Un viaje con las Trementinaires, las sabias mujeres del Pirineo catalán
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11.09.2023
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Las pomadas, ungüentos y emplastos con propiedades curativas se llevan haciendo desde hace siglos. Y, desde siempre, esta ha sido una sabiduría que prácticamente han acaparado en exclusiva las mujeres. Ellas eran las sabias de la montaña, quienes conocían qué plantas servían para hacer los cotizados mejunjes que ayudaban a tantas personas en las zonas rurales.
Que las clases populares fueran cultas siempre ha generado un cierto recelo por parte de los pudientes, así que no han sido pocas las acusaciones de brujería contra esas mujeres a lo largo de la historia, como es tristemente conocido. En Galicia tienen las meigas y bruxas; en Euskadi, las sorginak. ¿Sabías que en una parte de Cataluña, en el valle de La Vansa y Tuixent, en la comarca del Alt Urgell, vivieron hasta no hace mucho tiempo las trementinaires? Vamos a descubrir la historia de unas mujeres emprendedoras y valientes con gran conocimiento de la naturaleza que les rodeaba.
¿Qué era una trementinaire?
Las trementinaires eran mujeres del Pirineo catalán que destacaban por su amplio conocimiento de las hierbas locales y sus propiedades medicinales, así como de la elaboración de cremas y ungüentos para tratar diferentes dolores y enfermedades.
Este oficio prácticamente lo ejercieron únicamente las mujeres, desde el siglo XIX hasta la llegada de la industrialización y del éxodo rural. Su importancia llegó a ser tal, que se convirtieron en el motor económico de sus familias y de las comarcas que habitaban en un momento en el que los intercambios monetarios eran escasos.
¿Cómo hacían su trabajo? Las trementinaires se caracterizaban por ser itinerantes. En los meses más calurosos se dedicaban a recoger, catalogar y guardar las especies para elaborar sus fórmulas. La más conocida era la esencia de trementina, la cual les dio nombre, que se extrae de la resina del pino y que se empleaba para las picaduras y las torceduras. En el invierno, se dedicaban a viajar a pie o en transporte público –cuando era posible- para comerciar.
Los conocimientos se transmitían de manera oral, entre abuelas, madres e hijas, y se dice que se guardaban como secretos de familia. Quizás por ese motivo toda esta sabiduría haya quedado al margen de la historia y hayan quedado en un segundo plano, pese a la importancia que tuvieron; los investigadores lo tienen muy difícil para encontrar referencias escritas de sus aportaciones.
Los viajes de las trementaires
Como decíamos, con la llegada del frío, estas mujeres abandonaban el núcleo familiar y emprendían largos viajes a pie que podían durar meses (de otoño hasta Navidad, aproximadamente) para comercializar sus productos y abastecer a sus clientes de los remedios que necesitarían durante el largo invierno. Donde no llegaba la medicina, por falta de conocimiento o por falta de recursos, las trementinaires cubrían las necesidades de los valles de los alrededores y de las ciudades cercanas. También aprovechaban estos viajes para comprar o conseguir objetos y otros recursos que no les resultaba fácil encontrar en las montañas.
Los viajes solían hacerse en grupos de dos mujeres, una joven y otra mayor con más experiencia de la que aprendía. Normalmente eran madre e hija, hermanas, o abuela y nieta. Aprendían de todo: de hierbas y de ungüentos, pero también de circuitos de venta y de prácticas comerciales. Se alojaban en casas particulares y ofrecían como pago sus hierbas y remedios.
Procedentes del valle de La Vansa y Tuixent, hacían circuitos que pasaban por infinidad de comarcas catalanas: Pallars Jussà, Pallars Sobirà, Cerdanya, Urgell, Anoia, Bages, Osona, Val d’Aran, el Vallés, Barcelonés, la Selva, el Gironés, l’Empordà, y la Garrotxa, aunque también llegaron hasta el sur de Francia, Tarragona y Aragón.
Después de la temporada invernal, y tras la matanza de los animales, emprendían un segundo viaje que se solía alargar hasta la Pascua. El último viaje documentado que consta de una trementinaire fue hace apenas 40 años, en 1984: lo hizo Sofia Montaner, con 73 años. Dos años antes, le había acompañado su marido, siendo una de las pocas veces en las que un hombre ejerció el oficio.
Unas mujeres adelantadas a su época
Hablamos de unas mujeres que se iban meses fuera de casa entre los siglos XIX y XX. Entonces, ¿qué pasaba con sus hogares, con el cuidado de los hijos, de los animales y de la huerta, quien la tenía? Eran los hombres quienes se quedaban al mando de todo esto mientras ellas viajaban en solitario, comerciando y ejerciendo su propio oficio (y no ayudando al del marido). Lo que hoy diríamos empoderamiento de la mujer. Así que las trementinaires supusieron una auténtica revolución en los roles de género y el sistema familiar tradicional de la época en el Pirineo catalán.
Además, eran autosuficientes y autodidactas, hasta el punto que tenían unas tecnologías y prácticas propias. Por ejemplo, secaban y enhebraban las setas en una especie de collares, llevaban el aceite de trementina en latas metálicas que ataban a su cuerpo, o transportaban y secaban las hierbas en unos sacos confeccionados con ropa de cama, tejidas con viejas fundas de cojines. Todo lo aprovechaban unas mujeres que procedían de las familias más pobres del valle. A las más acomodadas no las enviaban “a ir por el mundo”, como decían ellas, ya que entonces el viajar –y menos por trabajo- no contaba con el prestigio social actual.
El Museu de les Trementinaires de Tuixent
Si te has quedado con ganas de saber más sobre estas sabias mujeres de los Pirineos, puedes visitar el Museu de les Trementinaires, que se inauguró en 1998 y forma parte de la “Ruta de los oficios de ayer” que promueve el Consejo Comarcal de l’Alt Urgell. Conserva su memoria oral y material. Está en el municipio de Tuixent y abre los sábados y festivos de 10h a 14h y de 17h a 20h, y los domingos de 10h a 14h. En verano es visitable de martes a domingo.
En la actualidad, la recuperación y visibilización de este oficio ancestral es tal que se ha convertido en un auténtico patrimonio cultural. De hecho, se celebra hasta una fiesta popular, Les Trementinaires, a finales de mayo con diferentes actividades, actos y talleres alrededor de esta figura.
Además, en el mismo pueblo de Tuixent existen dos jardines con los que podréis adentraros en el mundo de las plantas medicinales, con explicaciones de sus propiedades y características: el recorrido del Jardín Urbano de les Trementinaires, entre sus calles; y el Jardín Botánico de les Trementinaires, en las afueras del pueblo.
Raquel Andrés
Periodista y aventurera. Colaboradora en Escapada Rural, Diari Nosaltres La Veu, La Vanguardia y otros medios. Habitante y amante de las zonas rurales, sea cual sea el destino. Procuro escaparme una vez por semana con las botas de montaña, el arnés o el neopreno. En mi mochila nunca falta saco ni esterilla. Ah, también soy un intento de baserritarra.
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