Rutas por el Torcal de Antequera: fascinación pétrea
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12.11.2023
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Es un paisaje insólito difícil de olvidar. No hay literatura posible, por muchos adjetivos que usemos, que pueda describir la fascinación que uno siente al pasear por este lugar de perfiles extraños. Porque, por mucho que nuestra mente trate de encontrar parajes que nos recuerden a él -¿dónde habré visto algo así antes?- la respuesta no siempre es fácil.
Y es que el Torcal de Antequera es una rara avis geológica, un conjunto heterogéneo de formaciones que se elevan desde el suelo y que son el resultado de la erosión química de las rocas calizas y las dolomías a lo largo de un período extremadamente largo. Para que todos lo entendamos: las rocas del Torcal son solubles y lo que hoy vemos es producto del efecto de la lluvia (y del hielo) sobre ellas durante millones de años. Es, en realidad, una inmensa esponja mineral.
Pero eso no es todo. Este imponente laberinto formado por columnas, crestas, taffoni, grietas, simas, oquedades y rocas de siluetas desconcertantes (tornillos, chimeneas, setas y otros caprichos pétreos…) tiene además otra cosa que lo hace único: una ingente cantidad de fósiles marinos.
El motivo es que las rocas del Torcal emergieron del primitivo mar de Tetis hace unos 150 millones de años y con ellas arrastraron todo un conjunto de conchas de animales marinos y corales que hoy la gente contempla con estupefacción a más de 1.000 metros de altura sobre la malagueña Vega de Antequera. Así, incrustados en las rocas calizas estos fósiles evidencian que en un pasado lejano toda la región estuvo cubierta por un mar tropical.
Hay varias opciones senderistas para adentrarse por cuenta propia en este pandemónium de piedra caliza.
Cuatro rutas para descubrir el Torcal de Antequera
El itinerario más sencillo es la ruta verde (de 1,5 kilómetros circular), que parte del Centro de Visitantes y que se adentra por la zona conocida como el Torcal Bajo. El camino desciende hasta el Hoyo de la Burra, una zona de especial interés energético que resultas muy propicio para la meditación. En este recorrido entre pináculos que semejan un castillo en ruinas hay quien adivina las siluetas de un indio, una esfinge o un canario. La experiencia es verdaderamente mística.
La ruta amarilla (de 2,7 kilómetros circular) es una extensión de la verde y se adentra hasta el Hoyo de las Ventanillas a través del Torcal Alto. Al tratarse de una zona más umbría la humedad es más elevada y la vegetación más densa. Entre los majuelos, los quejigos y las hiedras trepadoras conviene estar especialmente atento a la presencia de la muy extraña Saxífraga biternata, una verdadera joya botánica rupícola que solo se encuentra aquí y en las sierras de Camarolos y de Chimeneas. En verano hay que fijarse en las fisuras de los roquedos para detectar sus pequeñas florecillas blancas. Otro emblema vegetal en esta ruta es el Arce de Montpellier, incluido en el Inventario de Árboles y Arboledas Singulares de Andalucía.
La ruta naranja (de 3,6 kilómetros lineal) empieza en la parte baja del Paraje Natural Torcal de Antequera. Siguiéndola en ascenso se llega al Mirador de Manuel Grajales y a la Majada del Fraile. Desde allí el camino continúa en pendiente hasta el Puerto de Tinajuela y el muy característico Monumento Natural del Tornillo.
Conviene no abandonar nunca el sendero en estas rutas balizadas, pues el entorno es muy confuso, la niebla suele estar presente y cada año resulta elevado el número de personas que se desorientan y se pierden durante sus excursiones.
Hay también la ruta de los Ammonites (4,50 kilómetros). Se trata de una ruta de interpretación para descubrir los organismos marinos que hace millones de años vivieron bajo el mar de Tetis, conducida por un guía experto. Además de ayudarnos a localizar los espectaculares ejemplares fósiles que salpican el lugar, el guía se detiene en varios (y muy fotogénicos) parajes para interpretar la geología, la flora, la fauna y la historia del Torcal.
Dos montañas sagradas: la Peña de los Enamorados y el Torcal
Por cierto: las caprichosas rocas calizas del Torcal de Antequera son, desde 2016, Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO junto con los vecinos Dólmenes de Menga y Viera, el Tholos de El Romeral y la Peña de los Enamorados. Y es que a pesar de su innegable belleza natural es su importancia cultural que llevó al Torcal de Antequera a ser incluido en esta importante lista de protección internacional.
Considerados como uno de los mejores ejemplos del Megalitismo europeo, los dólmenes y el tholos de Antequera -sitios funerarios construidos durante el Neolítico y la Edad de Bronce- se levantaron orientados hacia lo que se creía eran dos montañas sagradas: la Peña de los Enamorados y el Torcal. En este último, además, se han documentado yacimientos arqueológicos del Neolítico Medio en la Cueva del Toro, la Cueva de la Cuerda y la Sima del Hoyo, entre otras.
De hecho, el Torcal de Antequera ha sido testigo de una larga historia de usos humanos a lo largo de los siglos. Son muchas las curiosidades que encierra este lugar, como que durante la época romana, la piedra caliza del Torcal fue utilizada en la construcción de edificios en las vecinas Antikaria (Antequera), Nescania (Valle de Abdalajís) y Oscua (en Villanueva de la Concepción).
Ya en el medioevo del Al-Andalus el paso de La Escaruela fue un importante punto aduanero entre los reinos de Granada y Castilla. Más adelante, durante la Guerra de la Independencia Española en el siglo XIX, la topografía única el Torcal de Antequera proporcionaba posiciones defensivas naturales lo que llevó a la presencia de tropas y enfrentamientos en la zona; algo que se repitió durante la Guerra Civil cuando el Torcal de Antequera fue nuevamente un área estratégica. Durante los conflictos, las cuevas y formaciones rocosas se utilizaron como escondites y refugios para combatientes y civiles que también se encontraban en este lugar para el contrabando.
Kris Ubach
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