Reserva de la Biosfera de La Rioja, destino Starlight
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21.03.2019
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Las noches riojanas son perfectas para salir a contemplar las estrellas. El cielo oscuro que cubre la Reserva de la Biosfera de La Rioja cuenta, desde 2012, con la certificación Starlight. Una iniciativa que mide la calidad del cielo y que garantiza la visión de estrellas, así como conocer los valores científicos, culturales, naturales y paisajísticos asociados.
La Rioja fue la primera Comunidad Autónoma española en conseguir ser Destino Turístico Starlight en un área protegida. Los valles de los ríos Leza, Jubera, Cidacos y Alhama –situados en el sureste de la Comunidad Autónoma- son perfectos para ello. Las características de su orografía, el clima y la despoblación favorecen que sean oscuros y que apenas haya contaminación lumínica.
Parques estelares
Tras la certificación Starlight, en la Reserva de la Biosfera de La Rioja se han determinado dos parques estelares que aúnan un cielo limpio cubierto de estrellas con el rico patrimonio de la zona.
Uno de ellos está al final del valle de Leza, en el municipio de Laguna de Cameros, limitando con Soria. El segundo es Cervera del río Alhama. En ambos se organizan actividades de educación ambiental y se facilitan telescopios que para contemplar el cielo.
La Reserva de la Biosfera de La Rioja
Los valles de los ríos Leza, Jubera, Cidacos y Alhama fueron declarados Reserva de la Biosfera de La Rioja por la Unesco en 2003. En total, la zona abarca 40 municipios que han conservado tanto su riqueza natural como cultural y que han sabido experimentar modelos de desarrollo sostenibles.
El valle de Leza está habitado desde la antigüedad, de ahí a la existencia de dólmenes que se pueden ver en Soto, Torre y San Román de Cameros. También por las terrazas construidas para los cultivos a lo largo de los siglos, que atestiguan la lucha por la supervivencia de sus habitantes.
Uno de los lugares más impresionantes son las gargantas de Leza. Una maravilla natural que se puede observar desde el mirador del Torrejón, sobre el cañón del río Leza y que sirve de entrada al valle del Camero Viejo.
Los bosques de pinos, hayedos y encinares se extienden hasta hasta el valle del Cidacos. Un terreno estrecho y escarpado que llega hasta Arnedillo, uno de los principales motores turísticos del valle gracias a sus piscinas naturales de aguas termales.
Junto al río Cidacos también está Arnedo, conocida por la industria del calzado. La parte vieja de la ciudad es un buen ejemplo de cómo la población se adaptó a la orografía del lugar en la antigüedad. Las montañas de arcilla que rodean la ciudad fueron utilizadas para realizar cuevas que sirvieron de hogar para sus habitantes. Hoy, existe una ruta guiada para visitar algunas de esas casas-cueva de Arnedo.
El valle de los río Alhama y Linares es uno de los más accesibles, motivo por el que también tuvo una fuerte presencia humana en el pasado. Uno de los lugares más antiguos que se pueden visitar es el poblado celtíbero de Contrebia Leukade, en Aguilar. En el Centro de Interpretación Contrebia Leukade se pueden conocer todos los detalles de cómo era la vida en aquella época.
En este valle también hay varios castillos de origen árabe y cristiano. Uno de los que están mejor conservados de La Rioja es el de Grávalos, que data del siglo XII. Su principal particularidad es que a la entrada se pueden ver icnitas (huellas de dinosaurios).
Que las diferentes civilizaciones se hayan asentado en las riberas del río Alhama y Linares tiene su porqué. Estas tierras eran perfectas para las plantaciones de olivos y de almendros. En Igea es donde están muchos de los olivos centenarios, pues es uno de las mayores productores de aceite de oliva de calidad de La Rioja.
A las afueras de Igea está su almazara, la herramienta con la que se exprime la oliva y que está asociada a la D.O.P. Aceite de La Rioja. También en el valle de Añamaza, más concretamente en Cabretón, se conserva una antigua presa.
El valle de los ríos Alhama y Linares también se caracterizan por su rica vegetación, por sus pozas y por los saltos de agua. En muchas de sus zonas se pueden contemplar colonias de buitres.
Por último, el valle del Jubera ofrece paisajes imponentes. Esto se debe a que es el más despoblado de todos los que componen la Reserva de la Biosfera de La Rioja. En él podemos encontrar una naturaleza agreste, con pastizales, rebollares y jarales donde abundan las vacas y yeguas.
El curso del río Jubera –afluente del Leza– presenta varios desniveles que componen un terreno con abundantes barrancos y pozas, lo que resulta perfecto para refrescarse durante el verano.
Siguiendo su curso, y cruzando el río, se puede llegar hasta el pueblo abandonado de Oliván. A pesar de su despoblación, sus casas han sido conservadas, por lo que uno se puede hacer una idea de cómo era la vida de sus últimos pobladores. En el centro del pueblo, además, hay una piedra donde se puede hacer una hoguera y sentarse en sus alrededores a descansar o hacer un picnic.
La Reserva de la Biosfera de La Rioja cuenta con numerosas rutas que nos permiten recorrer todos sus valles y descubrir sus maravillas naturales, la fauna que la habita, la cultura de sus pueblos y su deliciosa gastronomía.
Laura Fernández
Periodista, blogger y viajera. No necesariamente en ese orden. En ocasiones me despierto sin saber dónde estoy. Adicta a los cómics y a los noodles con salsa de cacahuete. Redactora en @escapadarural, colaboradora en la Conde Nast Traveler y en la Divinity. Mi casa: Meridiano180.
Mira lo del castillo de Grávalos, y adjudícaselo al pueblo donde se encuentra realmente.
Gracias por rectificarlo.