La comunidad autónoma de Asturias nos tiene acostumbrados a paisajes verdes y exuberantes en los que perderse. Este paraíso interior que lucen con orgullo los asturianos se alimenta de entornos tan bellos como el que vamos a visitar hoy: las cascadas de Guanga, una de las rutas más bonitas y reconfortantes de esta región del norte de España.
Nos encontramos en el pequeño municipio de San Andrés de Trubia, una de las muchas localidades con encanto que alberga Asturias y puerta de entrada a este espacio natural que se encuentra arropado por los valles del Trubia, también conocidos como valles del oso.
La ruta hasta las cascadas de Guanga ofrece un camino denso en forestación, con elevada humedad y poca visibilidad por lo que, si bien es un trayecto sencillo, sí conviene llevar calzado y ropa adecuada. Dada su naturaleza, es una de las mejores terapias para escaparse de las altas temperaturas veraniegas.
Se puede aparcar en diferentes lugares. El mejor, si llegas a tiempo, es el antiguo lavadero de ropa, junto a una fuente que data de 1.911. Aquí es también donde llega el bus L1 desde Oviedo.
La ruta
De dificultad fácil, esta ruta circular de tres kilómetros y algo más de 200 metros de desnivel, se completa en menos de una hora. Otra cosa es el tiempo que se le dedique a disfrutar del entorno una vez alcanzado nuestro destino. Cabe destacar también que el camino está muy bien señalizado, por lo que no hay posibilidad de pérdida.
Tras superar el primer kilómetro de recorrido entre la sombra de varios castaños, veremos una bifurcación que nos permitirá, si tomamos el camino de la derecha, subir linealmente hasta la cascada de mayor altura. O, si optamos por continuar del lado izquierdo, realizar la ruta circular pasando por las tres cascadas que dan nombre a esta ruta.
Si bien va en gustos, sí que es recomendable optar por la ruta circular, pues es más entretenida, variada en paisajes y con una mayor oferta de regalos para la retina.
Apenas en 200 metros, la primera del trío de saltos de agua hace su entrada triunfal. La pequeña senda para bajar hasta ella puede ser algo resbaladiza, pero nada grave si se pisa con cuidado. Es un buen momento para inmortalizar el momento y deleitarnos con este primer rincón asturiano del día.
De nuevo en camino, en unos 80 metros, tendremos ante nosotros la segunda de las cascadas de Guanga. Más bella aún si cabe que la primera y de mayor altura.
Y por fin, tras recorrer otros 200 metros, aproximadamente, alcanzamos nuestro destino: la tercera y última cascada de la ruta de las cascadas de Guanga nos saluda en todo su esplendor. Ésta es la más alta y espectacular y, por tanto, la protagonista indiscutible. Si tienes la suerte de visitarla tras haber caído abundantes lluvias, podrás disfrutar de su flamante caída en forma de cola de caballo. La foto de postal está asegurada.
Es hora de relajarse y contemplar con calma este pequeño vergel asturiano antes de continuar la ruta para volver al punto de partida.
Elísabet García
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