que se han usado para combatir la tos, cabe mencionar la iva, el pino canario, la palmera y la vinagrera, además del culantrillo, que como hemos dicho utilizaban en Gran Canaria en forma de jarabe contra la tos.
Hay referencias a la utilización de la infusión de la iva en Lanzarote, Gran Canaria, Tenerife, La Gomera y El Hierro. El inventario ministerial señala que “su infusión es muy amarga, y por eso se la conoce como hierba amarga”. Además, refleja que “en Lanzarote se creía que, si te sabía dulce, tenías claros síntomas de pulmonía o neumonía”. También se dice que “es tan amarga que difícilmente se puede endulzar, aún añadiendo mucho azúcar”. Por eso, en la isla de El Hierro la infusión se endulzaba con miel.
El pino canario es otra de las especies endémicas más utilizadas en el archipiélago como medicinales. Se usaba en forma de infusión “para sanar la tos ferina infantil” y también se elaboraban “amuletos con pedacitos de tea, alcanfor y tres ajos colorados”. Por su parte, la palmera, en concreto las támaras (frutos), sirven para “ablandar la tos, cuando es excesivamente seca”. En Haría (Lanzarote) “se toman las támaras bien maduras, hervidas con leche de cabra; tres tazas al día, con media docena de támaras cada una”.
El último endemismo canario mencionado en el inventario es la vinagrera. En El Hierro, se utiliza un cocimiento de sus hojas junto con corteza de haya para aliviar la tos, mientras que en Tenerife también se ha registrado su uso antitusivo.
Miguel Perez
Me encanta el fútbol, leer, viajar, descubrir nuevos destinos y contártelos
Etiquetas
Si te ha gustado, compártelo