La comarca de Benasque es una máquina de fabricar rutas de senderismo muy bien engrasada. Son múltiples las opciones que ofrece para los amantes de la montaña, del agua, y también de la música. La ruta por el valle de Estós, en el corazón del Parque Natural Posets-Maladeta, es un claro ejemplo de ello. De hecho, es uno de los itinerarios más sobresalientes.
¿Y porqué es tan especial? Pues, entre otros motivos, porque permite disfrutar de unas curiosas formaciones llamadas gorgas que, según la RAE, son «Remolinos que forman las aguas de los ríos en algunos lugares, excavando en olla las arenas del fondo«. En este caso, las aguas del río Estós se han puesto creativas.
Otro de sus alicientes es que también nos lleva hasta la cabaña del Turmo, popularizada por los Celtas Cortos en el año 91. El refugio, que siempre ha suscitado muchas dudas acerca de su pronunciación (¿Es turbo? ¿Turno? No, es Turmo), aparece en la letra de su mítica canción 20 de abril, en la primera parte de su estribillo:
¿Recuerdas aquella noche en la cabaña del Turmo?
20 de abril, Celtas Cortos
Las risas que nos hacíamos antes todos juntos
Hoy no queda casi nadie de los de antes
Y los que hay han cambiado
Además, desde hace unos años también aparece en su videoclip. ¿A quién no le gustaría conocerla?
Cómo llegar hasta la cabaña del Turmo: la ruta por el valle de Estós
Para iniciar esta bonita ruta por el Pirineo aragonés debemos dirigirnos al parking del valle de Estós. Desde allí parte el sendero lineal que completaremos en unas tres horas, aproximadamente (solo ida). Eso sí, con un desnivel acumulado de 450 metros que apenas entraña dificultad técnica y está muy bien señalizado.
El embalse de Estós, con su presa, es la primera parada de la ruta. Desde allí, tras cruzar el puente de la Palanca, continuamos marcha dejando el curso del río de nuestro lado izquierdo. El camino es ahora bastante más ancho y las panorámicas del Perdiguero en el fondo del valle nos llenan la vista.
Pocos pasos después, la cabaña de Santa Ana, abrazada por los verdes prados que tanto caracterizan esta zona, sale a nuestro encuentro. La paz que se respira en el lugar invita a tomarse un descanso y ponerse en modo contemplativo.
Si hemos elegido hacer la ruta por el valle de Estós, gorgas de los Galantes y cabaña del Turmo en verano, vamos a agradecer sobremanera la sombra que provee el hayedo que encontramos unos metros más adelante. Y si es en otoño, la fiesta cromática aportará un toque de magia a la senda.
Por fin llegamos a las famosas gorgas de los Galantes. Una clara señalización nos indica el camino para acceder a los miradores. El estruendo del abundante caudal gorgoteando es ensordecedor e hipnótico al mismo tiempo. Tal es la afluencia de agua que, debido a su peligrosidad, se recomienda practicar barranquismo solo durante los meses de agosto y septiembre.
Para contemplar las gorgas de los Galantes hay dos miradores, el inferior y el superior. Si bien el primero ofrece una buena perspectiva, la panorámica que se obtiene desde el superior es, sencillamente, de postal.
Aún sorprendidos por la belleza que desprende cada centímetro de este enclave, continuamos la ruta hasta llegar, por fin, a una pradera donde encontraremos la famosa Cabaña del Turmo, un antiguo alojamiento que daba cobijo a los pastores que necesitaban pernoctar durante la temporada de trashumancia. El refugio se ha rehabilitado recientemente gracias a una campaña de micromecenazgo ejecutada por los propietarios del Monte Estós.
Unos metros más adelante, llegamos al final de la ruta: el refugio de Estós. Un precioso lugar donde reponer fuerzas para emprender el camino de vuelta o en el que, incluso, nos podemos quedar a dormir.
Elísabet García
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