Cascada del Aljibe: saltos en cadena con 12 metros de altura
Escrito por
09.04.2023
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Las cascadas o saltos de agua son unos de los espectáculos naturales que más admiración provocan en los amantes de la naturaleza. No hay mejor forma que comprobarlo que las redes sociales (la guía visual de la vida moderna): el hashtag #cascada en Instagram arroja miles de resultados con vídeos y fotos –de mejor o peor calidad– de los usuarios con el agua de fondo o incluso dándose un baño. Lo cierto es que, mientras el clima lo permita, visitarlas es una de las mejores actividades que se pueden llevar a cabo al aire libre.
Unas de las más impresionantes del país es la cascada del Aljibe, situada en el sistema central de la sierra de Ayllón en Guadalajara. También se las conoce como pozos de Matallana y pertenecen al municipio de Campillo de Ranas. Para más datos, están en la ruta de los pueblos de la arquitectura negra de la provincia en la que se ‘alojan’.
Sus características son, sin duda, una buena razón para estar entre las preferidas de los saltos de agua del país. La cascada está compuesta de dos caídas sucesivas que suman 12 metros de altura: la primera, de entre tres y cuatro metros y la segunda de entre siete y ocho metros.
La época en la que más agua tienen suele ser la primavera, sobre el mes de abril pero, por supuesto, esto varías según se haya comportado la meteorología.
Cómo llegar a la cascada del Aljibe
Hay dos maneras de llegar a pie siguiendo dos rutas: la corta y la larga. La primera tiene una longitud de unos 6 kilómetros, es de ida y vuelta y parte de la pedanía de Roblelacasa. No se trata de un trayecto demasiado complicado: se sale del párking del pueblo y se sigue el sendero hasta llegar a un punto en el que se puede cruzar un puente que lleva hasta Matallana o escoger la otra desviación que lleva directamente hasta el objetivo, es decir, la cascada.
La otra mide unos 9 kilómetros y es circular. Empieza desde El Espinar, una pedanía de Campillo de Ranas que sirve como representación de la arquitectura negra de la provincia. A partir de ahí, se inicia el camino después de abrir una cancela para el ganado.
Se camina en plano hasta que comienza la pendiente que lleva hasta el arroyo del Soto. Después de cruzar el puente de madera se llega al barranco del Aljibe, donde se forman las pozas a las que la gente va a bañarse cuando hace mucho calor. Después, se puede dar la vuelta o subir hasta el mirador de El Espinar, desde donde se pueden disfrutar de increíbles vistas de la sierra y su naturaleza.
En ambos casos el recorrido es sencillo, por lo que es apto para viajar con niños. Decantarse por una u otra ruta dependerá de lo acostumbrados que estén a andar. Asimismo, la ruta a la cascada del Aljibe también se puede realizar con perros.
Ruta de los Pueblos Negros
El nombre de ‘arquitectura negra’ viene dado por el material con el que están construidos los edificios, que son de pizarra. Dicho material también se encuentra en abundancia en El Bierzo donde destacan pueblos como Burbia, por ejemplo, con sus tejados de pizarra. Los edificios de arquitectura negra de Guadalajara: “Están propuestos para ser catalogados como Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO”, según la diputación.
La mejor manera de conocer estos “muros, cubiertas y pavimentos conforman conjuntos de gran uniformidad cromática y de un particular atractivo” es una ruta que comienza en Cogolludo, donde destaca su Palacio Ducal. De ahí se sigue a Tamajón y se llega a Retiendas, donde están las ruinas del monasterio de Bonaval.
Para retomar el camino, hay que retroceder e introducirse del todo en el verdadero núcleo duro de la arquitectura formado por Campillejo, El Espinar, Campillo de Ranas y Robleluengo. Y para terminar, se puede ir a la ladera oeste del Ocejón con otros pueblos de gran belleza como Almiruete, Palancares y Valverde de los Arroyos.
Si después de tanto movimiento aprieta el hambre, Guadalajara ofrece un amplio abanico de posibilidades para llenar el estómago y de hecho, en 2019 fue Capital Gastronómica. Algunas de sus especialidades son el cabrito asado de Jadraque, que se asa en el horno y se sirve en cazuela de barro y la caldereta de cordero; así como el ‘hornazo’ (una especie de empanada rellena de carne) típica de Tamajón. De postre, una tarta de uva o harinosa, los bizcochos oriundos de Molina de Aragón llamados pata de vaca y los bizcochos borrachos, por ejemplo.
Naturaleza, arquitectura y gastronomía: qué mejor plan para escaparse de la ciudad y disfrutar de lo rural. Seguramente, habrá quien no quiera volver.
Carmen López
La cascada del Aljibe no es acta para todos los públicos, sube y baja una montaña bastante empinada, cruza un río que en época seca llega hasta kas pantorrillas, una ruta complicada.
Unos pueblos encantadores unas cascadas preciosas y unas rutas y paisajes preciosos,no dejar de visitarlos en plena naturaleza y además gente amable y cariñosa,te llevás buenos recuerdos.