Riscos de Tavertet, un mundo perdido junto a Barcelona
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16.05.2022
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Hay algo de mágico y de ensueño en las vistas que se ven desde el pequeño pueblo de Tavertet, en la sierra de Collsacabra, en la provincia de Barcelona. Un acantilado de más de cuatrocientos metros de altura se eleva sobre los bosques de los valles cercanos y sobre el pantano de Sau, un embalse que anegó una vieja población en los años sesenta y cuyo campanario aún sobresale del agua en las épocas de sequía, cuando baja el nivel de las aguas.
Más allá de los bosques y el agua se intuye la elevación del Turó de l’Home i el Matagalls, las dos grandes cimas del Montseny. Y más cerca aún se ven los otros riscos del Collsacabra, cortados a pico por el tiempo, la lluvia y el viento. Hay días en que el valle aparece inundado de niebla y Tavertet parece una de esas fortalezas imaginarias que flotara sobre las nubes.
Construidas casi al borde del precipicio, las casas de Tavertet parecen estar balanceándose entre la tierra y el aire. La mayoría son del siglo XVII al XIX, viejas casonas y masías reformadas con gusto rústico como segundas residencias para familias de Barcelona.
Algunos, buscando la paz del paisaje, incluso se retiraron aquí, como el famoso filósofo Raimon Panikkar, que vivió en el pueblo antes de su muerte en 2010 y encontró aquí la inspiración para sus libros espirituales. No es de extrañar, ya que el aire que se respira desde lo alto de los riscos es a la vez rico, puro e impregnado de una tranquilidad difícil de encontrar en el fondo del valle.
Un paraíso alejado del mundanal ruido
Para llegar a lo alto de Tavertet hay que recorrer una carretera corta pero llena de curvas y, a pesar de que esto pueda ser un impedimento, es lo que ha permitido que el pueblo quedara alejado de las mayorías domingueras. Para llegar a Tavertet hay que sufrir las curvas, pero el esfuerzo merece la pena.
Tavertet es una base perfecta para conocer la sierra de Collsacabra a través de excursiones a pie o en bicicleta de montaña. Algunas son ascensiones complicadas por caminos de cabra desde el pantano hasta la cima del precipicio. Otras, sirven para descubrir un extenso patrimonio arqueológico que incluye fortificaciones medievales o dólmenes del Neolítico, como el que se encuentra al lado de la ermita de Sant Corneli.
Una de las actividades más agradables que se puedan realizar en Tavertet es recorrer alguno de los circuitos circulares alrededor del pueblo. Muchos de ellos bordean los riscos, de manera que las buenas vistas están aseguradas.
Uno de los circuitos más sencillos es el que nos lleva hasta el Puig de la Força. El camino sigue el borde del acantilado, adentrándose en algunos momentos hacia tierra para evitar tramos demasiado expuestos. Es la oportunidad para ver construcciones únicas, como un trozo de una muralla ibérica que los arqueólogos todavía están estudiando y que asocian a una pequeña población afincada en lo alto de los acantilados, donde gozaban del control del territorio.
Los íberos no fueron los únicos en darse cuenta del potencial defensivo de una zona tan inexpugnable como la parte superior del acantilado. En el siglo XII d.C. se iniciaron en el extremo del Puig de la Força las obras de construcción del castillo de la familia Tavertet, usando en parte los cimientos de otra construcción anterior, el castillo de Cornil.
Aún se entrevén algunas ruinas de paredes y parte de la que fuera la prisión del castillo a media subida hacia la cima. Las piedras permanecen medio escondidas por una vegetación exuberante que parece de otro continente.
El Mundo Perdido de Tavertet
Quizá sea por esta vegetación casi selvática que crece a orillas del acantilado o por las formas tan quebradas de sus paredes, que recuerdan a los famosos tepuys de Venezuela, esas montañas de cimas planas que sobresalen del bosque pluvial.
Lo que más se parece a Tavertet de lejos es el monte Roraima del continente sudamericano y, cuando uno ve los altos riscos desde el monasterio de Sant Pere de Casserra, situado en una pequeña península del embalse de Sau a los pies del acantilado, solo puede pensar en una imagen que le viene a la mente: la del Mundo Perdido que imaginara el escritor Arthur Conan Doyle viviendo en uno de esos misteriosos tepuys.
¿Qué se esconde en la cima de los riscos de Tavertet? Solo hay una forma de conocerlo: visitándolos. Y disfrutándolos.
Jordi Canal-Soler