Varios itinerarios recorren la región española de Castilla-La Mancha siguiendo los pasos de uno de sus hijos más célebres: Don Quijote de La Mancha.
En un lugar de La Mancha…
Sobre la meseta castellana se levanta un cerro, y sobre el cerro, un castillo medieval de anchas murallas y recortadas almenas. Desde las torres del Castillo de Consuegra se puede ver una extensión de tierras secas, baldías y amarillas tostadas por el sol veraniego. Los árabes que conquistaron estas tierras en el siglo VIII d.C. la llamaron Al-Ansha, la tierra sin agua. Los castellanos la llamarían más tarde La Mancha, una región que desde el célebre inicio de Miguel de Cervantes Saavedra ha pasado a ser patrimonio mundial: “En un lugar de La Mancha, de cuyo nombre no quiero acordarme…”.
Por estas tierras secas y anchas cabalgó el Ingenioso Hidalgo Don Quijote de la Mancha a lomos de su escuálido caballo Rocinante y seguido muy de cerca por su escudero Sancho Panza. Una ruta enlaza los pueblos mencionados en la obra de Cervantes y permite seguir los pasos de la célebre pareja, caballero y escudero, en sus andanzas.
Una tierra de molinos
Una docena de viejos molinos de viento decoran desde principios del siglo XIX el cerro Calderico, el más alto de Consuegra. Son como los que desde el siglo XVI han dado carácter al paisaje manchego, con altas torres redondas y blanquecinas y grandes aspas de madera que sí recuerdan inmensos brazos de los gigantes que imaginara Don Quijote en ellos.
Los Molinos de Consuegra llevan todos ellos nombres relacionados con el mundo quijotesco, desde Sancho, Bolero y Espartero hasta Rucio. Uno de ellos está abierto al público y puede observarse en su interior la maquinaria original, con dos grandes piedras que molían el trigo, uno de los pocos productos que crecían en estas tierras tan secas.
Aún más famosos son los molinos de Campo de Criptana, una pequeña población en la que una decena de ellos recibe el viento de la meseta en lo alto de un redondeado monte por encima de las últimas casas del pueblo. En uno de los molinos se encuentra un pequeño museo de labranza, y en otro se exhibe una colección de objetos relacionados con la famosa actriz Sara Montiel, que nació en el pueblo en 1928.
La mejor hora para visitar los molinos es al atardecer, cuando la puesta de sol convierte el paisaje en una postal mágica de colores pastel que iluminan las paredes blancas de los molinos.
Museos del Quijote
Muy cerca se encuentra el pequeño pueblo de El Toboso. En varios episodios del libro Don Quijote menciona esta población, puesto que aquí vivía Dulcinea, de la que estaba enamorado. Las visiones del Hidalgo imaginan la poco agraciada labradora Aldonza Lorenzo como una dama grácil y educada a la cual servirá como fiel caballero. Parece que Cervantes se inspiró en realidad en el personaje verdadero de Ana Martínez Zarco de Morales, que habitaba en la Casa de la Torrecilla en El Toboso, y actualmente este caserón de labranza del siglo XVI alberga un interesante museo decorado con los muebles de una casa de campo de la época de El Quijote: el Museo Casa Dulcinea del Toboso.
Son de especial interés la cocina, que conserva todos los útiles necesarios, muchos de ellos utilizados aún hoy en día, una gran despensa que muestra el tipo de comida de entonces y un pequeño molino de tracción animal para la molienda de grano. También hay corrales y en la planta superior varias habitaciones, con muebles castellanos originales que hubieran podido pertenecer a un hidalgo como Don Quijote. Varios tapices cuelgan de las paredes, algunos cuadros religiosos ornamentan la habitación y un par de camas con baldaquino protegían a los propietarios de las noches frías de La Mancha.
Uno de los epicentros de la ruta quijotesca es el Centro Cervantino, un museo de El Toboso que reúne más de doscientas copias de El Quijote provenientes de todo el mundo. Incluso hay varios ejemplares firmados por gobernantes y escritores de todo el mundo: Benito Mussolini, Nelson Mandela, Mario Vargas Llosa o Carlos Fuentes son solo algunos de los que celebraron la historia universal del Quijote. Hay ejemplares en sesenta lenguas y de todas las medidas (¡hasta una edición gigante de más de dos metros de alto y 260 kilos de peso!).
El museo es el sitio perfecto para terminar la ruta quijotesca puesto que, rodeado de tal cantidad de copias de la novela uno se da cuenta de cuán universal es el personaje y cuán lejos ha llegado el conocimiento de esta tierra de la Mancha, de cuyo nombre ahora todo el mundo se acuerda.
Jordi Canal-Soler
ALMAGRO ,EN SEMANA SANTA
LA PLAZA ,LAS CALLES I EL TEATRO ,BRUTAL ,DIGNO DE VISITAR
Pronto empezaré el camino de Santiago, el camino de Levante que cruza la Mancha.
A ver si puedo aprovechar una de vuestras ofertas.
Yo tengo un sueño, un dia iré a Spanha! Amo este país cómo sy fuera mio.