Ruta por los castillos medievales en El Maestrazgo
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30.05.2022
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Si dejamos la costa de Castellón a nuestras espaldas y seguimos ruta hacia el interior, el paisaje se hace más y más abrupto, el clima es riguroso y aparecen en el horizonte sierras de perfil arrugado. Así es la comarca histórica del Maestrazgo, entre las provincias de Castellón y Teruel. Su nombre le viene de la orden del Temple, que llegó en tiempos de la Reconquista. Desde entonces está poco poblada; pero es fascinante y misteriosa. Fortines, castillos, casas de piedra y pueblos recogidos sobre sí mismos aparecen en el camino.
Mirambel
Cruzando Teruel, a unos 112 km, nos encontramos de nuevo en el medievo con las callejuelas empedradas, caserones, puertas nobles, balcones y con los restos del castillo templario de Mirambel. Llega a extrañar tanto palacio, como el de los Aliaga o los Castellot, en un municipio en el que apenas supera el centenar de habitantes. Pero es que Mirambel es todo historia desde su conquista por Alfonso II hacia 1169. El casco urbano con su ciudadela medieval es buena muestra de esta historia. Al pie del torreón del portal de las Monjas, una galería de tres niveles que es una joya arquitectónica, está uno de los rincones más bellos del pueblo, la singular plaza de la Madre Consuelo.
Por su casco antiguo parece que no pasó el tiempo de tan bien conservado que se lo encuentra el viajero. Por ello, en 1982 se le concedió el prestigioso premio «Europa Nostra». Es tan bello que forma parte de la red de Los Pueblos más bonitos de España y ha inspirado a gran cantidad de escritores. Como a Pío Baroja, quien describiera, por ejemplo, las vistas desde la galería del portal de las Monjas así: “Desde las ventanas altas de la galería, abiertas por encima de la muralla, se veía en verano el cielo uniformemente azul; en otoño, las nubes fantásticas de oro y de sangre del crepúsculo…”.
También algunos cineastas, como el británico Ken Loach, han usado sus calles como un fantástico plató de cine.
Cantavieja
A escasa media hora de ruta desde Mirambel, encontramos Cantavieja. Aquí se refugiaron en 1307 los caballeros del Temple cuando las tropas de Jaime II llegaron al Maestrazgo para expulsarlos. Más tarde, el lugar vivió las guerras carlistas. Por eso, la considerada capital histórica del Maestrazgo turolense, tiene uno de los conjuntos históricos más bellos de la provincia.
Abundan los monumentos religiosos y civiles; pero sin duda, no hay que perderse las iglesias de la Asunción que por dimensiones llevó al arquitecto Antonio Nadal a decir de ella que “ni una igual en Roma”. También y la de San Miguel, además de la curiosa Casa del Bayle.
Cerca de la iglesia de la Asunción, en la espectacular plaza porticada Cristo Rey, hay un mirador sobre la campiña del Maestrazgo. En el cielo, mecidos por el viento, se ven volar buitres leonados. En el paisaje no quedan muestras de las batallas históricas, por eso siempre viene bien tirar de museos como el Museo de las Guerras Carlistas para comprender mejor. Entrar en este museo es hacer un viaje en el tiempo para descubrir aquellos hechos de forma didáctica.
Morella
Ver desde lejos el perfil de Morella sobre el cerro, con su antiguo castillo del S. XIII recortándose en el horizonte, debió impresionar a los caballeros de la Reconquista. Antes, sucesivas civilizaciones aprovecharon el estratégico enclave para posicionarse en la zona. Por este mítico castillo del Mediterráneo han pasado guerreros famosos como el mismísimo Cid o Jaime I. Vale la pena subir hasta la a plaza de Armas para disfrutar de espectaculares vistas del Maestrazgo.
Paseando por sus estrechas y empedradas calles, como la porticada calle de Blasco d’Alagó, la villa parece una cápsula del tiempo, capaz de transportarnos a otra época, en la que aún perviven comercios de los de toda la vida como los que exponen las típicas mantas de Morella y otras prendas exquisitas de lana.
Por supuesto, hay que visitar la iglesia de Santa María la Mayor. Traspasando su fachada gótica, daremos con la bellísima escalera de caracol que sube al coro y que, como las callejuelas, también parece transportarnos a otra época.
Ares del Maestrat
Se conduce por una serpenteante carretera y conforme vamos llegando, a 1.195 metros de altura, a nuestra derecha, se levanta la silueta del pueblo, como si fuera un espectacular escenario para una película ambientada en el medievo. Al fondo, sobre el cerro y al pie de una muela que se yergue como un altar, se divisan las casas encaladas de Ares del Maestrat. Su topónimo y los restos de su castillo no dejan lugar a dudas: estas también fueron tierras de templarios.
Basta dejar el coche en la plaza Mayor para caminar por sus calles en cuesta y escalonadas. Hay que caminar por la calle del Cano hasta el mirador, junto a los restos del castillo, con magníficas vistas del paisaje. Sobre las tejas se levanta la iglesia de la Verge de l’Assumpció (siglo XVIII). Una escultura nos recuerda que aquí Jaume I comenzó la la conquista del Reino de Valencia.
Lo cierto es que aquí, como en el resto del Maestrazgo, la historia y leyenda se mezclan. Cuentan los más viejos del lugar que entre los restos del castillo hay una pileta en la que cuando llueve, el agua se torna roja, en recuerdo a la sangre de los cristianos decapitados allí.
José Alejandro Adamuz
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Mi agradecimiento y aplauso a tan gran blogger rural. Infinitas gracias por todos tus artículos, unos tesoros. Un abrazo desde Valencia. Juan.