Imagina el mar Mediterráneo como un gigantesco salón de baile, en donde cada participante realiza su danza marina en un ritmo meticulosamente orquestado. Este año, hay invitados inesperados que han añadido un ritmo más dramático a la danza: los tiburones.
Los tiburones, a menudo mal entendidos y temidos, han visitado las costas españolas este verano, lo que ha provocado curiosidad y un poco de inquietud. ¿Por qué están aquí? ¿Son peligrosos? ¿De qué especie son y dónde están exactamente?
Tintoreras en el Mediterráneo
Se han registrado varios avistamientos de tiburones tintoreras, también conocidos como tiburones azules, que danzan en las aguas cercanas a la orilla de diferentes puntos de la costa española. Desde las aguas cristalinas de Menorca hasta las costas doradas de Alicante, pasando por las icónicas playas de Ibiza y Mallorca, e incluso el histórico litoral de Tarragona, estos tiburones de piel azulada han causado miedo y curiosidad tanto en los bañistas como en los biólogos marinos.
Pero ¿quiénes son exactamente estos visitantes oceánicos? Los tiburones tintoreras (Prionace glauca), con su piel que va del azul oscuro en el dorso hasta el blanco en el vientre, son una especie que se encuentra en aguas tropicales y templadas de todo el mundo.
Estos seres majestuosos, cuyo tamaño puede llegar hasta los 4 metros (aunque suelen ser de alrededor de 2 metros) son conocidos por su naturaleza altamente migratoria y su hocico puntiagudo que corta las aguas con precisión. Su dieta es variada y se compone principalmente de peces, calamares y crustáceos, siguiendo un menú que la vastedad de los océanos Atlántico y Pacífico, y el mismo Mediterráneo, ofrece.
Las posibles razones
Pero ¿por qué estos tiburones, generalmente amantes de las profundidades oceánicas, se aventuran tan cerca de nuestras costas? Los expertos barajan varias hipótesis para este comportamiento.
La más directa es la búsqueda de alimento. En un planeta donde el calentamiento global y la sobrepesca están redefiniendo los ecosistemas marinos, las tintoreras podrían estar explorando nuevas zonas en busca de presas más abundantes o accesibles.
El ciclo de la vida también tiene su papel. Durante la primavera y el verano las tintoreras se reúnen en el estrecho de Gibraltar para su danza de apareamiento, que a menudo incluye mordiscos y heridas. Algunos individuos podrían desviarse de esta ruta habitual y acercarse a las costas durante este ritual.
La salud de estos tiburones también podría ser un factor. Algunos podrían estar enfermos o heridos, tal vez por la mordedura de otro pez o por un anzuelo humano, y buscan la orilla como lugar de refugio o descanso.
Finalmente, la curiosidad también podría estar detrás de este fenómeno. Las tintoreras, como la mayoría de los tiburones, son animales inteligentes que podrían sentirse atraídos por los objetos o las personas que ven en la superficie del agua.
En conclusión, aunque su presencia pueda causar cierto nerviosismo, es también una oportunidad para aprender más sobre estas criaturas maravillosas y reflexionar sobre cómo nuestras acciones están afectando a su mundo y al nuestro.
¿Son tan peligrosos?
A pesar de la mala reputación que Hollywood ha conferido a estos peces cartilaginosos, los tiburones no son los monstruos devoradores de hombres que a menudo se retratan en las películas. Los tiburones, incluso la tintorera, rara vez atacan a los humanos. Son criaturas increíblemente adaptadas, maestros en su medio ambiente, pero a menudo son más temerosos de nosotros de lo que somos de ellos.
Según las estadísticas, desde 1847 sólo están documentados seis ataques de tiburón en Estados Unidos. Ninguno de ellos en España. En definitiva, los ataques de tiburones son bastante raros. En 2014, hubo solo tres muertes en todo el mundo relacionadas con ataques de tiburones, y en 2015, hubo seis, que es aproximadamente el promedio anual.
Al poner en perspectiva las verdaderas amenazas que acechan en nuestras playas, nos percatamos de que la posibilidad de perecer a causa del mordisco de un tiburón es realmente minúscula. Para ser exactos, uno tiene 1.817 veces más probabilidades de sucumbir a las garras de la corriente marina y ahogarse, que de ser víctima de la dentadura de un escualo. Por lo tanto, es el agua misma, con su inmenso poder y sus corrientes traicioneras, a la que deberíamos temerle mucho más que a los tiburones.
¿Qué hacer si nos encontramos con uno?
Aunque el escenario es extremadamente improbable, vale la pena estar preparados y saber cómo reaccionar si nos cruzamos con un tiburón.
La primera y más importante regla es mantener la calma. Los tiburones, en general, y las tintoreras en particular, no ven a los humanos como presas. Lo más probable es que ni siquiera se percaten de nuestra presencia, o simplemente no se sientan interesados por nosotros. Hacer movimientos bruscos o producir ruidos fuertes podría llamar la atención del tiburón o incluso asustarlo. En el mar, al igual que en tierra, un animal asustado puede actuar de manera impredecible.
El siguiente paso es alejarse lentamente. Si el tiburón está cerca, es recomendable moverse de manera suave y metódica hacia la orilla o hacia un área más profunda donde haya más personas o embarcaciones. Nadar precipitadamente podría hacer que el tiburón se sienta amenazado o atraído por la conmoción.
Además, es fundamental evitar cualquier contacto con el animal. La curiosidad puede ser fuerte, pero tratar de tocar o incluso alimentar a un tiburón no es seguro ni para el humano ni para el animal. Alimentar a los tiburones podría hacer que asocien a los humanos con la comida, alterando su comportamiento natural y potencialmente poniendo en riesgo a futuros bañistas.
Por último, una vez a salvo, es crucial informar a los socorristas o a las autoridades competentes sobre el avistamiento. Ellos están entrenados para manejar estas situaciones y pueden tomar las medidas adecuadas para asegurar la seguridad de todos en el agua.
En resumen, si bien los tiburones tintoreras son criaturas impresionantes y dignas de nuestro respeto, también son una parte integral del ecosistema marino. Sus visitas a nuestras costas son una oportunidad para reflexionar sobre cómo nuestras acciones impactan en estos ecosistemas y en la fauna que los habita. La presencia de los tiburones en nuestras playas es un recordatorio de que somos solo un pequeño, aunque importante, componente de un mundo más grande y fascinante.
Sergio Parra
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