Además de espectaculares lienzos de paisajes volcánicos, algunas de las islas canarias tienen la enorme suerte de albergar un tipo de bosque subtropical muy húmedo denominado laurisilva canaria. Formaciones boscosas, pobladas mayoritariamente de laureles y bayal-brezal, que ofrecen un paraíso verde en el que sumergirse para respirar la misma naturaleza virgen que encontraron los primeros pobladores que habitaron las islas afortunadas.
En La Gomera encontramos el Parque Nacional de Garajonay; en El Hierro se llama La Llanía; en La Palma recibe el nombre de Canal y Los Tilos y, en la zona norte de Tenerife, despierta cada día el Parque Rural de Anaga, un maravilloso pulmón verde con infinidad de opciones para los amantes del senderismo.
Sin embargo, entre todas las sendas, sobresale una: la Ruta de los Sentidos, una ruta de senderismo muy disfrutable en cualquiera de sus tres variantes que sumerge al visitante en un precioso escenario que parece sacado de un cuento de hadas y que, como bien indica su nombre, es para vivir con todos los sentidos. Bueno, con todos menos con el del gusto.
De las tres alternativas posibles, la opción 1 es la más sencilla. Es de ida y vuelta y está completamente acondicionada con pasarelas de madera siendo accesible tanto para personas mayores como para personas con movilidad reducida. La variante 2 también es de ida y vuelta y ofrece algo más de recorrido. Finalmente, la alternativa 3 es circular y se completa en unos 40 minutos.
Independientemente de tu elección , la Ruta de los Sentidos da comienzo en el Centro de Visitantes del Parque Rural de Anaga. Un lugar que, a modo de aperitivo, regala unas fabulosas vistas de los paisajes tinerfeños desde el mirador de la Cruz del Carmen.
Por su singular belleza y accesibilidad, esta ruta es de las más concurridas de cuantas existen en la isla. El espacio para aparcar es muy amplio y gratuito pero suele llenarse con facilidad por lo que es más que recomendable madrugar. Como dato positivo, la rotación de los coches es alta por lo que el tiempo de espera no suele ir más allá de los 10 o 15 minutos.
Ya en camino, la senda explosiona en verde a través de un camino donde las fayas, los laureles y los brezos arbóreos son los amos y señores del espacio. Un camino que antaño unió los pueblos de Anaga con La Laguna y que, precisamente, por ese hecho, está repleto de reminiscencias tales como antiguos escalones o canales por los que circulaba el agua.
Esta Ruta de los Sentidos presenta una curiosidad y es que, en algunos tramos, la sensación es la adentrarse en el interior de la tierra puesto que, para ver las raices de los árboles, hemos de alzar la vista.
A lo largo de todo el recorrido existen varios paneles informativos que describen curiosidades y detallan la información más relevante del espacio protegido. En puntos concretos, varios paneles de madera con los símbolos de la vista, el oído, el tacto o el olfato, invitan a detenerse y contemplar con mimo cada escena, a poner especial atención a los sonidos del bosque, a palpar con cuidado las texturas de rocas y raíces y a respirar profundamente los aromas de la naturaleza.
Anaga, con su Ruta de los Sentidos, es una verdadera experiencia sensorial.
Elísabet García
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