La Sierra Norte de Madrid es naturaleza y patrimonio. Preciosos pueblos en los que el día transcurre con paso calmado, e innumerables vestigios con cientos de años de vida que han llegado a la actualidad en un más que respetable estado de conservación. Como los protagonistas de la ruta de la que hoy os vamos a hablar: La Ruta de los puentes medievales del pueblo madrileño de Canencia, un viaje por tres de las estratégicas infraestructuras que permitieron el paso de caballerías, importantes personalidades de la época y, como no, del ganado. Sus nombres son puente Canto, puente de las Cadenas y puente de Matafrailes.
A diferencia de otras rutas, esta no tiene un punto de inicio y final al uso, si no que se divide en dos tramos: el que une el puente Canto con el puente de las Cadenas, y el que une el puente Canto con el puente de Matafrailes.
Comenzaremos por el primer tramo. Para ello, una vez hayamos llegado a la localidad de Canencia (80 km por la A1 desde Madrid), nos dirigiremos a la Iglesia de Santa María del Castillo y seguiremos hasta el final la calle José Luis Muñiz Toca. Allí podremos dejar el coche en un parking gratuito que hay habilitado. No habrán pasado ni 5 minutos cuando el puente Canto salga a nuestro encuentro.
Su construcción salva el arroyo Canencia, parece estar datada entre los siglos XIV y XV y se conserva en muy buen estado. Sus dos ojos son asimétricos y, justo en la parte superior de la junta que los une, presenta un pequeño mirador. Como curiosidad, este puente aparece citado en el libro de montería de Alfonso XI y, hasta 1991, fue utilizado para el paso de caballería y peatones. Hoy, para estos fines, se utiliza un puente paralelo que se levantó recientemente con el objetivo de evitar su deterioro.
Para continuar nuestra ruta, recorreremos una vereda que transcurre paralela al arroyo Canencia aguas arriba. En aproximadamente 15 minutos, habremos llegado al puente de las Cadenas, una pequeña joya medieval rodeada de abundante vegetación de ribera que transporta al caminante al medievo y que bien podría ser el escenario de una buena película de época.
Al igual que el puente Canto, este anciano puente de un sólo ojo, también fue construido con forma de «lomo de asno» aunque con menos anchura que el anterior por lo que, en su día, sólo podía ser cruzado por peatones y caballos. A su vera hay un viejo molino, de los cuatro molinos harineros con los que llegó a contar la localidad por su intensa actividad agropecuaria, reconvertido en vivienda habitual.
Para alcanzar el tercer puente medieval, el de Matafrailes, volveremos sobre nuestros pasos hasta el puente Canto. Allí tomaremos un camino de unos 4 kilómetros que sigue el arroyo Canencia aguas abajo entre praderas, parcelas, fresnos y demás vegetación de ribera. Al contrario que los dos puentes ya visitados, y los cuales se encuentran muy cerca de la localidad, este último se levantó a las afueras, casi en la confluencia del arroyo Canencia con el río Lozoya.
Aunque los historiadores datan su construcción en fechas anteriores al puente Canto, tal dato no se conoce con exactitud. Como curiosidad, el punto exacto donde cruzamos el puente de Matafrailes coincide con el kilómetro 21 de la Ruta Puente del Perdón-El Cuadrón, una buena alternativa para continuar conociendo el resto de reliquias centenarias de la sierra madrileña.
Elísabet García
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