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A veces, somos más conscientes de las excepcionalidades que están en la otra parte del mundo que de las que tenemos cerca. En el ámbito de la naturaleza, hay algunas especies que solo nacen en un punto concreto de la geografía y resulta que en España residen unas cuantas. Una de ellas la podemos observar en el sendero del Pinsapar.
El pinsapo es un tipo de abeto muy alto que, aunque en Europa se extendió como árbol de adorno, solo surge de forma espontánea en la sierra de las Nieves, la sierra Bermeja y la sierra de Grazalema. Quienes quieran verlo en directo, solo tienen que recorrer esa senda, una atractiva inmersión en la naturaleza del Parque Natural de la Sierra de Grazalema, en Cádiz.
Ruta por el sendero del Pinsapar
Se trata de una ruta de unos 12 kilómetros solo de ida. Su grado de dificultad es medio-alto y la duración del recorrido es de seis horas. Tiene un desnivel de 200 metros de subida y 800 de bajada y se alcanza una altitud máxima de unos 1.300 metros por encima del nivel del mar. Al tratarse de una reserva natural es necesario pedir autorización previa y desde el 1 de junio al 15 de octubre sólo está permitido el acceso acompañado por guías de empresas autorizadas.
Longitud: 12 kilómetros (solo ida)
Dificultad: medio-alto
Tipo de ruta: lineal
El sendero comienza a unos dos kilómetros del pueblo de Grazalema, en un lugar conocido como Las Canteras o Los Areneros (el nombre viene, lógicamente, de unas canteras que se encuentran en dicho sitio). El primer tramo, que dura un poco menos de dos kilómetros, presenta una subida bastante dura entre pinares. En esta zona llueve mucho y los árboles han permitido frenar la erosión del suelo, por lo que es posible caminar sin demasiadas dificultades.
Tras ese ascenso, se alcanza el puerto de las Cumbres cuya altura permite otear parte de la reserva, la serranía de Ronda, el pico más alto de Cádiz, que se llama El Torreón y llega a los 1648 metros de altitud. Es decir, que la cuesta inicial merece mucho la pena para quienes disfruten de las vistas desde puntos elevados. Además, aquí ya empieza a haber pinsapos, aunque lo sorprendente llega un poco más adelante.
En el vientre del bosque del sendero del Pinsapar
Antes de llegar al bosque en el que se acumulan, encontrarás otra vegetación alta como majuelos, arces o endrinos (árbol a partir de cuyo fruto se elabora la famosa ginebra de endrinas, un dato para los aficionados al gintonic). Un poco más adelante ya se llega al cúmulo de pinsapos. Como se dijo con anterioridad, son abetos muy altos –tanto que pueden llegar a medir hasta 30 metros– y sus ramas son también largas.
Esas características de su fisionomía hacen que el bosque sea un lugar sombrío en el que la luz del sol lo tiene complicado para entrar. Así, las temperaturas son más bajas dentro de ese entorno que afuera, como si de un refugio climático se tratase.
Además, los pinsapares suelen ubicarse en las laderas norte de las sierras, por lo que están menos expuestos a la luz solar y así se conserva mucho mejor la humedad. De ahí que el bosque tenga esas características, casi de microclima. Tal y como informa la Junta de Andalucía: “Los bosques de pinsapos estuvieron mucho más extendidos hace millones de años, cuando las condiciones climáticas eran muy diferentes a las actuales. Se trata, pues, de un vestigio de aquellos tiempos, una joya botánica restringida a un área de distribución muy reducida”.
Ya en bajada, la senda continúa hasta dejar atrás el pinsapar y más adelante, se encuentra una desviación a la izquierda que dirige a una pista forestal. Hay que tener un poco de cuidado porque la cuesta descendente es empinada y hay que controlar los posibles resbalones, pese a que el suelo sea firme. Por ese camino, rodeado de árboles mediterráneos como las encinas, los quejigos y algún pinsapo desperdigado, se llega a una pedanía de Grazalema llamada Benamahoma.
El blanco en las montañas del sendero del Pinsapar
El nombre de Benamahoma viene del árabe y significa ‘hijos de Mahoma’. Se trata de un pequeño núcleo poblacional que destaca por sus casas blancas y sobre todo, por ser un lugar de confluencia de caminos y por el agua que discurre en sus alrededores.
A él no solo llega el sendero del Pinsapar, sino que desde allí también parten rutas como la que transcurre al lado del río Majaceite y se pueden visitar puntos como la fuente de los tres caños o el molino del susto. Es un lugar muy apreciado por quienes buscan refugiarse del calor cuando las temperaturas asan Andalucía pero son más de montaña que de playa.
Asimismo, los amantes de la gastronomía en el mes de febrero tienen una cita en este rincón de Grazalema porque se celebra el concurso popular de ‘las sopas cocías’, plato típico de la zona. La receta tradicional se elabora a base de verduras pero con el tiempo se le fueron añadiendo ingredientes como la carne de caza. Es una comida que, en su momento, fue un sustento esencial para los trabajadores del campo.
Además, el pueblo tiene algunas muestras de patrimonio que pueden ser interesantes para el visitante. Por un lado, está la plaza de Andalucía, de reminiscencias árabes como una fuente ornamental y arcos nazaríes, desde donde se pueden obtener unas buenas vistas de los alrededores. También destacan la iglesia y la capilla de San Antonio de Padua y el cementerio, que se encuentra en el camino al pinsapar.
Carmen López
Soy periodista y escribo sobre cosas que importan en sitios que interesan desde hace más de una década.
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