20 fotos de Setenil de las Bodegas para enamorarse del pueblo encajado

Setenil de las Bodegas (Cádiz) sería un pueblo más, un pueblo blanco más de Andalucía, si decir eso es poco, si no fuera por su particular diseño. Parece que las casas están soportando el peso de la montaña.

Decimos eso por no decir que parece que Setenil va a desaparecer de un momento a otro engullido por todo el peso del mundo. Contra todo pronóstico, ahí se mantiene Setenil, más encajado que aplastado, y su gente, tomando una cañita bajo una mole. Visto así, con una cañita, no parece tan amenazante.

Setenil nos recordó a Monsanto, ese pueblo aplastado de Portugal. Pero no. Nada que ver. Setenil es otra cosa, aunque sigamos hablando de moles y piedras.

Setenil de las Bodegas es uno de los términos que conforman la Ruta de los Pueblos Blancos, una propuesta turística que discurre por la comarca de la Sierra (Cádiz) y la Serranía de Ronda (Málaga). Setenil es de la parte de Cádiz y un don del río Guadalporcún, como Egipto lo es del Nilo.

La villa, con ese tajo que debe impresionar al mismo río cuando mire hacia arriba («¿eso he hecho yo?»), fue una plaza indispensable para la conquista del reino Nazarí. Su nombre, según las crónicas de la época, en particular la crónica de Bernáldez, hace referencia al número de sitios que se necesitaron para tomarla: Siete: «Septem nihil, siendo el último el 21 de septiembre de 1484 el que conduce a la victoria».

Conserva una fortaleza nazarí (del siglo XIII), ermitas e iglesias y cuevas. Sin embargo, su mayor atracción es su diseño, representado por la calle Sol. No es de extrañar que esté considerado como uno de los pueblos más bonitos de Cádiz.

Por tipismo, además de la construcción, el acento y el blanco de sus construcciones, se entiende también esa mezcla de pan, aceite de oliva, espárragos y huevo conocido como «sopa cortijera». Otros tipismos y costumbres conseguirán soportar, estos sí, el peso de la jornada del viajero con los cimientos de la cultura en el paladar.

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