San Andrés de Teixido, la puerta del Mundo

Dicen que es este un lugar mágico, encantador y dado a las leyendas, porque se escucha el viento en los acantilados y sus silbidos, porque trae el oleaje rumores de otro tiempo, porque algunas noches parece que se escuchen los ecos de pasos perdidos, almas en busca del perdón. Es San Andrés de Teixido y son sus acantilados un lugar con tal fuerza natural que sobrecoge los ánimos e inspira la imaginación de cuantos mortales lo han visitado.

Primero los celtas imaginaron un mundo natural al que veneraban, quizás por eso se asentaron en esta punta gallega, y la consideraron la «puerta del mundo del Más Allá»; luego los cristianos, cuya herencia recogieron para dar nueva forma a las leyendas y nuevos tintes. Se trataba de explicar la emoción contenida ante un paisaje como este, la experiencia del viento, del mar; ofrecer una explicación, por sobrenatural que parezca, que justifique su existencia. Al norte de A Coruña, encontramos un lugar de leyendas muy vivas.

La villa de San Andrés de Teixido cuenta con cerca de 50 habitantes, pero por aquí han pasado, pasan y pasarán hasta la eternidad miles de cuerpos y de almas. A esta región de la comarca de Ferrol, en el concejo de Cedeira y en la parroquia de Régoa, le caracterizan sus acantilados, su entorno verde frente al Océano y un santuario, el de San Andrés de Teixido.

Los primeros celtas dieron forma a un mundo que hoy consideramos de leyenda, en el que desde este enclave que hoy visitamos se encontraban las puertas que separaban el mundo de los vivos y el de los muertos, » A porta do mundo». Como en toda la tradición occidental, el viaje al más allá se representa como un viaje que suele atravesar los mares hasta un horizonte desconocido.

Y vinieron a recoger y a reformular la tradición de esta hermosa región los cristianos. Se dijo y se dice que Dios, tras crear el mundo en seis días descansó al séptimo, y en el descanso dejó caer su mano poderosa sobre estas costas, de cuyo golpe divino se originaron las Rías de Galicia, y estas Rías Altas en concreto.

Otra leyenda aún perdura desde la Edad Media en el lugar, que fue Jesucristo que pescando con sus apóstoles, marineros reconocidos los más, le dijo a San Pedro que se quedase, a lo cual éste respondió que no, que por nada del mundo se quedaba allí sólo, por (suponemos) el terror que inspira tanta quietud natural y tanto paisaje. Jesús continuó en su empeño, por lo que le dijo al hermano de S. Pedro, San Andrés, que fuera él quien se quedara de esta manera: «pues si a Pedro han de visitarle a pares, a ti Andrés a millares. Y no habrá persona que no venga de vivo una vez que no tenga que venir de muerto tres…»

Aquellos que prometieron ir a San Andrés de Teixido en vida y no lo cumplieron, volverán, a la manera de condenados, a saldar su deuda con sus almas una vez muertos. Como se suele decir todavía hoy: «A San Andrés de Teixido, vai de morto quen non foi de vivo«. Una culebra, un insecto, un animal salvaje, un anfibio… Culquiera de ellos podría ser aquél que viene a cumplir con su promesa y a terminar la romería.

Quien vaya podrá beber de la Fuente de los Tres Caños y pedir un deseo, tras lo cual lanzará un trozo de pan. Si flota, el santo atenderá a la llamada y se cumplirá el deseo. A quien se le hundan las migas le queda el consuelo todavía de la hierba para enamorar que crece en los alrededores, de la que se cuenta que es capaz de resolver los conflictos de pareja.

Volvemos la vista, invadido ya de leyenda el pecho, al entorno y contemplamos los acantilados de Vixía Herbeira, los más altos de la Europa continental con 612 metros, y en esta ocasión nos invade el espíritu y el cuerpo la sintonía del paisaje. Envargados de este territorio de leyenda quién sabe si volveremos, aunque no sea en esta vida, por lo que retenemos con fuerza las impresiones que nos ha dejado la visita, casi extrasensorial. A los que todavía no saben si escaparse al lugar: vale la pena acercarse, por si acaso… ¡Y por el paisaje!