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Conocido como la puerta al occidente de Asturias, Salas es una villa medieval que nació en torno a un castillo a la vera del río Nonaya. Fue en el siglo XII y, la buena noticia, es que en su centro urbano aún se conservan edificaciones de la época que nos permiten viajar en el tiempo. No es de extrañar que cuatro de ellas hayan sido declaradas Monumento Nacional.
Cada día, cientos de peregrinos recorren su calle principal y cruzan el arco de piedra que une el palacio de los Valdés-Salas con la torre de la villa. Lo hacen siguiendo la concha que marca el Camino de Santiago primitivo, el más antiguo de todos los caminos y que, en esta etapa, une Salas con Tineo.
Nosotros también llegamos a Salas siguiendo las conchas de Vieira desde Cornellana, donde está el monasterio benedictino de San Salvador del siglo XI. Y, al igual que otros peregrinos, detuvimos el viaje para relajarnos y conocer las maravillas de esta localidad, que no son pocas.
Los 4 Monumentos Nacionales de Salas
Con menos de 5.000 habitantes, Salas puede presumir de ser de los pocos pueblos en el mundo en tener tanto Monumento Nacional. El más antiguo de todos ellos es la torre de la villa, del siglo XIV, aunque su aspecto actual es obra del arquitecto asturiano Menéndez Pidal, quien la remodeló en el siglo XX.
Antiguamente, en el sótano era donde se ubicaba la cárcel. Hoy, podemos visitarla y subir hasta su parte superior, desde donde hay unas increíbles vistas a todo Salas y sus alrededores.
Un arco de medio punto une la torre con el palacio de Valdés-Salas, del siglo XVI. Fernando Valdés-Salas fue un influyente político e inquisidor asturiano -que se cobró bastantes vidas en nombre de la iglesia- también conocido por ser uno de los fundadores de la Universidad de Oviedo.
En el interior del palacio está la Oficina de Turismo, además del Museo Prerrománico de San Martín de Salas. La entrada es gratuita y hay visitas guiadas para conocer una de las joyas de la región: el prerrománico asturiano.
Atención: el museo los lunes y martes está cerrado. Está bien saberlo para planear esta etapa si tenemos pensado hacer el Camino de Santiago primitivo, ya que la colección merece la pena.
Volviendo a Fernando Valdés-Salas, su cuerpo descansa en la colegiata de Santa María la Mayor, también Monumento Nacional. La iglesia fue construida por la familia Valdés Salas también en el siglo XVI y en ella ubicaron el mausoleo familiar. El sepulcro, de alabastro, fue realizado por un escultor italiano y está considerado una de las piezas renacentistas más importantes del Principado.
Por último, el cuarto Monumento Nacional que se puede visitar en Salas es la iglesia de San Martín de Salas, situada a las afueras de la villa, muy cerca del cementerio. Su aspecto actual corresponde a una remodelación realizada en el siglo XVIII. No obstante, sus orígenes son mucho más antiguos, pues ya existía desde el siglo VIII siendo un templo prerrománico.
Como curiosidad, justo al lado de la iglesia, en el cementerio, podemos encontrar el tejo de San Martín, Monumento Natural. Este árbol, de 16 metros de altura y un tronco de 6,5 metros de perímetro, es venerado desde la antigüedad. Los celtas le atribuían propiedades milagrosas, además que siempre estuvo asociado con la prosperidad y protección ante la adversidad. Si tienes oportunidad, y no supone desviarte mucho del camino, te recomiendo la visita.
Y, volviendo al centro de la villa de Salas, un recorrido por sus pedregosas calles te llevará a descubrir casonas típicas asturianas, además de otros palacios como el de Casares, un colorido edificio rojizo.
Los carajitos del Profesor que podrían ser el monumento gastronómico
El quinto monumento, aunque no lo sea de forma oficial, son los carajitos del Profesor. Creo que ningún salense estaría en desacuerdo. Y es que estos dulces, que tan bien sientan para continuar camino, son todo un emblema en la villa.
Se trata de unas pastas de avellana cuyo nombre tiene historia. Son del profesor porque se elaboraron en 1918 en el café Casa del profesor. Era un lugar de reunión y tertulia que fue fundado tras la Primera Guerra Mundial y que era regentado por Falín, hijo de un profesor de música y director de la orquesta local.
Según la historia que circula por Salas, uno de los clientes, un indiano (en Asturias hubo mucho emigrante que por necesidad se fue a hacer las Américas) que estaba de regreso en la villa entró un día al café y gritó “¡dame un carajo de esos!”, lo que hizo que se acabaran llamando los carajitos del profesor.
Reconvertida en pastelería, actualmente la antigua Casa del profesor la podemos encontrar en la avenida de Galicia 21.
Una cascada en medio del bosque
Para quemar los dulces nada mejor que hacer un poco de senderismo. Y es que a las afueras de Salas, siguiendo el Camino de Santiago primitivo y el curso del río Nonaya, podemos encontrar un pequeño salto de agua rodeado de la frondosa vegetación asturiana.
El sendero comienza tras pasar Casa Sueño, el hotel y albergue de peregrinos donde uno se acaba sintiendo como en casa. El proyecto fue abierto hace unos años por Patricia, una joven brasileña que vino a España para realizar el Camino de Santiago y acabó echando raíces en el pueblo de Salas. Su historia es de esas que te logran sacar una lagrimilla y que son las que hacen que el Camino sea especial. No obstante, la dejaremos para otro de los viajes que haremos a Salas.
Si tienes oportunidad, te recomiendo que te alojes en su hotel-albergue, ya que al estar ya saliendo del pueblo la paz es absoluta. Está rodeado de naturaleza y su cocina es deliciosa.
Justo a la salida de Casa Sueño ya podemos divisar el comienzo del sendero que nos lleva hasta la cascada de Nonaya. El sonido del agua nos acompañará durante todo el trayecto haciendo que, a pesar de su desnivel (203), el viaje sea de lo más relajante.
La mayor parte del itinerario sigue, como hemos comentado anteriormente, una de las etapas del Camino de Santiago primitivo. Mientras avanzamos nos encontraremos la fuente del peregrino, un viejo cargadero de una antigua mina de caolín, así como puentes de piedra: el de Borra, con arco de medio punto; y el de Carcabón.
Si nos fijamos en el agua, en ocasiones se pueden ver truchas, anguilas e incluso salmones, pues este es uno de los tramos con más tradición salmonera del país. De hecho, la localidad de Cornellana, situada a escasos kilómetros y en la que destaca el monasterio cisterciense del siglo XI, es conocida como la capital salmonera de Asturias.
Un poco más adelante, para llegar hasta la cascada, habrá que tomar el desvío que continúa hacia la derecha. Apenas 300 metros podremos disfrutar de este salto de agua situado entre el verdor del bosque.
Para volver a Salas solo habrá que deshacer los pasos y, si se quiere volver al Camino de Santiago, regresar apenas unos metros atrás para continuar con la siguiente etapa del viaje: la que llega hasta Tineo.
Independientemente de que se esté siguiendo la ruta Jacobea o no, Salas es de esos sitios a los que conviene dedicarle tiempo. A hacer un alto en el camino para adentrarse en su historia, admirar su patrimonio, degustar su gastronomía -que como en toda Asturias es deliciosa- y relajarse. Mira cuánta naturaleza la envuelve.
Laura Fernández
Periodista, blogger y viajera. No necesariamente en ese orden. En ocasiones me despierto sin saber dónde estoy. Adicta a los cómics y a los noodles con salsa de cacahuete. Redactora en @escapadarural, colaboradora en la Conde Nast Traveler y en la Divinity. Mi casa: Meridiano180.
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