Los tesoros ocultos del centro de Extremadura: Cáceres, Badajoz, Mérida y entorno

03.06.2021

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Castillo de Luna (Alburquerque). Por Turismo de Extremadura.

Algo singular deben tener los paisajes del centro de Extremadura cuando los técnicos de localizaciones de la serie Juego de Tronos los escogieron para recrear su fantasía épica. Ahí están para la historia de la televisión inmortalizados el paisaje de Los Barruecos, el castillo de Trujillo o la medieval Cáceres.

Son las joyas de la corona de muchos otros lugares fascinantes, de tumbas megalíticas, de misteriosos castillos, de palacios de la Edad de Hierro, de teatros romanos… Tesoros ocultos que maridan a la perfección con los mejores sabores extremeños. 

Basílica Santa Lucía del Trampal (Alcuéscar)

Basílica Santa Lucía del Trampal. Por Turismo de Extremadura.

Entre Cáceres y Mérida, a muy pocos kilómetros de cada una, se encuentra uno de los secretos más fascinantes del centro de Extremadura. Tal vez a simple vista no lo parezca por su reducido tamaño, pero resulta que es la única iglesia visigoda que se conserva en la mitad sur de la Península Ibérica. A su singularidad histórica suma encontrarse en un entorno bellísimo a la falda de la sierra del Centinela.

Según los expertos, la basílica se levantó en torno al segundo tercio del siglo VII, formando conjunto con un mayor convento de monjes templarios. Lo que ha llegado a nuestros días es la cabecera, la nave central y un pequeño espacio que tal vez tuvo función de coro.

Tal como demuestran hallazgos arqueológicos realizados por los alrededores, el enclave debió ser considerado de importancia desde tiempos remotos. De hecho, la antigua Vía de La Plata, que comunicaba el sur de la Península Ibérica con las zonas mineras del Bierzo, pasa a muy pocos kilómetros de la basílica.

Estamos muy cerca de Montánchez, pueblo conocido por su jamón ibérico, y de un territorio donde destaca la torta del Casar. Tanto la Ruta del Queso de Extremadura como la del Ibérico ‘Dehesa de Extremadura’ ofrecen experiencias turísticas de la mano de decenas de empresas y productores locales.

Castillo (Puebla de Alcocer)

extremadura
Castillo (Puebla de Alcocer). Por Turismo de Extremadura.

Es épica la imagen del castillo alzándose solitario como la proa de un antiguo navío, mirando al horizonte infinito de La Siberia. Lo levantó sobre los restos de otra atalaya anterior D. Gutierre de Sotomayor, Maestre de la Orden de Alcántara. La visita a esta antigua construcción defensiva de Puebla de Alcocer es totalmente imprescindible.

No solo por la singular altura de la torre del homenaje, construida con forma cilíndrica, sino porque desde el mismo se disfruta de la panorámica definitiva sobre la llanura de la Reserva de la Biosfera de La Siberia. No hay que dejarse llevar por la idea desértica que puede inspirar su nombre. Al contrario, el peculiar territorio de La Siberia es en sí mismo un destino fascinante, tanto por la diversidad de paisajes, donde caben desde dehesas, embalses y sierras a pueblos cargados de historia, como por su cultura y la gastronomía auténtica.

Castillo de Luna (Alburquerque)

Castillo de Luna (Alburquerque). Por Turismo de Extremadura.

Desde el Paseo de Las Laderas de Alburquerque se puede contemplar las almenas de este castillo que fue plaza estratégica en las contiendas bélicas de la frontera con Portugal. Hoy sus antiguos sillares son testigo de conciertos y actos culturales. En las estribaciones de la Sierra de San Pedro, entre eternos alcornoques, el castillo debe su imagen definitiva a D. Álvaro de Luna, Maestre de la Orden de Santiago y condestable de Castilla, quien lo mejoró entre 1445 y 1453 dándole a su vez el nombre con el que es conocido hasta la actualidad.

Tras callejear por la zona de murallas del pueblo, declarado Bien de Interés Cultural, se puede ir a la búsqueda de otro importante monumento, esta vez natural. Los Barruecos se encuentra a menos de una hora en coche de aquí, dirección Cáceres. Vale la pena ir a ver el extraño paisaje de rocas graníticas modeladas que sirvió como escenario para la Batalla Dothrakis contra Lannister en la famosa serie Juego de Tronos como complemento a la visita épica del Castillo de Luna.

Conjunto dolménico de Valencia de Alcántara

Conjunto dolménico de Valencia de Alcántara. Por Turismo de Extremadura.

Recorrer la Raya entre España y Portugal puede deparar más de una sorpresa oculta. Es el caso del fabuloso conjunto megalítico de Valencia de Alcántara, uno de los más ricos de la Península. Construidos en granito o pizarra, se trata de más de 40 dólmenes en perfecto estado de conservación.

Hay que recorrer algunas de las cinco rutas de fácil acceso para maravillarse con algunos de ellos. Los más famosos: el Mellizo, el Cajirón I y II y los dólmenes Data I y II. Son uno de los muchos valores patrimoniales de un municipio que pertenece al Parque Natural y Reserva de la Biosfera transfronteriza de Tajo Internacional, todo un territorio de enorme interés tanto natural como cultural por el que vale la pena perderse.

Conventual de San Benito de Alcántara

Conventual de San Benito de Alcántara. Por Turismo de Extremadura.

El acceso por el bello puente romano junto a la confluencia de los ríos Tajo y Alagón ya es revelador del extraordinario conjunto patrimonial al que llega el viajero en su recorrido por el centro de Extremadura. Alcántara guarda tesoros que se remontan varios siglos atrás. Entre ellos destaca el Convento de San Benito, ordenado construir en el s. XVI por los Reyes Católicos para acoger a la Orden Militar de Alcántara. Si desde fuera ya enamora, al entrar en su hermoso claustro gótico se extasían los sentidos.

Puestos a seguir excitando los sentidos, muy cerca del conventual está el embalse de Alcántara, el segundo lago artificial mayor de España. Declarado Zepa en 2004 es uno de los refugios de la cigüeña negra, de importantes concentraciones de gaviota sombría y gaviota reidora y águilas perdiceras, por lo que se ha convertido en toda una referencia para los aficionados al avistamiento de aves, que tienen en Extremadura su particular universo.

Dolmen de Lácara (La Nava de Santiago)

Dolmen de Lácara (La Nava de Santiago). Por Turismo de Extremadura.

Este viaje a la prehistoria comienza dejando la carretera que une Aljucén con La Nava de Santiago para seguir un vial entre encinas, junto a la rivera del Lácara. Estas son ejemplo de las bellas dehesas que se han convertido en marco y espacio de los jamones de la Denominación de Origen ‘Dehesa de Extremadura’. Pero aquí se viene a por otra maravilla: el Dolmen de Lácara, uno de los más sorprendentes de la península Ibérica. Por tamaño, es uno de los de mayores dimensiones, destacando un gigantesco ortostato de 5 m de altura.

A pesar del expolio que fue sufriendo a lo largo de los siglos, este monumento funerario se encuentra hoy en muy buen estado. Si se desea profundizar en la riqueza histórica de esta parte del centro de Extremadura, se puede seguir viaje dirección sur, al encuentro del conjunto arqueológico de Mérida, ciudad Patrimonio Mundial, un auténtico refugio del pasado.

Plaza Mayor de Garrovillas de Alconétar

Plaza Mayor de Garrovillas de Alconétar. Por Turismo de Extremadura.

Esta villa cacereña guarda con celo un espléndido tesoro medieval. A tan solo 35 km de Cáceres, y atravesada por el Tajo, Garrovillas de Alconétar tiene una de las mayores plazas de España: un espacio de más de 4000 m2 formado por un conjunto de casas con soportales y ventanas en arcos de medio punto, donde destaca una serie de construcciones de lustre como el Palacio de los Duques de Alba de Liste, reconvertido hoy en un establecimiento hotelero.

La plaza forma parte del conjunto patrimonial que atesora el pueblo, con un barrio judío de intrincadas callejuelas, la ermita de la Virgen de Altagracia, dos iglesias -San Pedro Apóstol y Santa María de la Consolación-, el corral de comedias o los conventos de las Monjas Jerónimas o San Antonio de Padua, hoy en ruinas. Todo un patrimonio que ve llegar cada año al cernícalo primilla en época de reproducción para anidar entre los huecos de las edificaciones en una de las ZEPA urbanas con las que cuenta Extremadura.

Este pueblo es un buen punto de partida para saborear y conocer la cultura del queso de Acehúche, la más reciente de las Denominaciones de Origen extremeñas.

Teatro romano de Medellín

Teatro romano de Medellín. Por Turismo de Extremadura.

Desde el puente barroco del siglo XVII se puede comprobar la riqueza del conjunto histórico al que llega el viajero. Lo primero que destaca en lo alto del cerro es un imponente castillo que data del siglo XIV. Y es que, debido a su enclave, Medellín fue lugar estratégico para numerosas civilizaciones a lo largo de los siglos. De ahí que antes de ese castillo y de su actual nombre, fuera conocida como Metellinum, una importante colonia para los romanos, tal como lo atestigua el fabuloso teatro que data del s I a. de C.

Este es, junto a los de Mérida y Regina, uno de los tres teatros romanos con los que cuenta Extremadura. Y éste de Medellín está tan bien conservado que se ha convertido en escenario para la extensión del famoso Festival de Teatro Clásico de Mérida.

Tras el paseo histórico, tal vez al viajero se le antoje un tiempo de remojo. Tiene a su alcance la apetecible playa de agua dulce que hay en el río Guadiana. Conocida popularmente como “Costa Breva”, es uno de los enclaves populares de turismo de agua con los que cuenta Extremadura.

Termas romanas de Alange

Termas romanas de Alange. Por Turismo de Extremadura.

Originalmente fueron construidas por el patricio romano Licinio Sereniano como agradecimiento a Juno, la diosa de la fertilidad, por la salud de su hija Varinia Serena. Pero durante un largo periodo de tiempo quedaron en el olvido hasta que el médico del pueblo, Don Abdón Berbén y Blanco, las recuperó en 1863. Es así que hoy en día, aquellas termas de más de dos mil años de antigüedad conviven con galerías de mármol del siglo XIX y con salas modernas donde se aplican las técnicas y tratamientos hidrotermales más modernos.

Las dos termas circulares acabadas en una cúpula con un oculus forman parte del conjunto arqueológico de Mérida, por lo que son Patrimonio de la Humanidad. Son sin duda uno de los espacios termales más singulares que se pueden disfrutar en la península Ibérica. El contrapunto hedonista perfecto a una sesión en las termas romanas de Alange aguarda en alguno de los restaurantes de Mérida donde poder probar algunas de las exquisiteces de la gastronomía extremeña. El cordero y la ternera de Extremadura, ambos con Indicaciones Geográficas Protegidas, y los jamones de la DOP ‘Dehesa de Extremadura’ son siempre un acierto, ya sea en formato tapa o en plato. Todo ello acompañado con los vinos y los cavas que forman parte de la Ruta Ribera del Guadiana.

Torre del Alfiler (Trujillo)

Torre del Alfiler (Trujillo). Por Turismo de Extremadura.

Francisco Pizarro parece seguir cabalgando a lomos de su caballo en Trujillo, su ciudad natal. Al menos es la sensación que recibe el viajero cuando se topa con la estatua ecuestre que preside la monumental Plaza Mayor, la joya de la corona de uno de los destinos históricos más preciados de Extremadura. La ciudad, ya sea por su patrimonio, por su gastronomía o por la cercanía al Parque Nacional de Monfragüe, es un destino perfecto para disfrutar de una escapada.

Cuna de conquistadores -Francisco de Orellana, también hijo pródigo de aquí que dio con el río Amazonas-, Trujillo hace gala de un conjunto monumental soberbio en el que, a pesar de ser uno de los símbolos más característicos del perfil urbano de la ciudad, tal vez pase desapercibida la Torre del Alfiler, llamada así por la varilla metálica clavada a modo de remate en su cimborrio decorado con azulejo toledano.

Trujillo es también cuna de excelentes quesos, como los que están amparados en la DOP Queso Ibores.

Yacimiento arqueológico de Cancho Roano (Zalamea de la Serena)

Yacimiento arqueológico de Cancho Roano (Zalamea de la Serena). Por Turismo de Extremadura.

Hay que celebrar que algo construido con adobe en el siglo V a. de C. haya podido llegar hasta la contemporaneidad. Gran parte del mérito se le debe a Jeromo Bueno, un labrador vecino de Zalamea de la Serena que fue a dar con estos importantes restos allá por la década de 1970. Fue cuando este hombre comenzó a construir una alberca para riego en medio de su finca que aparecieron grandes formaciones de piedra.

Se sentiría contrariado, pues aquello era algo que dificultaba su labor, pero tal vez debería haberse fijado en aquella sospechosa elevación bajo la cual se encontraba este soberbio palacio-santuario que llegaba así hasta el presente directamente de la Edad de Hierro. Finalmente, fue un maestro de una localidad vecina quien dio parte del descubrimiento. Y así hasta el día de hoy, cuando el Centro de Interpretación de Cancho Roano da buena cuenta de toda la historia del lugar a los visitantes.

Este yacimiento de origen tartésico es uno de los símbolos de La Serena, al igual que sus quesos de oveja y sus aceites de oliva.

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José Alejandro Adamuz

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