A veces, el origen de los manjares que elevan al cielo a los comensales están, precisamente, en las alturas de manera literal. Es el caso del queso de Cabrales, adorado por millones de amantes de este lácteo: su elaboración tiene lugar en el Parque Nacional de los Picos de Europa en el concejo que le da nombre. Y ahí está Tielve, un pequeño pueblo conocido por ser una de las cunas de ese producto que tiene un olor y un gusto tan fuertes que lo hacen único.
Situado a 690 metros de altitud y con alrededor de 50 habitantes nada más, es uno de los epicentros de la gastronomía mundial, aunque a simple vista podría parecer una tranquila aldea como tantas otras.
Tielve es una de las nueve parroquias que conforman el concejo de Cabrales junto a Carreña, Bulnes, Las Arenas, Prado, Puertas, Póo, Sotres y Berodia, que a su vez contienen 18 núcleos de población. Su superficie apenas alcanza los 44 km², sus casas son de planta baja y están pintadas de colores vivos, algunas de sus calles son más bien caminos y están bien empinadas. Es, en resumen, un pueblo típico de montaña.
En él se puede visitar la iglesia de Santiago restaurada en 2016 y cuya bóveda del altar mayor fue retocada por Jesús Puras, un especialista madrileño que también ha trabajado en retablos de la catedral de Oviedo y en las pinturas murales de San Miguel de Lillo o Santa María del Naranco, entre otros importantes patrimonios asturianos.
¿Qué más tiene Tielve? Pues un entorno tan increíble como son los Picos de Europa. Desde el pueblo salen varias rutas de senderismo gracias a las cuales se pueden conocer los alrededores. Una de ellas es la que lleva a Arenas de Cabrales a través de la calzada romana de Carou. Tiene una longitud de 13,46 kilómetros, solo de ida, y es de dificultad alta, algo que hay que tener en cuenta antes de lanzarse a caminar.
No hay que olvidar que se está en plena montaña, de hecho, por el camino se puede divisar el picu Urriellu o Naranjo de Bulnes. El tiempo de recorrido es de cinco horas y media y está bien señalizada.
Desde Tielve también parte una ruta que lleva a Sotres, que es más corta y de dificultad más moderada. En total son 9 kilómetros, solo de ida y se completa en unas cuatro horas, un poco más asequible aunque también hay que estar en buena forma. Los menos experimentados pueden probar con la ruta circular de Peña Maín, que tiene una longitud de 11 kilómetros y se completa en unas cuatro horas (los tiempos que se indican no cuentan las posibles paradas). Hay que pensar en que, depende de la época del año y la meteorología, puede haber zonas en las que abunde el barro.
Otros secretos de Tielve y Cabrales
Además del queso y las rutas que salen de Tielve, en Cabrales hay mucho que ver. Un ejemplo es Asiegu, un pueblo de la parroquia de Carreña, que consiguió el título Pueblo Ejemplar de Asturias en 2019 que otorga la Fundación Princesa de Asturias. Está situado entre la sierra del Cuera y los Picos de Europa, a 425 metros de altitud, y desde allí se puede disfrutar de la vista del picu Urriellu mencionado anteriormente (es tan importante que nunca está de más recordarlo).
En concreto desde el mirador Pedro Udaondo, dedicado al escalador vizcaíno que le da nombre y que murió en los Picos de Europa en 2007. La imagen de Asiegu es la de una ‘aldea de montaña típica asturiana’: hórreos, casas con corredor, prados y árboles frutales.
Puede que uno de los pueblos más conocidos del concejo sea Arenas, una de las puertas a los Picos de Europa ya que es uno de los puntos de inicio de varias rutas: la que sube al –de nuevo– picu Urriellu o la Ruta del Cares . Uno de los mayores atractivos para los visitantes es la gastronomía: cada año se celebra allí, el último fin de semana de agosto, el Certamen del queso de Cabrales pero también las jornadas gastronómicas de la carne ecológica de reciella (cabrito y cordero).
Los interesados en el lácteo más representativo de la zona pueden acceder a la Cueva-Exposición del Cabrales, una muestra instalada en una verdadera cueva natural en la que se puede conocer su historia.
También se puede probar el funicular que sube a Bulnes desde Poncebos en solo siete minutos. Una vez alcanzada la cima se pueden hacer dos cosas: emprender alguna ruta de montaña o conocer el pueblo, totalmente idílico. Allí, se puede disfrutar de buena gastronomía, por supuesto, escuchando el discurrir del río que pasa al lado de la población. Gracias a sus casas de piedra desperdigadas por el campo, parece que el tiempo se ha detenido y muchos fantasearán con abandonar la ciudad para instalarse en la montaña a respirar ese aire fresco el resto de sus días.
Los aficionados a la arqueología no pueden irse de los Picos de Europa sin visitar Carreña, la capital del concejo. Allí, además de poder comprar queso y degustarlo en bares y queserías, también se puede ver una reproducción del interior de la cueva de la Covaciella. En este lugar, descubierto por casualidad en 1994, está la representación de bisontes mejor conservada del Principado, que tiene más de 14.000 años de antigüedad. De hecho, es Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO.
Como no se puede visitar, se instaló una réplica en la Casa Bárcena, que data del siglo XVI, ubicada en el pueblo, donde también está la ermita de la Virgen de la Salud.
Según cuenta la leyenda, que se puede leer en el interior del templo, hace un siglo, un vecino de Carreña viajó a Sevilla para pedirle a la Virgen de la Salud que le curase la ceguera, haciéndole la promesa de que si cumplía con su petición, se la llevaría a su pueblo natal. Ella obró el milagro, así que el hombre cogió la talla de la virgen y la cargó a caballo durante los 1.000 kilómetros que separan ambas localidades. Desde entonces, ahí vive, en uno de los parajes más admirados del mundo.
Carmen López
Soy periodista y escribo sobre cosas que importan en sitios que interesan desde hace más de una década.
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La segunda foto, la de Manuel, no es Tielve. Eso, o ha cambiado mucho en el último año