Hay lugares en los que realiza algún ritual relacionado con su leyenda y después está San Andrés de Teixido. La historia mítica del lugar tiene diversas variables por lo que los peregrinos pueden llevar a cabo numerosas acciones para rendir pleitesía y, de paso, pedir unos cuantos secretos. Pero casi que los más beneficiados son los reptiles que habitan sus alrededores ya que por ruego popular –por una vez, los animalistas y los creyentes se dan la mano sin discusión– no se pueden matar. Las razones de cada uno pueden ser diferentes, pero el reclamo es el mismo y esos seres pueden respirar tranquilos. Aunque, por encima de todo, lo que más importa es el respeto a ese lugar tan sagrado.
El santuario de San Andrés de Teixido –su ‘apellido’ se debe a que su alrededor está habitado por muchos ‘teixos’ o ‘tejos’ en castellano– está situado en el municipio de Cedeira, en La Coruña, a 140 metros sobre el nivel del mar. La iglesia actual data del siglo XVI –con sucesivas remodelaciones y añadidos– aunque fue construida sobre los restos del siglo XII.
Sin embargo, las peregrinaciones al lugar comenzaron mucho antes, ya que incluso los celtas ya pensaban que en ese punto de la geografía estaba ‘la puerta al más allá’. Actualmente, hay un dicho gallego que dice: “A San Andrés de Teixido vai de morto o que non foi de vivo” (A San Andrés va de muerto el que no fue de vivo, en castellano). Para entenderlo en toda su complejidad hay que introducirse en su leyenda, que tiene muchas variantes aunque su objetivo sea el mismo: atraer a visitantes.
El protagonista de la historia siempre es San Andrés, claro. Por un lado, se dice que él y el también apóstol Santiago llegaron hasta allí después del naufragio de su barca. El segundo se fue a Compostela y recibió la atención de los peregrinos mientras que el primero se quedó en ese rincón de la costa gallega sin ninguna visita. Para compensarle, Dios le prometió que le convertiría en centro de atención a golpe de amenaza: quien no se acercase al lugar estando vivo, lo haría muerto reencarnado en reptil.
Otra variante dice que San Andrés llegó solo a dicho lugar pero también después de que su barca naufragase. De hecho, hay una roca con forma de barca dada la vuelta que, se supone, representa la embarcación del apóstol. Lo que sigue se parece bastante: San Andrés se siente solo en su nueva residencia y Dios, a petición suya, le lleva a peregrinos que quieren pasar a la otra vida sin problemas y no reencarnado en bicho.
Por otro lado, también se comenta que San Andrés llegó allí por el accidente pero sin envidia de Santiago: las peregrinaciones son un regalo del Señor por quedarse a residir en ese rincón rodeado de acantilados. Asimismo, se dice que fue una compensación de Dios porque nadie ayudó al santo en su desgracia. En conclusión: el apóstol llegó allí vía marítima, tuvo un accidente y como indemnización, el Señor convirtió su nueva morada en el segundo lugar de peregrinación con más afluencia de Galicia (de momento no ha desbancado a Santiago de Compostela).
Rituales para todos en San Andrés de Teixido
La visita al santuario ofrece la oportunidad de participar en numerosos rituales. Incluso los no creyentes posiblemente lleven a cabo alguna de las tradiciones (aunque solo sea por probar suerte ya que han ido hasta allí). Las posibilidades son variadas.
- La piedra: cuando se acude en peregrinación, lo aconsejable es llevar una piedra y depositarla en algún ‘milladoiro’ (montículo de piedra que se encuentra al lado del camino) para dejar constancia de su visita y no tener problemas el día de su paso al más allá.
- Animales: según la leyenda, el que no haya hecho su visita en vida, tendrá que ir una vez muerto reencarnado en animal. Se dice que el finado deberá ir tres veces, aunque también hay una variante que no lo especifica. También hay una versión que dice que el muerto se convertirá en reptil y otra que lo amplía a cualquier animal no humano. Por si acaso, hay que tener mucho cuidado con no dañar a ningún miembro de la fauna de la zona porque puede ser un penitente. Asimismo, hay otra creencia que explica que para evitar esta reencarnación y el viaje, un conocido puede ir a su tumba, picar tres veces y decir su nombre. Esa persona será la encargada de hacer la procesión junto al alma del fallecido.
- La fuente del santo: se trata de una fuente que tiene tres caños por los que sale agua con poderes. Si se bebe de los tres chorros se puede pedir un deseo, aunque ahora es aconsejable no tragarla porque no es potable (mojar los labios es suficiente). Bajo la fuente se extiende un pequeño arroyo en donde hay que echar una miga de pan y rogar por algo: si flota, será que sí se concede el deseo pero si se hunde habrá que regresar a San Andrés para volver a pedirlo. Asimismo, se piensa que dicha agua tiene propiedades curativas para las verrugas.
- La cueva: en el mirador cercano a la iglesia hay una cueva en la que se pueden realizar ofrendas o encender velas al santo para pedirle algún favor o para darle las gracias.
- La ‘herba de namorar’: o hierba de enamorar. Se trata de la armeria marítima o clavelina del mar que crece por los alrededores. La leyenda dice que si el enamorado o enamorada mete una hoja de este vegetal en el bolsillo de la persona que le interesa, esta caerá rendida a sus encantos. Además, existe otra leyenda relacionada con la vegetación del sitio: allí crecen unos juncos a los que se les presupone cualidades fertilizantes: si se colocan en la cintura de una mujer, esta tendrá más posibilidades de quedarse embarazada y si ya lo está, de pasar un buen parto.
- Los sanandresiños: o sanadreses. Es el nombre de unas figuritas realizadas con masa de pan sin fermentar, cocida y pintada de colores por los propios vecinos. Los hay diferentes formas y funcionan como amuletos para diversos ámbitos: la escalera para el trabajo, la paloma para la paz, la mano para los estudios, la barca para los viajes, el pez para el alimento, el santo para la salud, la corona para la protección y la flor para el amor.
Carmen López
Soy periodista y escribo sobre cosas que importan en sitios que interesan desde hace más de una década.
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